Director: José María Forqué
España, 1962, 92 minutos
Atraco a las tres (1962) de José María Forqué |
Uno de los títulos más populares de nuestra cinematografía se gestó, no obstante, en apenas nueve noches de escritura febril. Que luego Forqué y una generación irrepetible de actores supieron convertir en una parodia de las películas americanas de gánsters, pero con mucha más miga de lo que sus disparatadas situaciones podrían hacer pensar en un principio.
Tomando como referencia filmes hollywoodenses en la estela de Atraco perfecto (The Killing, 1956) de Kubrick y, sobre todo, la francesa Rififí (Du rififi chez les hommes, 1955) de Jules Dassin o su remedo italiano Rufufú (I soliti ignoti, 1958) de Mario Monicelli, el productor Pedro Masó obtuvo un sonado éxito que, posteriormente, el paso del tiempo no ha hecho más que mitificar.
Sin embargo, lo más interesante de Atraco a las tres, desde un punto de vista formal, no sería tanto la caricatura de unos modelos foráneos perfectamente reconocibles, sino precisamente lo que deja traslucir del contexto sociológico local: aquella España en blanco y negro de señores canijos, calvos y con bigotito cuyo complejo de inferioridad les llevaba a fantasear, a todas horas, con dar el gran golpe que los redimiera de tantísimas estrecheces.
Un perfil que José Luis López Vázquez supo encarnar como nadie en innumerables comedias y que aquí se concretaba en el esmirriado Galindo, empleado de banca y cerebro de una operación entrañablemente chapucera. El resto de sus compinches (y compañeros de oficina) incluía nombres legendarios de la altura de Agustín González, Gracita Morales, Manuel Alexandre y hasta un casi debutante Alfredo Landa que se incorporó al proyecto en sustitución de Manolo Gómez Bur. "Aficionados", en opinión de Galindo, pero partícipes, como él, en un asalto imposible con ribetes de rebelión contra lo establecido.
Per molts motius, ha guanyat interès amb el temps. He de dir que allò de la Gracita MOrales quan es vesteix d'atracadora encara em fa riure molt quan ho torno a veure, entre d'altres fragments.
ResponderEliminarÉs que la Gracita, fent honor al seu nom, sempre resultava d'allò més "graciós".
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarMe encanta esta película. Ese momento con López Vazquez "un servidor, un esclavo..." ante la despampanante clienta es muy bueno...jeje
Saludos1
Sí: la frase es memorable. La despampanante vedette, por cierto, era la suiza Katia Loritz, una de las secundarias habituales de aquel entonces.
EliminarSaludos