Director: José Luis Garci
España, 2004, 150 minutos
Tiovivo c. 1950 (2004) de J.L. Garci |
Evidenciando la misma ñoñería mesetaria y plúmbea que viene siendo la tónica habitual en sus últimas producciones, Garci se propuso volver a hacer La colmena. Con la pequeña salvedad de que esa película ya existía... ¿De verdad era necesario? ¿Qué aportaba Tiovivo c. 1950 que previamente no estuviese en el filme de Camus y Dibildos? Hasta el extremo de que hay situaciones y alusiones calcadas, como aquello del "planteamiento, nudo y desenlace" o el afán de concurrir a un certamen literario de segunda, aunque sea en alguna región remota, con la única esperanza de ganarse un dinerillo. Por no mencionar la academia de baile o el café regentado por una hosca y enlutada propietaria (María Asquerino). De todo lo cual se desprende un cierto tufo, entre el homenaje redundante y el plagio, que tira de espaldas. Mal empezamos...
Aunque ya se sabe que Garci es un director muy dado a rendir culto a sus ídolos, del Hollywood clásico o del cine español. Y, en ese aspecto, reunir en una misma película a tantísimos actores y actrices de renombre siempre resulta entrañable (algunos, por cierto, como Agustín González, Paco Algora o Manolo Zarzo, también actuaban en La colmena). Entre esa pléyade de viejas glorias brillan con luz propia Alfredo Landa (Eusebio) y Andrés Pajares (Romualdo). Y la mítica Aurora Bautista (doña Anunciada), en el último papel de su extensa carrera cinematográfica.
La presencia en el reparto de esos nombres ilustres propicia algún que otro guiño a lo largo de las dos horas y media de metraje. Por ejemplo, cuando el banquero/productor don Irineo (Santiago Ramos) menciona en una conversación a Fernán Gómez, quien más tarde tendrá una aparición fugaz como tertuliano, o los carteles de Agustina de Aragón (protagonizada en 1950 por la ya mencionada Aurora Bautista) que decoran las paredes del Café Internacional.
En definitiva, y al margen de su más que discutible planteamiento, a veces rayano en la vergüenza ajena (caso del personaje que interpreta María Adánez: la pobre parece más gallega que barcelonesa cuando intenta remedar el acento catalán en la escena que comparte con Iñaki Miramón), lo cierto es que la dirección artística a cargo de Gil Parrondo y la fotografía en formato panorámico de Raúl Pérez Cubero son excepcionales.
María Adánez con Antonio Giménez Rico al fondo a la izquierda |