miércoles, 31 de julio de 2024

Supergirl (1984)




Director: Jeannot Szwarc
EE.UU./Reino Unido/Países Bajos, 1984, 125 minutos

Supergirl (1984) de Jeannot Szwarc


Todo parece indicar que a los responsables de la franquicia Superman, sabedores del sesgo sexista en el planteamiento de la mayor parte de historias de superhéroes, les pareció oportuno darle un giro en clave femenina a su próximo proyecto. De modo que, a grandes rasgos, la protagonista de Supergirl (1984) constituye el reverso de lo que Clark Kent había sido en las anteriores entregas de la saga. Prima del susodicho, la rubia Kara Zor-El (Helen Slater) llega a la Tierra, con su minifalda y capa rojas, procedente de Argo, mundo heredero de Kriptón y, como aquél, en grave peligro de extinción.

Una vez en nuestro planeta, y a modo de disimulo, adoptará la identidad de Linda Lee, alumna interna (y ahora morena) en un selecto instituto para chicas donde coincidirá, casualidades del destino, con Lucy Lane (Maureen Teefy), la hermana de Lois Lane. Y, por si esto no fuera poco, también se pasa por allí de visita el fotógrafo Jimmy Olsen (Marc McClure), lo que lo convierte en el único personaje/actor presente en todos los títulos de la serie.



Claro que a cada héroe le toca en suerte su correspondiente adversario, así que Supergirl no podía ser menos. La antagonista, en su caso, será Selena (Faye Dunaway), especie de bruja malévola en cuyo poder se encuentra el potentísimo omegaedro, artilugio esférico con poderes mágicos del que depende la supervivencia de Argo y que lo mismo puede hacer maravillas que auténticos desastres si cae en las manos equivocadas.

Independientemente del renombre de algunas de las estrellas que integraron el reparto (además de los ya mencionados, también interpretan papeles secundarios Mia Farrow o el mismísimo Peter O'Toole), el resultado final carece bastante de interés. Y si bien es cierto que los efectos especiales y los decorados tienen pinta, aunque hoy se vean un pelín obsoletos, de haber sido costosos para lo que eran los estándares de la época, el insulso guion de David Odell no logra ir más allá de una tediosa y algo confusa lucha entre el bien y el mal.



martes, 30 de julio de 2024

Superman IV: En busca de la paz (1987)




Título original: Superman IV: The Quest for Peace
Director: Sidney J. Furie
EE.UU./Reino Unido, 1987, 90 minutos

Superman IV: En busca de la paz (1987)


La cuarta y última de las entregas de la saga (al menos de las protagonizadas por Christopher Reeve) es también la más cutre con diferencia. O así lo entendía el añorado intérprete, quien en sus memorias pasa muy de puntillas a propósito de una película que, pese a los seis millones de dólares que le reportó por su papel de superhéroe indestructible, fue un completo fiasco en taquilla. Ni tan sólo el hecho de haber sido coguionista de la misma parece que incrementara su aprecio respecto al resultado final.

Lo cierto es que no hay para menos: un musculitos radiactivo fabricado por encargo de Lex Luthor (Gene Hackman regresaba así a la franquicia); la Estatua de la Libertad salvada in extremis por el superhombre de la capa roja, lo mismo que la Gran Muralla china, reconstruida como si nada tras un brutal ataque del enemigo; una erupción volcánica interrumpida mediante un gigantesco "tapón" pétreo... Las situaciones en las que el pobre se ve envuelto no tienen ciertamente desperdicio.



Aunque la gran y trascendental misión que afronta esta vez el alter ego de Clark Kent no es otra sino acabar con las armas nucleares en todo el planeta e incluso en el espacio exterior. Titánica tarea que, como es habitual en él, acomete sin ni siquiera despeinarse. Y todo ello después de pronunciar su correspondiente discurso ante la asamblea de las Naciones Unidas al completo, que prorrumpe entusiasmada en aplausos.

Y en otro orden de cosas se aprecia, por último, una crítica manifiesta contra los grupos mediáticos que fomentan el sensacionalismo. Sobre todo en la figura de David Warfield (Sam Wanamaker), nuevo propietario del Daily Planet cuyos métodos expeditivos para incrementar las ventas del diario no gozan de excesivas simpatías entre los miembros de la plantilla. Circunstancia que hará mella hasta en su hija Lacy (Mariel Hemingway), quien a priori estaba llamada a continuar el legado de su progenitor.



lunes, 29 de julio de 2024

Superman III (1983)




Director: Richard Lester
EE.UU./Reino Unido, 1983, 125 minutos

Superman III (1983) de Richard Lester


A diferencia de las dos entregas previas de la saga, Superman III (1983) se caracteriza por un sentido del humor mucho más constante e histriónico. No hay más que fijarse en la escena inicial, coreografiada al más puro estilo slapstick, para corroborarlo. Asimismo, la presencia del actor Richard Pryor en el reparto, quien encarna a Gus Gorman, un granujilla de medio pelo experto en vivir del cuento, contribuye enormemente a que el tono general de la película difiera del de las anteriores en lo que a comicidad se refiere.

