Título original: The Young One
Director: Luis Buñuel
Méjico/EE.UU., 1960, 96 minutos
La joven (1960) de Luis Buñuel |
Estrenada en Nueva York en la Navidad de 1960, la película fue atacada desde todas partes. A decir verdad, no gustó a nadie. Un periódico de Harlem escribió, incluso, que habría que colgarme cabeza abajo de un farol de la Quinta Avenida. Reacciones violentas que me han perseguido toda la vida. Sin embargo, yo hice esta película con amor. Pero no tuvo suerte. El sistema moral no podía aceptarla. Tampoco tuvo éxito en Europa, y hoy no se proyecta casi nunca.
Luis Buñuel
Mi último suspiro
Traducción de Ana Mª de la Fuente
Una isla en algún remoto rincón del sureste americano. Su interior alberga un coto privado de caza. El rudo guarda y una muchacha medio asilvestrada son sus únicos habitantes (el abuelo de la joven ha fallecido repentinamente, aunque ninguno de los dos parece sentir su muerte). Evvie (Key Meersman) ya es casi una mujer. Miller (Zachary Scott) comienza a mirarla con otros ojos... Un fugitivo irrumpe de improviso buscando dónde guarecerse: su piel es oscura...
¿A qué se debió el fracaso comercial de La joven? En sus memorias, Buñuel lo achaca al hecho de no haber sido lo suficientemente maniqueo a la hora de esbozar la historia, un drama racial cuyos personajes no son ni buenos ni malos, sino que tienen un poco de ambas cosas. Dicha ambigüedad, unida a la atracción que Miller siente hacia una menor, debió de provocar reacciones airadas entre los mismos sectores que, dos años más tarde, acabarían de escandalizarse con la versión que hizo Kubrick de Lolita (1962).
Fiel a su estilo, el cineasta aragonés plantea una puesta en escena repleta de elementos típicamente buñuelianos: el fetichismo focalizado en las piernas de la protagonista y unos zapatos de tacón con los que a duras penas sabe caminar, la manzana que muerde Miller cuando repara por vez primera en el atractivo de Evvie... También hay rifles y hasta una granada de mano, haciendo honor al gusto de don Luis por las armas de fuego. Como no podía faltar el detalle anticlerical, teñido de racismo esta vez, cuando el reverendo Fleetwood (Claudio Brook) le da la vuelta al colchón que está a punto de utilizar porque la noche anterior había dormido en él Traver (Bernie Hamilton).
La caza al hombre a la que se ve sometido este joven afroamericano, al que acusan de una violación que en realidad no cometió, contrasta vivamente con el candor de Evvie, siempre dispuesta a acogerlo y a disfrutar de la música de su clarinete. Ella es un ser puro que ha crecido lejos del mundanal ruido. Tal vez por ello, cuando en la última secuencia la vemos alejarse en la lancha que la conduce a la ciudad, perfectamente ataviada con el vestido que le regaló Miller, se tiene la certeza de que la joven está dejando atrás su inocencia para lanzarse en brazos de una civilización que acabará definitivamente de corromperla.
Hay temas que sacan todo el fariseismo que lleva dentro una sociedad que, en privado, tiene cierta afinidad por esas fantasías, pero que no soportar verlas retratadas en público.
ResponderEliminarBuñuel mete el dedo en la llaga, a sabiendas de que el público norteamericano difícilmente asumirá sus planteamientos.
EliminarLa vaig veure als cinemes d'art i assaig quan la van passar aquí i la vam comentar molt i amb molta gent, ens va agradar força, no he acabat d'entendre mai com ha gairebé 'desaparegut del mapa'.
ResponderEliminarSuposo que el fet d'estar rodada en anglès deu tenir alguna cosa a veure. Pensa que a "Robinson Crusoe" (1954), l'altra pel·lícula que Buñuel va filmar en aquest idioma, li passa una mica el mateix. És com si alguna mena de prejudici pesés sobre elles.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarVaya, vaya..., después dicen que si Boyero se pasa, pues anda que no se andaban con coñas en el periódico de Harlem...
Bueno, otra que añadir a esa larga lista.
Saludos!
Bueno, ya se sabe: los iconoclastas como Buñuel suelen recibir de lo lindo (cosa que, en parte, buscan ellos mismos).
EliminarSaludos.