viernes, 7 de mayo de 2021

Alas de juventud (1949)




Director: Antonio del Amo
España, 1949, 85 minutos

Alas de juventud (1949) de Antonio del Amo


Habría que analizar con detenimiento si Alas de juventud (1949) es un filme propagandístico o más bien se enmarca en el género fantástico. De lo primero tiene el tono inconfundible de las producciones auspiciadas por el régimen franquista con la finalidad de inspirar vocaciones que engrosasen las filas de las Fuerzas Armadas. En ese aspecto, cabría enmarcarla en la misma categoría que las tres versiones de Botón de ancla (1948-1961-1974) o Cateto a babor (1970), remake de Recluta con niño (1956). Sin embargo, y a juzgar por la imagen completamente irreal que de los altos mandos de la Academia General del Aire ofrece la película, cabría la posibilidad de considerar que se trata de un producto a medio camino entre la comedia romántica y una cinta de aventuras.

A este respecto, la benevolencia mostrada por el capitán Rueda (Tomás Blanco) a la hora de amonestar a los más díscolos de entre sus cadetes forma parte de una obvia estrategia de captación, más allá de la pantalla, de futuros aviadores. Edulcoración intencionada de lo que supone la disciplina militar a la que se añaden, con idéntico objetivo, las continuas muestras de camaradería por parte de unos alumnos que se pasan el día gastándose bromas o disputándose el amor de la bella Elena (Nani Fernández), hija del coronel de la base.



El intrépido Daniel (Antonio Vilar) y su compañero Luis (Carlos Muñoz) encarnan a la perfección el espíritu de unos jóvenes que, aunque revoltosos, dan muestras de un coraje que, en el fondo, es el orgullo de sus superiores. Sobre todo en el caso del mencionado Daniel Ródenas, as de la aeronáutica cuyo carácter temerario se manifiesta en forma de acrobacias, sobre el cielo de la escuela, que le valen más de una reprimenda ("por arriesgar inútilmente dos cosas que no son tuyas, sino de España: un avión y tu vida"), pero que son la prueba, al mismo tiempo, de un ardor guerrero heredado de su padre, fallecido durante unas maniobras similares, y que convendría domesticar para evitarle al hijo la misma muerte prematura. Como dirá el oficial Rueda en un momento dado: "El valor lo llevamos dentro: la disciplina hay que imponerla".

Claramente cómicos, Rodrigo (Fernán Gómez) y Felipe (Julio Riscal) completan el elenco de futuras promesas de la aviación, el uno en su habitual rol de galán gracioso y algo cínico, siempre con la certera réplica a los comentarios de los demás, y el segundo ensayando unas más que dudosas dotes hipnóticas que no acaban de darle resultado. Carne de cañón en la vida real, pero imprescindibles en la fantasía fílmica para hacer válido el ideario que, una vez más, verbaliza el afable coronel Rueda: "La Academia, señores, es tan rígida como comprensiva: no olviden ustedes que los que ahora somos profesores hemos sido antes alumnos..."



4 comentarios:

  1. Yo creo que se enmarca más bien entre películas como las que citas (Botón de ancla, etc.). Propaganda al canto, aunque tenga algo de cine aventurero o de acción, al fin y al cabo, es parte del anzuelo.

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    1. Yo también lo creo así, Trecce. Tal vez no me expresé bien: cuando sugiero que esta película podría considerarse cine "fantástico" lo digo con ironía, ya que dudo mucho que los altos mandos del ejército franquista fuesen tan benévolos como aquí se les pinta.

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  2. Hola Juan!
    Pues te agradezco de nuevo la sugerencia y el enlace. Si en el anterior comentario te mencionaba mi gusto por el cine carcelario lo mismo me pasa con los aviones. En estas películas siempre acabas encontrando todo tipo de curiosidades.
    Saludos!

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    1. Sabía de tu predilección por los trenes, pero desconocía que también te atraen los aviones. La peli no es nada del otro mundo, aunque su guion lo escribiese un cineasta tan notable como Manuel Mur Oti.

      Saludos.

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