A este respecto, se podría incluso señalar que el guion de David y Leslie Newman apuesta decididamente por la autoparodia, convirtiendo al superhéroe en un tipo cuya peor versión de sí mismo aflora por culpa de una muestra de kriptonita fabricada en laboratorio y en la elaboración de la cual se ha incluido alquitrán.



Por otra parte, el leitmotiv de la cinta gira en torno al auge de la informática y a los posibles peligros que de ello se derivan. Así pues, la presencia de computadoras en la práctica totalidad de secuencias que revierten algún tipo de amenaza grave contra el protagonista o contra la humanidad en su conjunto sugieren una crítica velada hacia la creciente tecnificación de un mundo cada vez más controlado por máquinas.

Además de relegar a Lex Luthor en el rol de villano, el multimillonario Ross Webster (Robert Vaughn) aspira a controlar el planeta valiéndose de la complicidad de su hermana Vera (Annie Ross) y de una rubia platino (Pamela Stephenson) que, pese a su apariencia de casquivana, lee las obras de Kant cuando se encuentra a solas. Aunque no son éstos los únicos cambios respecto al elenco de personajes de las partes I y II. De hecho, el papel de Margot Kidder como Lois Lane fue en esta ocasión bastante residual en favor de Annette O'Toole, quien interpreta a Lana Lang, antigua compañera de instituto de Clark Kent con la que éste se reencuentra en su regreso a Smallville. Reajustes que podrían deberse a algún tipo de represalia tras el apoyo mostrado públicamente por la actriz, tres años antes, con motivo del despido del director Richard Donner.



domingo, 28 de julio de 2024

Superman II: El montaje de Richard Donner (2006)




Título original: Superman II: The Richard Donner Cut
Directores: Richard Donner/Richard Lester
EE.UU./Reino Unido, 1980-2006, 116 minutos

Superman II: El montaje de Richard Donner (2006)


Tras el rotundo éxito de Superman (1978) y habiendo ya rodado el 75% de la segunda parte, el bueno de Richard Donner (1930-2021) fue despedido a causa de desavenencias creativas con unos productores (los célebres Salkind, padre e hijo) que no dudaron en reemplazarlo por Richard Lester. Práctica de lo más habitual en Hollywood, por cierto, donde eso de echar al director a mitad de un proyecto vendría a ser el equivalente de lo que ocurre en Europa con los entrenadores de fútbol. El caso es que muchos años después, y ante el auge que de nuevo cobrara el personaje debido al estreno de Superman Returns (2006) de Bryan Singer, los estudios promovieron que saliese a la luz aquel primer montaje de Superman II: La aventura continúa (1980) que en su día se vio bruscamente interrumpido.

El resultado, sin ser nada del otro mundo, aporta, sin embargo, ligeros cambios respecto a la versión que se estrenó en cines a principios de la década de los ochenta. Así pues, ni el protagonista visita la Torre Eiffel ni tampoco recibe los consejos de su madre (Susannah York), sino que, en su lugar, es el propio Marlon Brando quien ejerce ese rol, tal y como en principio estaba previsto (de hecho, las desproporcionadas exigencias económicas del actor motivaron que su parte fuese inicialmente descartada).

Christopher Reeve y Marlon Brando durante una pausa del rodaje


Aunque el cambio más significativo se encuentra al final (Supermán girando alrededor del globo terráqueo hasta que logra que el tiempo retroceda): una idea que Donner tenía pensada para la secuela, pero que finalmente fue incluida por la Warner como desenlace de la primera parte, de modo que el director's cut incluye de nuevo dicho metraje.

