Título en español: Campo abierto
Director: Kevin Costner
EE.UU., 2003, 139 minutos
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| Open Range (2003) de Kevin Costner |
A diferencia de lo que ocurría en Bailando con lobos (1991), el gran éxito de público y crítica de Kevin Costner, coronado con siete premios Óscar, la posterior Open Range (2003) discurre por unos derroteros mucho más convencionales. De entrada porque la presencia de aborígenes norteamericanos brilla por su ausencia, tratándose de una historia entre colonos y ganaderos que dirimen sus diferencias a tiro limpio. Aunque también es cierto que, ya en pleno siglo XXI, la corrección política hacía inviable abordar según qué temas y de ahí que la pareja protagonista, en vez de congeniar con tribus indígenas, se dedique a salvar a un perro de morir ahogado o suelte, incluso, alguna que otra lagrimilla porque le han matado el suyo...
En todo caso, es éste un wéstern atípico por el hecho de haberse rodado en Canadá (concretamente en el estado de Alberta), lo cual le otorga una apariencia paisajística, en honor a su título original, de grandes espacios abiertos en los que el equipo de producción invirtió más de un millón de dólares en levantar un poblado desde cero, ya que a Kevin Costner no le gustaba ninguno de los que se hallaban en los contornos, si bien el lugar elegido estaba tan aislado que tuvieron que gastarse otros 40.000 dólares más sólo para construir una carretera que llegase hasta allí.
Aun así, la clave para comprender las motivaciones de Charley y Boss, interpretados respectivamente por unos Kevin Costner y Robert Duvall cuya química constituye una de las principales bazas de la película, reside en que a sus personajes no les mueve la sed de venganza, sino el afán de llevar a cabo un acto de justicia. De ahí que la trama se desarrolle a ritmo lento hasta desembocar en el clímax del tiroteo final, no sin antes recrearse en la belleza indómita de unos parajes que la excelente fotografía de J. Michael Muro capta con una paleta de tonalidades inspirada en la obra de pintores norteamericanos del XIX como, por ejemplo, los paisajistas del Oeste Albert Bierstadt y Frederick Edwin Church.
Por último, la presencia en el elenco de Annette Bening como Sue Barlow, la mujer que ofrece a Charley y a Boss el atisbo de un futuro más tranquilo, aporta una cuota de sensibilidad que la banda sonora de Michael Kamen no hace sino subrayar. Elementos de un filme crepuscular, a ratos incluso sombrío, en el que el eco clásico de Ford y Hawks (pero también del Clint Eastwood de Sin perdón) se traduce en dos espíritus libres que cabalgan juntos mientras conducen su ganado a través de la vasta pradera. Razón por la cual no dudarán en rebelarse contra las tropelías de un terrateniente tiránico cuando se adentren en los dominios de Denton Baxter (Michael Gambon).
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