Título en español: Libertad
Director: Albert Serra
Francia/Portugal/España, 2019, 132 minutos
Liberté (2019) de Albert Serra |
Objeto, por igual, de desdenes viscerales y adhesiones inquebrantables, Albert Serra hace ya tiempo que conquistó, por derecho propio, la no siempre grata categoría de autor. Y lo es, huelga decirlo, porque posee un estilo propio, profundamente personal, pero riguroso desde el punto de vista histórico y, a la vez, concebido a conciencia.
Quienes hemos tenido ocasión de asistir, en la tarde noche de hoy, al preestreno de Liberté en la sede del Raval de la Filmoteca de Catalunya a buen seguro que tardaremos varias semanas en asimilar el contenido de una cinta cuando menos controvertida (aunque dicho calificativo, aplicado a la obra de Serra, resulta más bien redundante). “He visto cosas que vosotros no creeríais…”, que decía aquél. Pero no naves en llamas más allá de Orión ni rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser, como en Blade Runner (1982), sino las correrías (con nocturnidad y quién sabe si también con alevosía) de un grupo de aristócratas dieciochescos.
Depravación rococó no apta ni para todos los estómagos ni, menos aún, para la paciencia de cualquiera. Sin embargo, basta con echar una ojeada a la literatura de aquel período (desde el Marqués de Sade hasta Pierre Louÿs) para darse cuenta, en el acto, de que Serra no ha inventado nada que no estuviese ya perfectamente registrado en los anales del libertinaje. Y pasa un poco lo mismo en el terreno fílmico: ¿quién puede escandalizarse todavía después del Salò… (1975) de Pasolini? Aunque tampoco hace falta remontarse tan atrás: salvando las distancias, Liberté plantea situaciones y escenarios remotamente similares a lo expuesto por Lluís Miñarro en Stella cadente (2014). Por no mencionar el universo de cineastas igualmente transgresores como Bruno Dumont, Gaspar Noé o Leos Carax.
Aun así, estamos ante un artista que es, sobre todo y por encima de todo, fiel a sí mismo, como lo atestigua la frondosidad de ese bosque, ya presente en los exteriores de Honor de cavalleria (2006), el tenebrismo en el que se desenvuelve la acción, equivalente al de La mort de Louis XIV (2016), o la decrepitud barroca de caras empolvadas y pelucas revueltas en la que se enmarcan tanto el mencionado ocaso del Rey Sol como la anterior Història de la meva mort (2013). Por tanto, sólo nos queda saludar el estreno de Liberté, con sus excesos y sus defectos, como un hito más en la carrera de un director llamado a convertirse, si es que no lo es ya, en una de las figuras clave del panorama cinematográfico internacional.
Como todas las de su autor me invoca tanta pereza como curiosidad.
ResponderEliminarSaludos.
Es cierto que Albert Serra, como antes Dalí, se ha inventado un personaje un tanto histriónico que puede generar rechazo. Sin embargo, yo creo que vale la pena aceptar el reto que supone su cine.
EliminarSaludos.