Por lo demás, la relación entre Lois Lane (Margot Kidder) y su idolatrado superhombre adquiere en esta entrega un carácter más íntimo, toda vez que la intrépida reportera del Daily Planet llega a descubrir la verdadera identidad de Clark Kent (Christopher Reeve). No obstante, el hecho de que la pareja se permita un romántico receso en el Polo Norte es aprovechado por los tres malignos kriptonitas, con el General Zod (Terence Stamp) a la cabeza, para derrocar al mismísimo Presidente en la Casa Blanca y aliarse con el oportunista Lex Luthor (Gene Hackman). Menos mal que en el cine todo es posible (y todo tiene remedio) y los buenos siempre acaban por derrotar a los malos.



sábado, 27 de julio de 2024

Superman (1978)




Director: Richard Donner
EE.UU./Reino Unido/Canadá, 1978, 143 minutos

Superman (1978) de Richard Donner


A diferencia de las franquicias actuales de superhéroes, que basan su fórmula en adrenalina y efectos especiales de última generación, la primera entrega de la saga Superman (1978) contenía la dosis exacta de humor y romanticismo para hacerla asequible a todos los públicos (y no sólo a los adolescentes, como ocurre hoy en día). De ahí que muchos de los diálogos contengan réplicas divertidísimas, aparte del carácter eminentemente cómico de Lex Luthor (Gene Hackman) y el resto de antagonistas.

Poco importa, pues, lo inverosímil de una historia (coescrita, entre otros por Mario Puzo) en la que un tipo con capa y leotardos pretende salvar a la humanidad: al margen de ello, cuanto aquí sucede, ya sea en la cúspide de los rascacielos de Metrópolis o en el interior de la redacción del Daily Planet, se enmarca en un imaginario de sobras asimilado por los espectadores desde que el personaje se diera a conocer en los años treinta a través de las páginas de Action Comics.



Por si ello no fuese poco, se aprecia además un más que evidente homenaje al Hollywood clásico en el tándem chico tímido-muchacha extrovertida que encarnan Clark Kent (Christopher Reeve) y Lois Lane (Margot Kidder) y que parece calcado de la pareja que interpretaban Cary Grant y Katherine Hepburn en La fiera de mi niña (Bringing Up Baby, 1938). Sensación que se acentúa todavía más por la presencia en el reparto de viejas glorias como Marlon Brando, Glenn Ford o Trevor Howard.

En definitiva, se dice que el auge de las películas de superhéroes va asociado a sociedades en crisis en las que el fascismo latente abona el terreno para que algún hombre fuerte se encarame al poder bajo la promesa de solucionar todos los males. Algo que, en el caso de la película que nos ocupa, pudiera leerse entre líneas como un anuncio de lo que en breve iban a representar para EE.UU. las políticas ultraconservadoras de la administración Reagan.



Un centenar de juegos (1906)




Título original: Les cent trucs
Director: Segundo de Chomón
Francia, 1906, 3 minutos

Un centenar de juegos (1906)


En el interior de un salón lujosamente amueblado, varios acróbatas entran, salen o se esfuman a través de un aro sobre cuya superficie de papel escriben el nombre de la casa productora: "Pathé Frères". Son cinco personajes (hombres, mujeres y payasos) expertos en cambiar de apariencia o de simplemente desaparecer dentro de un baúl.

Además de trucos de prestidigitador, a menudo Segundo de Chomón incluyó también en sus películas habilidades circenses de todo tipo. Temática propia de un arte balbuciente que aún era concebido (y aplaudido) como entretenida atracción de feria.



El rey de los dólares (1905)




Título original: Le roi des dollars
Director: Segundo de Chomón
Francia, 1905, 2 minutos

El rey de los dólares (1905)


Una mano hace aparecer y desaparecer un montón de monedas (aparentemente de plata). Con idéntica facilidad que otro individuo, cuya cabeza entra ahora por la izquierda, vomita suculentos doblones de oro sobre el mismo plato que el anterior.

Bienaventurados aquellos espectadores de principios del siglo XX, para quienes cinematógrafo era sinónimo de magia. Heredero directo de Méliès por legítimo derecho, los trucajes de Segundo de Chomón, en los que, aparte de pionero, fue todo un experto, debieron hacer las delicias de un público tan impresionable como agradecido. Sobre todo cuando, como es el caso de Le roi des dollars (1905), las imágenes se coloreaban a mano.



viernes, 26 de julio de 2024

El paso suspendido de la cigüeña (1991)




Título original: Το μετέωρο βήμα του πελαργού
Director: Theo Angelopoulos
Grecia/Francia/Suiza/Italia, 1991, 143 minutos

El paso suspendido de la cigüeña (1991)


Una historia de fronteras y refugiados. Por desgracia, una historia atemporal. Porque los inmigrantes albaneses o kurdos que se agolpan en los barracones de una ciudad del norte de Grecia a la que algunos llaman irónicamente "la sala de espera" no se diferencian en nada de los que aún hoy siguen llamando a las puertas del primer mundo. El caso es que la mirada de Angelopoulos, siempre libre de prejuicios, renuncia a recrearse en la miseria para, en su lugar, describir la poesía de los humildes.

