Director: Miguel Madrid
España, 1975, 103 minutos
El asesino de muñecas (1975) de Miguel Madrid |
Para unos engendro, para otros película de culto, El asesino de muñecas (1975) comienza con unas palabras de su director, Michael Skaife (nombre artístico de Miguel Madrid), según las cuales lo que estamos a punto de ver obedece al "autopsicoanálisis de un psicópata cuya enfermedad mental está basada en uno de los resortes más característicos de la psicopatología criminal: el drama de la doble personalidad". Y lo dice después de haber desmenuzado ante la cámara los miembros de una pepona similar a aquellas con las que el protagonista jugaba de pequeño por imposición de su propia madre, mujer intransigente y castradora que proyectaba así sobre la pobre criatura la sombra de una hija muerta a la que nunca llegó a olvidar.
Con esos antecedentes, el joven Paul (David Rocha) dará continuas muestras de una inestabilidad agravada por el hecho de que ve frustradas sus aspiraciones de convertirse en cirujano cardiólogo, lo cual da pie a un cuadro obsesivo-paranoico que tiene en las chicas jóvenes, aparte de en los maniquíes, una de sus manías persecutorias recurrentes. De modo que, debidamente ataviado con peluca y máscara ad hoc se dedica a sembrar el pánico en los alrededores de la gran mansión que habita en calidad de hijo del jardinero.
Excesiva y pretenciosa en su planteamiento, tal vez desnortada, la cinta alberga, sin embargo, la grata sorpresa de haber rodado parte de sus exteriores en localizaciones tan emblemáticas de la geografía barcelonesa como por ejemplo el Parc Güell, el teatre Grec de Montjuïc, la Ciutadella y hasta los salones del Palau Maricel de Sitges. No en vano, el fantaterror español tenía y tiene muchísimo predicamento en una localidad cuyo certamen cinematográfico era ya por aquel entonces toda una referencia a nivel internacional. La pega es que dichos enclaves se hacen pasar por territorio francés, en las inmediaciones de Montpellier...
Aun así, y tratándose de una producción con depósito legal de 1974, llama la atención (y mucho) todo ese trasfondo fetichista e incluso ligeramente homosexual que se intuye en la figura de Paul, cuyos escarceos con la libidinosa condesa Olivia (Helga Liné) y la angelical hija de ésta (Inma de Santis) debieran soliviantar a unos censores tardofranquistas que, no obstante, dejaron pasar ésas y otras audacias. Por lo demás, la delirante puesta en escena, repleta de visiones y fantasmagorías de todo tipo, contiene varios momentos climácicos, caso del insólito número musical protagonizado por el conjunto "Amores", performance yeyé un tanto lisérgica en la línea de la banda sonora compuesta por Alfonso Santisteban (1943-2013).
Lo de rodar en el Parc Güell, haciéndolo pasar por un castillo francés o turco según la ocasión, o en la Ciutadella (convirtiendo el Parlament en sede de Scotland Yard), ya lo había hecho otro director español con nombre artístico de resonancias anglosajonas: Jesús (Jess) Franco.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto: de hecho, Miguel Madrid colaboró con él en los inicios de su carrera, llegando a interpretar papeles secundarios en varias películas del prolífico director.
EliminarUn abrazo.
Hola Juan!
ResponderEliminarCuando alguna película viene con esa coletilla (de culto) me pongo en guardia. A veces te puedes encontrar auténticos ladrillos y en otras ocasiones descubre joyitas. En alguna ocasión me he referido a una película utilizando esa expresión, ahora mismo no recuerdo el titulo del libro pero versaba precisamente sobre eso, el cine de culto, era una edición americana y desgranaba muy bien ese fenómeno. Esta en particular no la conocía, apuntada queda.
Supongo que aquellos responsables de la censura en los estertores del franquismo acababan haciendo la vista gorda.
Saludos!
Hombre, a ver: es un término del que se abusa con frecuencia, hasta el extremo de que a cualquier película medianamente desconocida se la puede considerar "de culto". En todo caso, ésta reúne los requisitos necesarios para hacer las delicias de cuantos suelen acudir a las maratonianas sesiones nocturnas del Festival de Sitges.
EliminarSaludos.