Director: Antonio Momplet
España, 1953, 79 minutos
La hija del mar (1953) de Antonio Momplet |
MARIONA: Encara sou aquí? Si va a començar la missa!
ÀGATA: Ara hi anem, ara, Mariona. I vine, que et vull fer un petó... més petó que mai. (Li fa.) Aquest val per un miler de petons. A tu sí que t'estimo! Mireu, noies, els pares d'aquesta m'estimaven més a mi! I com ara són morts an ella és a qui més m'estimo de tot el món jo. Eh que tu també m'estimes, Mariona?
MARIONA: Sí, dona, sí. Però estigues per la missa…
Àngel Guimerà
La filla del mar (1900)
Visibilitzem el cinema català (1940-2014) es una iniciativa auspiciada por la Filmoteca de Catalunya que se propone rescatar del olvido buena parte de nuestro patrimonio cinematográfico. Y así, dentro del plan de digitalización de los fondos fotoquímicos depositados en el archivo de dicha institución, le tocaba el turno hace justo un año a La hija del mar (1953), objeto de un exhaustivo escaneo en 5K que le devuelve su esplendor primitivo a una cinta de innegable sabor local.
De hecho, los exteriores de la película, adaptación del drama homónimo que Guimerà había estrenado primero en castellano, en Buenos Aires (Teatro Odeón, 12 de septiembre de 1899), y posteriormente en catalán (Barcelona, Teatre Romea, 6 de abril de 1900), se rodaron en Cadaqués y otros parajes de la por entonces virginal Costa Brava. Asimismo, en un par de ocasiones se escucha cómo los alegres pescadores entonan canciones en lengua vernácula. Y hasta bailarán una sardana en otra escena. Todo un atrevimiento, por cierto, en una época en la que la persecución de los símbolos identitarios catalanes estaba a la orden del día.
Fue su director Antonio Momplet (1899-1974), gaditano de vida errante que, tras sus inicios en el cine de la República, continuaría su carrera en Argentina y más tarde en Méjico, donde rodó varios filmes, para regresar del exilio a principios de los cincuenta. Su primer trabajo, ya de vuelta en España, drama marinero entre lo cainita y lo pasional, contaba con la producción de los Estudios IFI (marca comercial del prolífico Ignacio Farrés Iquino) y el propio Momplet, hombre curtido en mil lides, ejerció labores de productor asociado.
No puede decirse, sin embargo, que el guion de Francisco Bonmatí de Codecido y José Antonio de la Loma, entre otros, fuese especialmente fiel con un texto cuyo trágico desenlace quedaba aquí atenuado hasta el extremo de salvar a esa especie de Cenicienta que es Águeda (Mercedes de la Aldea) para que la muchacha y el apuesto Tomás Pedro (Virgilio Teixeira), después de que él haya acudido por fin a la iglesia, se alejen de la mano mientras suenan de fondo los acordes del Aleluya de Haendel. Remate de evidentes connotaciones expiatorias con el que se cierra un drama en el que antes hemos visto al brutal tío Roque (Manuel Luna) ajustar cuentas con la femme fatale Mariona (Isabel de Castro).