sábado, 12 de marzo de 2016

El arte de vivir... pero bien (1968)




Título original: Alexandre le bienheureux
Director: Yves Robert
Francia, 1968, 100 minutos

El arte de vivir... pero bien (1968)


Como pedrada en ojo de suegra (que ni faltó ojo ni sobró piedra...): así de a propósito le viene al protagonista de esta película la muerte accidental de su mujer, habida cuenta de lo insufrible de sus muchas exigencias. "Que si Alexandre recoge las calabazas, que si Alexandre clava las estacas de la empalizada, que si ahora esto, que si luego lo otro..." Ni un segundo de tranquilidad le deja la Alta (Françoise Brion) al cachazudo de su marido (Philippe Noiret), un campesino de lo más parsimonioso que, una vez viudo, decide encerrarse en su habitación para pasar el día durmiendo a pierna suelta sin hacer absolutamente nada.

Estrenada en 1968, la comedia de Yves Robert parece estar conectada en espíritu con los estudiantes del mayo parisino, ya que el hecho de que Alexandre decida dar suelta a todos los animales de la granja tiene, sin duda, bastante de revolucionario. Como igualmente subversivo es el hecho de sublevarse contra las obligaciones del día a día: lo mismo el protagonista que aquellos de sus paisanos que imitan su ejemplo, todos parecen dar la razón a Freud por aquello de El malestar en la cultura. Incluso los niños que se ponen de acuerdo para no ir al colegio y que recuerdan, por momentos, a los de La guerra de los botones (1962), otro filme de Yves Robert.

Claro que Alexandre el afortunado cuenta con una ventaja sobre los demás: el auxilio canino de Kaly, fiel servidor que, como el Berganza de El coloquio de los perros, va a hacer la compra para su amo con la espuerta en la boca. Aunque no hace falta remontarse a Cervantes para encontrar un chucho tan solícito: en Umberto D. (Vittorio de Sica, 1952) Flick demuestra el mismo cariño hacia el pobre pensionista arruinado. Y de habilidades similares hará gala años después Uggy, el perro estrella de otro filme francés: The artist (Michel Hazanavicius, 2011).

¿Qué hará, finalmente, Alexandre ahora que ha logrado disfrutar plenamente de su existencia? ¿Será Agathe (Marlène Jobert) tan despreocupada como él? ¿Le dará Alexandre el sí quiero para volver a ser un hombre "felizmente" casado? Un bello campo de girasoles con la música de fondo del debutante Vladimir Cosma será la elocuente respuesta con la que se cerrará el filme.

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