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Casablanca (1942) de Michael Curtiz |
La que para muchos es la mejor
película de la historia está ambientada durante la Segunda Guerra Mundial: el
americano Rick Blaine (Humphrey Bogart) regenta el selecto Rick's Café, el local nocturno más concurrido de la ciudad de
Casablanca. Se trata de un antro de juego que capta a un público de lo más
variado: partidarios de la Francia de Vichy, oficiales nazis, exiliados
políticos, ladrones...
Una noche llega allí un hombre
llamado Ugarte (Peter Lorre) con unas cartas de tránsito, visado especial que
permite la libre circulación a través de la Europa controlada por los nazis y
así llegar a Lisboa, desde donde se podría partir rumbo a América. De ahí que
tales documentos tengan un incalculable valor entre los refugiados que esperan
en Casablanca su oportunidad para escapar. Ugarte pretende venderlos lo antes
posible aunque, antes de que ello suceda, es mandado arrestar por el Capitán
Renault (Claude Rains), por lo que entrega los documentos a Rick.
Es entonces cuando en la vida de
Rick reaparece Ilsa Lund (Ingrid Bergman), antigua amante que lo había
abandonado en París sin explicaciones, dejándolo sumido en la tristeza, y
quien, junto a su marido, un destacado líder de la Resistencia llamado Victor
Laszlo (Paul Henreid), entra en el Rick's
Café con el objetivo de comprar los visados. La pareja necesita los
salvoconductos para dejar Casablanca y salir hacia EE.UU., desde donde él
podría continuar su labor. A la noche siguiente, Laszlo se entrevista con Rick,
sospechando que este tiene dichos documentos, pero Rick se niega a
entregárselos, pidiéndole que le pregunte a su esposa el motivo. El diálogo se
ve interrumpido cuando un grupo de oficiales nazis, bajo las órdenes del mayor
Strasser (Conrad Veidt), comienza a cantar “El guardia sobre el río Rin”.
Enfurecido, Laszlo solicita a la orquesta del local que interprete “La
Marsellesa” y enseguida el fervor patriótico durante tanto tiempo reprimido se
adueña de la multitud y todos se unen al canto, ahogando el de los alemanes.
Como represalia, Strasser ordena cerrar el local.
Rick sigue resentido con Ilsa,
pero esa noche ella se le acerca cuando el local queda vacío. Cuando él se
niega a darle los documentos, Ilsa lo amenaza con una pistola, pero es incapaz
de disparar y le confiesa que sigue amándolo. Explica que cuando lo encontró
por primera vez y se enamoró de él en París, pensaba que su marido había muerto
en un campo de concentración. Pero en cuanto descubrió que Laszlo en realidad
había conseguido escapar, dejó a Rick sin explicación alguna y regresó con su
marido.
Laszlo llega al café cuando ya se
ha ido Ilsa y le dice a Rick que se ha dado cuenta de que hay algo entre los
dos. De hecho, intenta provocar que Ilsa y Rick tomen las cartas de tránsito,
con tal de salvar la vida de su mujer. La policía llega y arresta a Laszlo.
Rick interviene y convence al capitán Renault de que libere a Laszlo,
prometiéndole que lo podrá acusar ante la Gestapo por la posesión de los
visados. Cuando Renault le pregunta que por qué hace eso, Rick le cuenta que
Ilsa y él se irán a Estados Unidos.
Más tarde, Laszlo recibe los
documentos de parte de Rick, pero cuando Renault trata de arrestarlo Rick lo
amenaza a punta de pistola para permitir la huida. En el último momento, Rick
obliga a Ilsa a que suba al avión con su marido, diciéndole que si ella se
queda se arrepentirá: «Tal vez hoy no. Tal vez tampoco mañana; pero sí pronto y
para el resto de tu vida».