Y los filma valiéndose del trávelin lateral, con una puesta en escena marca de la casa cuyo rasgo definitorio, aparte de la parsimonia con que mueve la cámara, son esos largos silencios en los que se refugian los personajes. De entre los que destaca un hombre misterioso (Marcello Mastroianni) la identidad del cual, pese a vivir entre parias, pudiera coincidir con la de un ilustre político e intelectual que un buen día desapareció sin dejar ni rastro.



Aunque será un reportero que está cubriendo la crisis humanitaria en aquella remota región limítrofe quien, obsesionado con la posibilidad de haber descubierto al antiguo mandatario, inicia su particular odisea en pos de la verdad.

Son muchos los momentos de To meteoro vima tou pelargou (1991) que destacan por su inusitada belleza y originalidad. Como, por ejemplo, la boda silenciosa que tiene lugar a ambos lados de un caudaloso río, con el novio y la novia separados por las aguas, símbolo de las muchas fronteras que se interponen entre los seres humanos, pero también del flujo constante de la vida y el tiempo.



jueves, 25 de julio de 2024

El apicultor (1986)




Título original: Ο μελισσοκόμος
Director: Theo Angelopoulos
Grecia/Francia/Italia

El apicultor (1986) de Theo Angelopoulos


Por más dulce que sea la miel de las abejas, el protagonista de O melissokomos (1986) destila una amargura descomunal de principio a fin de sus dos horas de metraje. A juzgar por lo que muestran las imágenes de la escena inicial (la boda de la hija; la fría despedida de la esposa y el hijo), el origen de dicha tristeza obedece, tal vez, a desavenencias familiares, pero también a una crisis vital que llevará a Spyros (Marcello Mastroianni) a emprender un largo periplo introspectivo a través de los gélidos parajes de la Grecia invernal.

No obstante, los caprichos del azar ocasionan el encuentro fortuito del hombre, siempre taciturno, con una joven un tanto díscola que se cruza en su camino y que, a falta de algún lugar mejor adonde ir, decide quedarse con el apicultor.



Dotado de una sensibilidad netamente contemplativa que conecta de pleno con la de cineastas como, por ejemplo, Víctor Erice, Angelopoulos no duda en hospedar a sus personajes en un cine abandonado, el "Panteón", donde los dioses del celuloide que antaño ocupaban la pantalla hace ya varios decenios que dejaron de habitar.

Elementos, todos ellos, que conforman una particular road movie metafísica en la que el viaje en busca de sí mismo o la ansiada primavera no son sino metáforas que ilustran el vacío existencial de un individuo cuyo creciente desapego respecto al mundo que lo rodea le empuja irremediablemente hacia un destino sin retorno. De ahí también que, en el momento culminante de la cinta, éste descargue su ira sobre las colmenas, teniendo en cuenta que las abejas, símbolo de la comunidad y el trabajo colectivo, contrastan con la soledad sin límites que aflige a Spyros.



miércoles, 24 de julio de 2024

La noche de Varennes (1982)




Título original: La nuit de Varennes
Director: Ettore Scola
Francia/Italia, 1982, 152 minutos

La noche de Varennes (1982) de Ettore Scola


Road movie dieciochesca, la acción de La nuit de Varennes (1982) no transcurre a bordo de ningún automóvil, como es lógico, sino de una carroza de postas que se adentra en la Francia profunda un 20 de junio de 1791, esto es, en vísperas de la detención de Luis XVI y María Antonieta. Por eso sigue un recorrido que coincide, a grandes rasgos, con el itinerario del rey en su huida desesperada del fragor revolucionario que asolaba las calles de París.

Sin embargo, habrá de transcurrir media hora hasta que suba a bordo Casanova (Marcello Mastroianni), el personaje más ilustre de cuantos se dan cita en este fresco histórico. Y aunque el viejo seductor es ya un hombre entrado en años, mantiene intacto su encanto. Hasta el extremo de que allí adonde hacen alto aparece siempre alguna conquista de juventud (real o fingida) que le presenta sus respetos. Pero ha pasado el tiempo, y el decrépito tenorio, que no comprende el mundo que le rodea, hace mutis por el foro antes de que la diligencia llegue a su destino final.



