domingo, 17 de julio de 2016

Barcelona, ferida oberta (2016)




Título original: Barcellona, ferita aperta
Directora: Mónica Uriel
Italia, 2016, 53 minutos



A punto de cumplirse el octogésimo aniversario de la sublevación militar que daría pie a la Guerra Civil Española, el documental de la periodista Mónica Uriel revisa uno de los episodios menos conocidos de la contienda: el bombardeo aéreo que la aviación italiana efectuó sobre la ciudad de Barcelona en marzo de 1938.



A día de hoy, aún es hora de que las autoridades de aquel país pidan perdón (como ya hiciera Alemania en relación a lo acontecido en Gernika) por unos hechos que acarrearon la muerte de al menos 2.500 personas. A lo cual hay que añadir la querella que en 2013 se interpuso contra los pilotos responsables.

Quizá el momento más emotivo de Barcellona, ferita aperta (el título es, por cierto, un calco evidente de Roma, città aperta) sea el encuentro entre Rosina Costa (hija del aviador Luigi Costa) y Alfons Cànovas (hijo, a su vez, de una de las víctimas), así como el que la italiana mantiene con Ana Raya (herida ella misma en uno de los bombardeos). Y es Rosina quien, simbólicamente, aprovecha su visita a la ciudad condal para pedir las disculpas que jamás llegaron desde instancias oficiales.

Alfons Cànovas abraza a Rosina Costa

También intervienen historiadores (Andrea Tappi) y juristas (Santiago Vidal, Jaume Asens) para, respectivamente, reconstruir los hechos históricos y para analizar las posibilidades que tiene la querella de prosperar.

Al margen de las imágenes inéditas que se incluyen, filmadas por la propia aviación italiana, y de otras ya conocidas (como Catalunya màrtir, el reportaje que sobre aquellos hechos efectuó el Comisariado de propaganda de la Generalitat de Catalunya), sorprende el comprobar cómo las autoridades franquistas debieron seguir pagando hasta 1967 la deuda que habían contraído con Italia al solicitar los servicios de sus fuerzas aéreas. Para aquel entonces la República Italiana era ya una democracia, lo mismo que la actual España, pero ni lo uno ni lo otro sirvió, al parecer, para cerrar unas heridas que estaban y siguen aún abiertas.

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