sábado, 19 de diciembre de 2020

Tormento (1974)




Director: Pedro Olea
España, 1974, 89 minutos

Tormento (1974) de Pedro Olea


Después los dos primos hablaron un poco, sin que nadie se enterase de lo que dijeron. Amparito, en el opuesto ángulo del coche, atendía a las maniobras de la estación y observaba sin chistar los viajeros que, afanados, corrían a buscar puestos; los vendedores de refrescos, de libros y periódicos, las carretillas que transportaban equipajes y el ir y venir presuroso del jefe y los empleados. Deseaba que el tren echase a correr pronto. La inmensa dicha que sentía parecíale una felicidad provisional, mientras la máquina estuviese parada. […] Un tren que parte es la cosa del mundo más semejante a un libro que se acaba.

Benito Pérez Galdós
Tormento

La banda sonora que Carmelo Bernaola compuso para Tormento (1974) tiene un cierto regusto de organillo, al igual que los grabados de época sobre los que figuran impresos los títulos de crédito iniciales. Resabios del Madrid castizo en el que transcurre la acción de la novela y cuyos ambientes decimonónicos aparecen tan bien recreados en esta película.

Fiel a la ideología anticlerical de su autor, el texto galdosiano centra su trama en un sacerdote, Pedro Polo, que, desprovisto de auténtica vocación religiosa, se enamora perdidamente de la sumisa Amparo Sánchez Emperador. Todo un atrevimiento para la España de 1884, fecha de publicación de la obra, y que casi un siglo más tarde, ya en las postrimerías del régimen franquista, seguía siendo un tema tan tabú como morboso.



Buena prueba de ello fue el éxito cosechado por Pedro Olea en el Festival de cine de San Sebastián de aquel año, cuyo jurado, presidido por Nicholas Ray, le otorgó el Premio Perla del Cantábrico al mejor filme de habla hispana. Galardón más que justificado, habida cuenta de las magníficas actuaciones de un elenco que encabezaron Concha Velasco (Rosalía de Bringas), Paco Rabal (Agustín Caballero) y Ana Belén (Amparo).

En realidad, tanto el libro como su adaptación cinematográfica (con guion, entre otros, del novelista Ángel María de Lera) comparten una misma voluntad de erigirse en alegato contra la mojigatería hipócrita y los convencionalismos sociales. De ahí que el indiano don Agustín, movido por su pragmatismo de hombre de mundo, cierre el relato exponiendo los fundamentos de una ética decididamente individualista: "Que digan lo que quieran. ¿Qué me importa el orden, la moral, la familia... ni nada de eso? Se acabaron los principios. Me pongo el mundo por montera. ¿Qué importa que no nos casemos si podemos amarnos, verdad?" Tesis que contrasta con el célebre "¡Puta! ¡Puta! ¡Puta! ¡Puta!" de la zaherida Rosalía en el andén de la estación, uno de los finales más célebres de la historia del cine español.



4 comentarios:

  1. Hola Juan!
    La tengo bastante olvidada la verdad. Posiblemente en su momento no repare mucho en ella. Desde luego el reparto es tremendo, ¡menudo cartel!
    Saludos!

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    1. La suelen poner como ejemplo de buena adaptación de una obra literaria. Ideal para este año en el que se ha conmemorado el centenario del fallecimiento de Galdós.

      Saludos.

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  2. La vi por última vez ya hace cinco años, aparte de algún momento puntual que volví a ver en la tele el viernes y recuerdo que con un leve toque humorístico, que ya está en el libro de Galdós, Pedro Olea trasladó a la pantalla con acierto una de las mejores novelas del autor canario, en la que bajo la capa de una historia romántica, una especie de drama en el que el destino y la mala suerte están presentes, hay una crítica social acerada y un gran retrato de personajes.

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    1. Lo curioso del caso es que esa crítica social a la que aludes, aunque aparezca disfrazada bajo el aspecto vetusto de un drama histórico, resultaba perfectamente aplicable en el momento de estrenarse la película.

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