La meticulosa puesta en escena del italiano Ettore Scola logra algo tan difícil en cine (y a la vez tan meritorio) como es el hecho de insuflar vida a cuanto sucede en pantalla. A este respecto, el vestuario, las localizaciones y la dirección artística en general conforman un retablo de enorme rigor histórico, resuelto con suma maestría, entre otros factores, gracias al recurso de la troupe que abre y cierra el relato con el reclamo de una linterna mágica que conecta el pasado con el futuro (es decir, nuestro presente).

En resumidas cuentas, al imaginar un encuentro casual entre varios personajes históricos y ficticios que viajan por la misma ruta (Thomas Paine, Restif de la Bretonne y una dama de compañía de la reina, aparte del ya mencionado Casanova), Scola crea un microcosmos que refleja la complejidad y la diversidad de la convulsa sociedad francesa de finales del siglo XVIII.

Hanna Schygulla interpreta a la condesa Sophie de la Borde


martes, 23 de julio de 2024

Conflicto de sangre (1978)




Título original: Un fatto di sangue nel comune di Siculiana fra due uomini per causa di una vedova. Si sospettano moventi politici. Amore-Morte-Shimmy. Lugano belle. Tarantelle. Tarallucci e vino
Directora: Lina Wertmüller
Italia/Reino Unido, 1978, 124 minutos

Conflicto de sangre (1978) de Lina Wertmüller


Aparte de ostentar el récord Guinness por el título más largo de la historia del cine, Fatto di sangue fra due uomini per causa di una vedova. Si sospettano moventi politici (1978) narra un singular triángulo amoroso en la Sicilia de 1920. Son los días previos al advenimiento del fascismo y a la brava Concetta 'Titina' Paternò le acaban de matar el marido a tiros. El asesino en cuestión no es otro sino el altanero Vito Acicatena (Turi Ferro), el cacique del pueblo, quien además abusa sexualmente de la viuda entre las ruinas del templo griego de Segesta.

Ni que decir tiene que, en lo sucesivo, el deseo de vendetta será una constante para la mujer y sus allegados. Uno de ellos, Rosario Maria Spallone (Marcello Mastroianni), es un abogado socialista de aire un tanto quijotesco que se propone regenerar la región acabando con la conspiración de silencio impuesta por Acicatena y el resto de terratenientes. El otro, en cambio, responde al nombre de Nick Sanmichele (Giancarlo Giannini) y es un intrépido gánster neoyorquino, primo del difunto Angelo, que ha vuelto a la tierra de sus ancestros para tomarse la justicia por su mano.



A pesar de ser una mujer fuerte e independiente, Titina se verá obligada a depender de los hombres para su protección y supervivencia, lo cual denota una red de poder y violencia en la que la justicia se compra y se vende, y donde la ley se utiliza a menudo para proteger a los poderosos. Aun así, el acierto principal del guion y puesta en escena de la directora Lina Wertmüller (1928-2001) consiste precisamente en haberle dado un ligero toque esperpéntico a unos personajes que, en principio, estaban llamados a representar una tragedia. 

Sin embargo, todos los implicados en la trama evidencian unos rasgos caricaturescos por encima de la innegable crítica social que encierran los acontecimientos descritos. Así pues, la viuda Paternò, con sus profundas ojeras negras y sus modales montaraces, tiene algo de fiera por domesticar, mientras que los dos individuos que se disputan su amor (uno más idealista, el otro más de acción) representan la cara y la cruz de esos "hechos de sangre" a los que alude el interminable título original.



lunes, 22 de julio de 2024

Amantes (1968)




Título original: Amanti
Director: Vittorio De Sica
Italia/Francia, 1968, 88 minutos

Amantes (1968) de Vittorio De Sica


A juzgar por lo que insinúa Mastroianni en sus memorias a propósito de la breve relación sentimental que mantuvo con Faye Dunaway durante el rodaje de Amanti (1968), parece bastante claro que la realidad no difería gran cosa respecto al contenido de este sofisticado drama romántico dirigido por Vittorio De Sica en el que un hombre y una mujer, casi dos desconocidos, darán prueba, a lo largo de diez días, del intenso amor que se profesan.

Elegante y superficial, la trama no pasa de ser, sin embargo, un mero pretexto un tanto inverosímil para el lucimiento de ambas estrellas. De hecho, son los ambientes lujosos (como el impresionante palacio renacentista en el que se instala ella al principio de la película) o los paisajes alpinos a los que posteriormente se trasladan Valerio (Mastroianni) y Julia (Dunaway) los que se acaban erigiendo en verdaderos protagonistas.



Evidentemente, no falta el elemento lacrimógeno, en forma de gravísima enfermedad terminal que nunca llega a especificarse, con el objetivo de tocarle la fibra a un espectador que acabará temiendo, dado lo abierto del desenlace, si acaso la pareja se plantea tomar una decisión drástica conjuntamente.

