Director: Todd Phillips
EE.UU./Canadá, 2019, 122 minutos
Joker (2019) de Todd Phillips |
«The worst part of having a mental illness is people expect you to behave as if you don't...» La entrada número dos mil de Cinefília Sant Miquel tenía que corresponder a un filme especial, la película del momento, una de las más comentadas del año. Y a fe que Joker reúne, sin ningún lugar a dudas, tales condiciones. No sólo por la enorme expectación que ha levantado y su correspondiente éxito en taquilla, sino, sobre todo, por la interpretación antológica de un Joaquin Phoenix en estado de gracia que adelgazó más de veinte quilos para meterse en la piel, y en el traje multicolor, de su personaje (por cierto: ¿ha reparado alguien en que, cuando baja las escaleras bailando, le da un aire a Michael Jackson?)
Sin embargo, lo que podía haber sido una simple cinta de superhéroes (otra más, en plan precuela, de la saga Batman) se acaba convirtiendo en una genial introspección que ahonda en los orígenes del que, más tarde, será antagonista del "Hombre Murciélago". Lo cual comporta una curiosa empatía en el espectador, dispuesto a identificarse con el futuro villano tras conocer los motivos que lo empujan a ello.
El chico que quiso ser humorista y que acabó como payaso apaleado; el que vive otras vidas en su imaginación para huir de la dolorosa realidad hasta que acaba desarrollando un trastorno mental cuyo síntoma más visible es la risa sardónica e incontrolable. En definitiva, aquél que desde pequeño creyó que su existencia era una tragedia para luego darse cuenta, paulatinamente, de lo cómica que ésta puede llegar a ser.
Una cinta repleta de referencias setenteras, tanto musicales como fílmicas, en la que la presencia de Robert De Niro en el papel de showman televisivo podría interpretarse como un guiño hacia claros referentes, entre ellos Taxi Driver (1976), que han servido de fuente de inspiración para el director Todd Phillips.