Directores: Antonio González-Vigil, Luis Eduardo Aute y Félix Rotaeta
España, 1986, 85 minutos
Delirios de amor (1986) |
Un cierto misterio envuelve a esta película de episodios. Más que nada por el hecho de que inicialmente fueron cuatro (y no tres) las historias que lo integraban. Tal y como puede comprobarse en el cartel de la película (véase arriba), el nombre de la cineasta Cristina Andreu figuraba al lado de los de Antonio González-Vigil, Luis Eduardo Aute y Félix Rotaeta. Asimismo, en el reparto constan los nombres de Fernando Fernán-Gómez y Rosario Flores. Sin embargo, y por razones que se nos escapan, cuando la película se editó en DVD ese cuarto segmento quedó fuera del nuevo (y reducido) montaje.
Por si no fuera poco, el filme se abre, tras indicar que en su momento mereció la calificación de "especial calidad" y "especial interés cinematográfico", con una curiosa advertencia sobreimpresa en pantalla: "Esta película fue realizada sin ningún tipo de subvención del Ministerio de Cultura ni de Comunidad Autónoma alguna, así como de ninguna televisión pública ni privada. Lo que hizo posible su realización fue la entrega inestimable del equipo artístico y técnico que intervino en la película."
Los tres segmentos supervivientes llevan por título "¿Drama o comedia?... Acelgas para nuestros hígados", "El muro de las lamentaciones" y "El informe". El denominador común de todos ellos se resume en las desaforadas pasiones que viven sus protagonistas, desde el insólito triángulo que forman Adolfo Marsillach, Amparo Muñoz y el televisivo Pepe Navarro, pasando por los fogosos vecinos que imagina Aute o las tórridas escenas entre Mario Gas y Antonio Banderas.
Son muchos, también, los cameos y colaboraciones puntuales de personalidades del mundo del cine que aparecen fugazmente en alguna de las partes. Por ejemplo Carmen Maura, Marisa Paredes o Emilio Gutiérrez Caba, invitados a una fiesta en el Delirio 3, o Gonzalo García Pelayo, quien hace de extra en el primer capítulo y echó un cable como ayudante de dirección en el segundo. Los boleros de Ricardo Solfa, por cierto, heterónimo bajo el que solía refugiarse en aquel entonces Jaume Sisa, sirvieron de banda sonora.