En todo caso, nadie quedó satisfecho con el resultado final de una cinta que figura en algunas antologías de los peores filmes de la historia. Ni siquiera Mastroianni, en su ya mencionado libro de memorias, se corta lo más mínimo a la hora de calificarla de "tontería" y cosas peores, especificando que hasta el propio De Sica admitía haber aceptado el encargo única y exclusivamente para pagar sus deudas.



domingo, 21 de julio de 2024

El gran atasco (1979)




Título original: L'ingorgo
Director: Luigi Comencini
Italia/Francia/Alemania/España, 1979, 128 minutos

El gran atasco (1979) de Luigi Comencini


Un subgénero cinematográfico al alza durante la década de los setenta fue el que mostraba a la humanidad al borde del colapso, ya fuese en forma de distopía futurista, caso, por ejemplo, de Soylent Green (1973) de Richard Fleischer, o bien denunciando los riesgos que comporta el progreso en un presente de lo más inhóspito. A esta última vertiente pertenecerían títulos tan diversos como La grande bouffe (1973) de Marco Ferreri, La cabina (1972) de Antonio Mercero o L'ingorgo (1979) de Luigi Comencini, todos ellos centrados, de un modo u otro, en la alienación del individuo en el marco de la sociedad de consumo.

Así pues, la cinta que nos ocupa transcurre durante un atasco de proporciones descomunales, metáfora del capitalismo salvaje, muy parecido al que ya describiera Godard en la mítica Week-end (1967). Planteamiento que se presta, dicho sea de paso, a un tipo de guion (libremente inspirado en un cuento de Cortázar) conformado por las múltiples historias de los muchos conductores atrapados en semejante trampa. La ocasión era ideal, por tanto, para reunir a un variopinto elenco de actores de distintas nacionalidades, fruto de la coproducción entre Italia, Francia, Alemania y España, en el que coincidieron, entre otros muchos, intérpretes de la talla de Marcello Mastroianni, Gérard Depardieu o Fernando Rey (el público español reconocerá, además, a Pepe Sacristán, Paco Algora o José María Prada en papeles menores).



A medida que avanzan las horas, y las condiciones para la supervivencia sobre el asfalto se degradan, la impresión de conjunto que arroja este gran mosaico humano emparenta de pleno con algunos elementos ya descritos por Buñuel en El ángel exterminador (1962). No en vano, su hijo Juan Luis se encargó de dirigir la segunda unidad y por ahí pudiera venir un cierto toque surrealista que se deja sentir en determinados momentos. Aunque también hay otras escenas, por ejemplo la de la violación del personaje de Ángela Molina, que se adelantan a lo que sucederá en títulos muy posteriores, caso de Le temps du loup (2003) de Haneke.

Sin embargo, la gran diferencia respecto a los modelos arriba indicados radica en el carácter de comedia coral de una cinta cuyo humor negro encubre una visión demoledora del mundo moderno y hasta de la propia condición humana. Buena prueba de ello es una galería de personajes secundarios pertenecientes a muy distintos orígenes sociales, pero entre los que destacan el cinismo del abogado al que da vida Alberto Sordi, siempre dispuesto a aprovecharse del prójimo, o la voracidad de la que hacen gala las clases subalternas cuando se trata de satisfacer, cueste lo que cueste, sus necesidades básicas.



sábado, 20 de julio de 2024

Sábado inesperado (1973)




Título original: Mordi e fuggi
Director: Dino Risi
Italia/Francia, 1973, 107 minutos

Sábado inesperado (1973) de Dino Risi


Giulio Borsi (Marcello Mastroianni) es el típico industrial vividor, maduro y acostumbrado a que las cosas le vengan siempre de cara. Propietario de una empresa farmacéutica, para él la vida no tiene secretos y, como en tantas ocasiones, se dispone a pasar un fin de semana a lo grande junto a Danda (Carole André), su atractiva amante veinteañera. Pero, a pesar de tenerlo todo milimétricamente planeado, hay imprevistos que no se pueden calcular...

Mordi e fuggi (1973), que en italiano vendría a ser algo así como "Pega y corre", parte de una premisa a priori dramática para orquestar una comedia hilarante, road movie de trasfondo ideológico en la que tres terroristas de extrema izquierda, liderados por un tal Fabrizio (Oliver Reed), toman como rehenes a la pareja protagonista para vivir con ellos una odisea repleta de contratiempos.



