Título original: Història de la meva mort
Director: Albert Serra
España/Francia/Rumanía, 2013, 148 minutos
Historia de mi muerte (2013) de Albert Serra |
Sin alcanzar el desenfreno libidinoso de la posterior Liberté (2019), Història de la meva mort ya exploraba ese mismo período histórico, caracterizado por el hedonismo sibarita, que fue el siglo XVIII. Y lo hacía uniendo en la pantalla a dos figuras tan rotundamente viscerales como Casanova (Vicenç Altaió) y Drácula (Eliseu Huertas). El primero, un hombre más bien decrépito que afronta el tramo final de su existencia ejercitando la gula y la lujuria, se hace acompañar por un criado un tanto tosco llamado Pompeu (Lluís Serrat); el otro, en cambio, con su aspecto inquietante, entre místico y vampírico, anuncia las tinieblas de un inminente romanticismo.
Se mire por donde se mire, hay algo malsano en el cine de Albert Serra. Por eso las cabezas biempensantes (mayoritarias en "este país de todos los demonios") lo rechazan de pleno. Sin embargo, sería igualmente injusto negarle la categoría de autor a una de las voces más sui géneris que ha dado nuestra cinematografía en los últimos veinte años y cuyo mérito principal consiste en dotar de cotidianeidad a unos personajes tradicionalmente elevados a la categoría de mito.
Diálogos tan escasos como espontáneos, con pinta de ser fruto de la improvisación, aportan una inesperada nota verista en este retrato de la decadencia moral que asola a una Europa al borde del abismo. A este respecto, Història de la meva mort aborda el impasse entre dos concepciones antagónicas de la vida y el arte: el racionalismo volteriano que encarna Casanova y la melancolía belicosa de Drácula.
Rodada en idílicos enclaves de la Provenza francesa y en la localidad rumana de Viscri, la fotografía de Jimmy Gimferrer, con luz natural, logra captar la frondosidad del boscaje en todo su esplendor para, a continuación, ir adentrándose gradualmente en un largo viaje hacia la noche que concluye con una manada de lobos merodeando por las inmediaciones y un a modo de brindis luciferino frente al cuerpo yaciente del antiguo seductor.
Me hace acordar por tus opiniones a una cosa intermedia entre Amadeus y el Drácula de Coppola ja... me resulta interesante aunque decís que es extraña en todas sus formas... saludos
ResponderEliminarEs sugestiva y extraña, ciertamente. Sobre todo por lo insólito de la aproximación que lleva a cabo de esos dos personajes.
EliminarSaludos.