Director: Fernando Trueba
España, 1998, 121 minutos
La niña de tus ojos (1998) de Fernando Trueba |
La abundancia de apellidos checos en los títulos de crédito de La niña de tus ojos (1998) delata el lugar donde se rodó realmente una película que, sin embargo, situaba su acción en la Alemania nazi. Episodio verídico, como todo el mundo sabe, en el que se recrea la producción, auspiciada por el mismísimo Goebbels, de un filme folclórico de temática andaluza, Carmen la de Triana (1938), en los estudios UFA y en doble versión hispanogermana, mientras en España continuaba la contienda civil. Huelga decir que el personaje de Macarena Granada, interpretado por Penélope Cruz, se inspiró en Imperio Argentina, mientras que el director Blas Fontiveros (Antonio Resines) sería el trasunto de Florián Rey.
Con guion de, entre otros, Rafael Azcona y David Trueba, la cinta se desarrolla según los parámetros de una comedia coral cuyos papeles principales recaen sobre una nutrida selección de intérpretes en la que destacan nombres de la talla de Jorge Sanz, dando vida al galán y "herido" de guerra Julián Torralba, Rosa Maria Sardà, Santiago Segura, Loles León, Jesús Bonilla o Neus Asensi. También en papeles secundarios, más esporádicos, intervienen María Barranco, como la fogosa señora del embajador franquista (Juan Luis Galiardo) y hasta la mítica Hanna Schygulla haciendo de esposa del influyente ministro Goebbels (Johannes Silberschneider).
Tanto el tono general como el trasfondo de la trama pudieran recordar en determinados momentos a los de la italiana La vita è bella (1997), de Roberto Benigni, que un año antes había arrasado en la edición de los Óscar y cuya comicidad encubría también acontecimientos tristemente dramáticos. Así, por ejemplo, los extras que participan en el rodaje de la película son, en realidad, famélicos prisioneros judíos procedentes de un campo de exterminio, lo cual dará pie a alguna que otra situación tensa, sobre todo a medida que la temperamental Macarena se sienta atraída por un apuesto recluso de nacionalidad rusa (Karel Dobrý).
Por lo demás, la acción se desarrolla según los parámetros de lo que constituye un sentido homenaje al mundo de la farándula, y en especial a una generación de artistas españoles, pero en el que también tienen cabida guiños al cine clásico, como ese desenlace en la pista de un aeropuerto que tanto recuerda al final de Casablanca (1942). Siete premios Goya, de un total de dieciocho nominaciones, coronaron el éxito de un filme que, años después, sería objeto de su propia secuela con prácticamente el mismo elenco protagonista y bajo el título de La reina de España (2016).
Curioso y surrealista episodio el que inspiró a Trueba para esta película.
ResponderEliminarEran otros tiempos.
EliminarA mi juicio, la mejor película de Fernando Trueba, en la que, a diferencia de otros títulos suyos más irregulares, halla el tono adecuado y emula de modo sobresaliente a los clásicos de la comedia sin renunciar al trasfondo trágico de la historia.
ResponderEliminarEllo sin olvidar un libreto memorable de Rafael Azcona y David Trueba, ni el trabajo de todos los actores, incluso los más secundarios. Pero lo de Penélope Cruz es mayúsculo. Como dije en mi post sobre el asunto, racial sin que parezca una parodia, divertida, apasionada, y, por supuesto, guapísima.
Un abrazo.
A todo lo que destacas, yo añadiría también la excelente fotografía de Javier Aguirresarobe, cuyas tonalidades recuerdan, en cierto modo, las de algunas pinturas de Goya.
EliminarUn abrazo.
El equipo de guionistas, con el gran Azcona a la cabeza, consiguió un trabajo redondo, sutil, brillante y certero, como en los mejores binomios de la época dorada de la comedia (Brackett & Wilder, Wilder & Diamond). Luego, el talento y habilidad de Fernando Trueba, un director cinéfilo (con filias muy concretas y confesadas) fueron suficientes para redondear un producto medido, bien diseñado y sin fisuras, deudor, en cualquier caso, del Lubitsch de TO BE OR NOT TO BE. A destacar, los espléndidos trabajos de Penélope Cruz, Antonio Resines y Mirosláv Taborsky como el inefable “traductor”.
ResponderEliminarDesde luego, su nefasta y tardía secuela, LA REINA DE ESPAÑA, que comentas más abajo, merece nuestro más piadoso olvido.
Un saludo.
Ya que mencionas al checo Mirosláv Taborsky, tiene gracia que le concedieran el Goya al actor revelación cuando resulta que el hombre llevaba en activo desde hacía más de una década.
EliminarSaludos.