La filiación anarquista de los secuestradores, frente a la naturaleza opuesta de cuantos les rodean, dará pie a no pocas discusiones políticas en torno a la lucha de clases e incluso a alguna que otra reivindicación feminista, pero también a momentos de enorme comicidad. Sobre todo cuando los personajes se refugian en casa de un viejo general (Lionel Stander) que vive retirado en compañía de una hermana solterona.

Aunque antes de eso, durante la larga persecución por carretera con decenas de policías y de periodistas pisándoles los talones, queda patente la voluntad satírica de un filme que, entre risas y bromas, denuncia la decadencia de los usos y costumbres burgueses, así como el sensacionalismo de unos medios de comunicación de masas cuyo afán por conseguir la máxima audiencia encubre, en realidad, su servidumbre respecto al poder del Estado.



viernes, 19 de julio de 2024

Una vida privada (1962)




Título original: Vie privée
Director: Louis Malle
Francia/Italia, 1962, 104 minutos

Una vida privada (1962) de Louis Malle


El olfato comercial de los productores cinematográficos propició que Marcello Mastroianni trabajase a lo largo de su carrera con la práctica totalidad de sex symbols femeninos de aquel entonces. Y así, aparte de las glamurosas Sophia Loren o Anita Ekberg, el actor italiano lo mismo formó pareja artística, entre otras muchas, con Ursula Andress, Raquel Welch o Brigitte Bardot.

Junto a esta última y a las órdenes del director Louis Malle protagonizó Vie privée (1962), olvidable filme a propósito de una joven estrella de cine que, desbordada por el éxito, se refugia en los brazos del marido de su mejor amiga. Fabio (interpretado por Mastroianni) responde a un perfil profesional (editor, traductor, escenógrafo teatral...) que poco o nada tiene que ver con el ambiente mundano de la burguesía suiza del que procede Jill (Bardot), pero aun así la pasión nace entre ambos y ella no dudará en seguirlo hasta Espoleto, donde tiene lugar su célebre festival, huyendo del acoso de los admiradores y de la prensa.



Independientemente de que en un primer momento se intente remedar cierto estilo Nouvelle Vague mediante la voz en off que narra cómo Jill pasa de ser una simple chica bien a cotizada modelo y actriz, las escasas habilidades interpretativas de la Bardot no permitían elaborar otra cosa que no fuese un simple producto superficial cuyo único gancho se hallaba precisamente en su atractiva pareja protagonista.

Y aunque casi dos millones de espectadores acudieron a las salas, la cifra dista enormemente de otros éxitos de taquilla conseguidos por BB, por ejemplo los más de cinco millones y medio que fueron a verla en La vérité (1960) de Henri-Georges Clouzot. En cualquier caso, la cinta, todo un canto contra el precio de la fama, culmina con una escena de cariz trágico que, sin embargo, resulta al mismo tiempo, por como está filmada, una auténtica liberación.



jueves, 18 de julio de 2024

La mujer del cura (1970)




Título original: La moglie del prete
Director: Dino Risi
Italia/Francia, 1970, 103 minutos

La mujer del cura (1970) de Dino Risi


Una película atrevidísima que, por razones obvias, jamás se estrenó comercialmente en la España franquista. La historia de amor entre un tímido sacerdote que trabaja en el Teléfono de la Esperanza (Marcello Mastroianni) y una cantante en horas bajas (Sophia Loren) que, tras cuatro años de noviazgo, acaba de descubrir que su prometido estaba en realidad casado.

A priori pudiera parecer un planteamiento morboso al estilo decimonónico, pero lo cierto es que La moglie del prete (1970) bebe de los mismos lugares comunes que cualquier comedia italiana de aquel entonces. En ese sentido, el hecho de que el cura no se desprenda de su sotana durante la mayor parte de la trama, salvo un breve instante en el que se prueba una vistosa americana a cuadros, no impide que el enamoramiento entre los protagonistas discurra por los cauces de una relación amorosa "convencional".



Sin embargo, lejos de recrearse en la frivolidad, el filme de Dino Risi esboza cuestiones de hondo calado a propósito de la necesaria modernización del clero. O de cómo el desparpajo de una joven de su tiempo, efusiva y espontánea, puede despertar los instintos sensuales de un ministro de Dios hasta el extremo de convencerlo para que cuelgue los hábitos.

