jueves, 24 de junio de 2021

El asesino de Pedralbes (1978)




Director: Gonzalo Herralde
España, 1978, 86 minutos

El asesino de Pedralbes (1978) de Gonzalo Herralde


Escuchar los pormenores de un feroz asesinato en boca del propio criminal, como si de algo cotidiano se tratase, supone una experiencia tan sumamente estremecedora que no hay película de terror que se le iguale. Sobre todo si el individuo en cuestión responde al nombre de José Luis Cerveto, condenado a dos penas de muerte en 1977 por haber cosido a puñaladas al matrimonio Roig-Recolons, para quienes había trabajado, hasta poco antes de los hechos, en calidad de chófer y mayordomo. No hay más que echar un vistazo a los ojos de este sujeto, recluido por aquel entonces en el penal de Huesca, para darse cuenta enseguida del abismo que se oculta tras su mirada: una infancia marcada por la miseria en el alicantino barrio de Rabassa, años de hospicio durante la posguerra... Penurias y humillaciones, en suma, que acabarán perfilando el carácter del futuro asesino y pederasta.

Pocas veces el género documental ha adquirido tanta fuerza como en aquellos primeros momentos de nuestra democracia, cuando títulos como El asesino de Pedralbes (1978)Queridísimos verdugos (1977), de Basilio Martín Patino, se atrevieron a desvelar algunos aspectos de la sociedad española cuyo tratamiento habría sido del todo imposible en tiempos de la dictadura. Ya en su anterior filme, Raza, el espíritu de Franco (1977), el cineasta Gonzalo Herralde había indagado en algunos de esos tabúes. Que un año después, y con el pretexto de abordar uno de los casos más sonados de la crónica negra, le permitió una impactante aproximación a las cárceles y al sistema judicial heredados del franquismo.



Era la primera vez en España que las cámaras accedían al interior de un centro penitenciario, por lo que el contenido del material filmado por Herralde adquiere una relevancia aún mayor, si cabe. De ahí que, como indicaban los títulos de crédito iniciales, "los fragmentos con deficiencias técnicas se han incluido por su irrepetible interés testimonial". Caso, por ejemplo, de ese plano desenfocado, en la enfermería de la cárcel, en el que Cerveto se va gradualmente exaltando al hablar de los psiquiatras que lo atendieron durante la instrucción de la causa (según él mismo confiesa, "como se estudia un conejo de laboratorio") hasta frenar de golpe su propia perorata y disculparse, consciente de su sobrexcitación.

Se ha señalado, con bastante frecuencia, el enorme influjo del nuevo periodismo americano en el planteamiento de la película. A este respecto, los diversos testimonios que aporta el resto de entrevistados, hombres y mujeres que conocieron a Cerveto en algún momento de su trayectoria vital, dibujan el perfil de un tipo inteligente a pesar de carecer de estudios, afable y cordial en el trato con sus vecinos, pero dotado de una equívoca inclinación, que no tiene inconveniente en admitir, por ganarse el favor de los niños y que achaca a los abusos que él mismo padeció durante su estancia en el orfelinato. Causas que, junto a los malos tratos que le infligieron las monjas, constituirían el origen de su posterior aversión hacia cualquier forma de autoridad.



4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Tanto, que cuando logró acceder a la libertad en 1988 reincidió en sus tendencias pedófilas...

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  2. Hola Juan!
    A riesgo de sonar exagerado o ridiculo dire algo, a mi esto escuchado de boca del autor me provoca una sensación que me recuerda a cuando vas por la carretera y ves el típico accidente en el que están ambulancias, guardia civil y demás, aminoras la marcha y ves un par de cuerpos tapados con una sabana blanca, se te hace un nudo en el estomago. Ver a este tipo impresiona y acongoja. La de Martin Patino y sus verdugos solo la vi una vez, me dejo muy mal cuerpo.
    Saludos!

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    1. Coincido contigo en que se trata de una película que da mal rollo, aunque no por ello deja de ser un documento excepcional.

      Saludos.

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