El mayor Strasser llega tras
haber recibido el aviso por parte de Renault, pero Rick le dispara cuando trata
de intervenir llamando por teléfono. Al llegar la policía, el capitán Renault
salva la vida de Rick ordenando que capturen a los «sospechosos habituales». Le
propone asimismo que deje Casablanca, recomendándole que se una a la Francia
Libre en Brazzaville. Ambos se alejan caminando por la pista de aterrizaje en
medio de la niebla con una de las frases finales más memorables de la historia
del cine: «Louis, creo que este es el principio de una gran amistad».
Comentario:
Casablanca está basada en la obra teatral Todos vienen al Café de Rick (Everybody
Comes to Rick’s) de Murray Burnett y Joan Alison (obra que, en realidad,
nunca llegó a estrenarse). Se centra en el conflicto de Rick entre “el amor y
la virtud”, pues deberá escoger entre su amada Ilsa o hacer lo correcto. Su duda
es si ayudarla o no a escapar de Casablanca junto a su esposo, uno de los líderes
de la Resistencia, para que este pueda continuar su lucha contra los nazis
desde EE.UU.
Aunque el filme lo tenía todo
para destacar, con actores renombrados y guionistas de primera, ninguno de los
involucrados en su producción esperaba que pudiera ser algo fuera de lo normal.
Se trataba simplemente de una más de las muchas producciones anuales de la
maquinaria hollywoodiense. Casablanca
tuvo un inicio sólido, pero no espectacular. Sin embargo, iría ganando
popularidad a medida que pasaban los años y, sobre todo gracias a ser emitida
por televisión, se fue colocando entre los primeros puestos en las listas de las
mejores películas. De hecho, ya en 1977 Casablanca
era la película emitida con más frecuencia por las televisiones
estadounidenses.
Stephen Karnot, especialista en
análisis literario de la
Warner Brothers, la
calificó como una «tontería sofisticada», pero sin embargo la aprobó. Irene Diamond,
editora de guiones, convencería después al productor Hal B. Wallis para que
comprara los derechos por 20.000 dólares, precio altísimo para una obra teatral
jamás puesta en escena. El proyecto fue luego rebautizado como Casablanca, quizá a imitación del éxito
de Argel (John Cromwell, 1938). El
rodaje comenzó el 25 de mayo de 1942 y finalizaría el 3 de agosto del mismo año.
La película fue completamente
rodada en estudio, excepto la secuencia que muestra la llegada del mayor
Strasser, que se realizó en el Aeropuerto Van Nuys. El escenario se conservó en
los almacenes de la Warner hasta la década
de los sesenta.
Por otra parte, la estatura de la
actriz Ingrid Bergman causó algunos problemas. Esta sobrepasaba en casi cinco
centímetros a Bogart, por lo que el director tuvo que elevar al actor mediante una tarima, zapatos con plataforma o sentarlo sobre cojines en las escenas en las que aparecían juntos.
Tras pensar en varios candidatos,
el productor Hal B. Wallis decidió escoger para dirigir el filme a su amigo Michael
Curtiz. Mihály Kértész (quien americanizó su nombre por el de Michael Curtiz) era un cineasta húngaro judío,
que había comenzado su carrera en 1912. En 1919 pasó a trabajar en Alemania,
país en el que dirigió varios filmes, hasta que en 1926 se trasladó a EE.UU. El tercer grado fue su primera película
americana. La última, un año antes de fallecer, sería Los comancheros (1961).
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Michael Curtiz (1886–1962) |
La banda sonora fue compuesta por
el austriaco Max Steiner (célebre por la música de Lo que el viento se llevó). En cambio, la canción “As Time Goes By”
es de Herman Hupfeld y había sido escogida para formar parte de la obra de
teatro original; gozó de un resurgimiento que la colocó 21 semanas en las
listas de éxitos. Así que Steiner basó por completo la música en dicha canción
y en “La Marsellesa”, el himno nacional francés, transformándolos para que
reflejaran diversas situaciones.