En una época marcada por grandes transformaciones sociales y políticas en Italia, el Concilio Vaticano II había promovido la introducción de importantes reformas en el seno de la Iglesia Católica, y el celibato sacerdotal era un tema de debate cada vez más acalorado. En este contexto, la película de Risi abordaba una cuestión espinosa con una interesante mezcla de humor y drama no exenta de ambigüedad, lo que, además de generar una gran controversia, la convirtió también en un éxito de taquilla.



miércoles, 17 de julio de 2024

Escipión, el africano (1971)




Título original: Scipione detto anche l'africano
Director: Luigi Magni
Italia/Francia/Alemania, 1971, 114 minutos

Escipión, el africano (1971)


Sin llegar a ser un péplum ni tampoco una comedia al uso, Scipione detto anche l'africano (1971) combina sabiamente elementos que proceden de distintos subgéneros cinematográficos. Resulta inevitable, por  ejemplo, no pensar en el Rossellini más didáctico, el de sus producciones televisivas en torno a personalidades históricas como Sócrates o Luis XIV. Pero, al mismo tiempo, ahí está también esa chispa tan genuinamente italiana en las réplicas de unos diálogos brillantísimos.

Aparte de la vis cómica de Vittorio Gassman haciendo de Catón el Censor, azote de los escipiones por culpa de quinientos talentos de oro procedentes de los tributos pagados por el rey de Siria y que jamás llegaron a Roma, hay otros momentos en que los personajes dejan frases para la reflexión. Así pues, la madre de Catón alerta al hijo de que el drama se produce "cuando todo el mundo habla por su cuenta y nadie te responde", mientras que el propio Júpiter, dios del Olimpo, alecciona al protagonista espetándole aquello de: "¿Qué creías: que el mundo se acaba contigo? ¡El mundo no se acaba nunca!".



Sin embargo, la cinta (coproducción entre Italia, Francia y Alemania) es célebre por haber reunido en la pantalla a los dos hermanos Mastroianni en lo que supuso la única incursión interpretativa de Ruggiero, reputado montador por otra parte. Y es que en sus papeles de Escipión (Africano y Asiático, respectivamente) ambos demuestran una sintonía entre ellos que manifiestamente se prolongaba más allá de la ficción.

Pese a que el célebre general romano derrotase a Aníbal en la batalla de Zama, la película se centra, no obstante, en la vida de Escipión después de la guerra, cuando debió enfrentarse a la ingratitud del Senado romano y las intrigas contra su persona por una supuesta trama de corrupción. Con todo y con eso, el magnífico guion de Luigi Magni da en el clavo al satirizar circunstancias y lugares comunes que hoy siguen tan vivos como en la política de hace dos mil años. Que es lo que ocurre, sin ir más lejos, con esa ambigua inicial que consta en unos papeles comprometedores (todo esto muchos años antes de nuestro Bárcenas...) y que lo mismo podría delatar a un hermano o al otro.

Marcello y Ruggiero, los hermanos Mastroianni


martes, 16 de julio de 2024

El extranjero (1967)




Título original: Lo straniero
Director: Luchino Visconti
Italia/Francia/Argelia, 1967, 105 minutos

El extranjero (1967) de Luchino Visconti


Hoy ha muerto mamá. O quizás ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: «Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias.» Pero eso no quiere decir nada. Quizá fuera ayer.

Albert Camus
El extranjero
Traducción de Bonifacio del Carril

Ni es la más aclamada ni la más célebre de las películas de Visconti, pero también es verdad que la fuerza del texto en el que se basa, unida a la gran actuación de Marcello Mastroianni, utilizando la Argelia colonial francesa como telón de fondo, hacen de Lo straniero (1967) un título a tener en cuenta.

Sin embargo, ciertos problemas con los derechos de autor motivaron que durante años el filme permaneciese fuera de los circuitos de exhibición, siendo prácticamente imposible disfrutar de esta espléndida adaptación de la novela homónima del premio Nobel Albert Camus.

El ambiente tórrido se convierte prácticamente en otro personaje


En ese orden de cosas, llama poderosamente la atención la enorme fidelidad del guion y la puesta en escena respecto al contenido de un clásico de la narrativa contemporánea que es, al mismo tiempo, paradigma de la literatura existencialista. A este respecto, su protagonista masculino representa al hombre apático e indiferente que lucha por conectar con el mundo que lo rodea, si bien su falta de emoción ante la muerte de su madre, así como el asesinato de un árabe, lo convertirán en un individuo peligroso para la intransigente sociedad argelina.

Aun así, y por más que las tribulaciones del abúlico Merseault queden perfectamente reflejadas en pantalla, también es cierto que el resultado final, tal vez un tanto convencional, no alcanza el dramatismo nihilista de otros títulos de parecida inspiración como, por ejemplo, El fuego fatuo (Le feu follet, 1963) del francés Louis Malle.