En el reparto de Casablanca hay una amplia variedad de
nacionalidades, siendo estadounidenses sólo tres de los actores principales. El
neoyorquino Bogart se convirtió en estrella gracias a Casablanca. Al inicio de su carrera había sido encasillado como
gángster, pero Rick fue su primer papel verdaderamente romántico. La sueca Ingrid
Bergman es Ilsa Lund, su personaje más famoso y recordado. Paul Henreid (actor
austriaco) fue Victor Laszlo, aunque la verdad es que no se llevó muy bien con
sus compañeros. De hecho, consideraba a Bogart «un actor mediocre», mientras
que Bergman pensaba lo mismo de Henreid. Claude Rains es el capitán Louis
Renault: actor londinense, curiosamente había servido en la Primera Guerra
Mundial, alcanzando el grado de capitán. Sydney Greenstreet es el Señor
Ferrari, propietario del Blue Parrot.
También era inglés y había intervenido antes en El halcón maltés junto a Peter Lorre y Bogart. Lorre, el Señor
Ugarte, fue un actor austrohúngaro que había trabajado en Alemania, país que
abandonó tras la llegada de los nazis al poder en 1933. Conrad Veidt es el
Mayor Strasser. Veidt, actor alemán, había aparecido en El gabinete del Doctor Caligari, en 1920, antes de huir también él y
terminar su carrera interpretando a nazis en los filmes americanos. El
estadounidense Dooley Wilson (Sam) era en realidad batería de jazz y, debido a
un defecto en sus dedos, no podía tocar el piano…
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Bogart y Henreid juegan al ajedrez, bajo la atenta
mirada de Rains, durante una pausa del rodaje |
Recepción:
El filme se exhibió por primera
vez en el Teatro Hollywood de Nueva York el 26 de noviembre de 1942, para
coincidir con la invasión de las tropas aliadas de la costa norte de África y
la captura de la ciudad de Casablanca.
En 1955 había recaudado ya 6,8 millones
de dólares, colocándose en el tercer puesto entre las películas de guerra más
rentables de la Warner Bros.
Por ser cultural, histórica y
estéticamente significativa, Casablanca
es una de las películas preservadas en el archivo de la Biblioteca del Congreso
de EE.UU.
En 1997, el American Film Institute, tras encuestar a mil quinientos expertos en
la cinematografía norteamericana, situó a Casablanca
como la segunda mejor película estadounidense de la historia, solo tras Ciudadano Kane de Orson Welles.
En 2006, el sindicato de
guionistas de cine y televisión así como de empleados de televisión y radio,
eligió el guion de Casablanca como el
mejor de todos los tiempos en su lista de Los
101 mejores guiones.
De hecho, muchas de las frases de
dicho guion han quedado grabadas en la memoria de los espectadores de todo el
mundo:
«Tócala de nuevo, Sam» («Play it again, Sam»). Esta
es una de las frases más ampliamente asociadas con la película y, sin embargo,
se trata en realidad de una cita errónea, la cual es en realidad el título
original de la película Sueños de un
seductor, protagonizada por Woody Allen en 1972.
«Esta va por ti, muñeca» («Here’s looking at
you, kid»). Se trata de una frase que no se encontraba en los guiones
preliminares. Su aparición en la película ha sido atribuida a las lecciones de
póquer que Bogart le daba a Bergman entre toma y toma. Fue elegida por expertos
estadounidenses como la quinta frase más memorable en la historia del cine de
aquel país en una encuesta realizada en el 2005 por el American Film Institute.
En total, seis frases de esta
película, según dicho Instituto, aparecen en sus listas como las más célebres,
muchas más que de cualquier otra película. Las otras citas que aparecen en las
listas son:
«Louis, creo que este es el
principio de una gran amistad» («Louis, I think this is the beginning of a
beautiful friendship»), en el puesto 20.
«Capturen a los sospechosos habituales»
(«Round up the usual suspects»), en el puesto 32.
«Siempre nos quedará París» («We’ll
always have Paris») en el lugar 43.
«De todos los bares en todos los
pueblos en todo el mundo, ella entra en el mío» («Of all the gin joints in all
the towns in all the world, she walks into mine») en el puesto 67.
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"We'll Always Have Paris..." |