Director: Antonio del Amo
España, 1950, 85 minutos
Noventa minutos (1950) de Antonio del Amo |
El cinéfilo curioso que se tome la molestia de revisar detenidamente los títulos de crédito de Noventa minutos (1950) topará de inmediato, como responsables del guion, con nombres ilustres de la categoría de Manuel Mur Oti o Rovira Beleta. Buena señal, sin duda alguna, teniendo en cuenta la trascendencia que ambos alcanzarían posteriormente en sus respectivas trayectorias como directores de prestigio.
Tanto su ambientación londinense como la particular puesta en escena, que limita la acción al ámbito reducido de un sótano, motivan que la película discurra por unos cauces nada habituales en la cinematografía española de aquellos años: los de un intenso drama claustrofóbico planteado como contrarreloj en la que está en juego la vida de sus protagonistas.
Tal y como hará tiempo después en El batallón de las sombras (1957), Mur Oti centra el foco de atención en un edificio cuyos habitantes, hombres y mujeres de muy diferente índole, acaban enterrados bajo varios metros de escombros a consecuencia de uno de los devastadores bombardeos que asolaron la capital británica durante la Segunda Guerra Mundial.
Ciertamente, se hace un poco extraño que todos esos individuos de apellido inglés se comporten dando muestras de un temperamento que nada tiene que ver con la flema anglosajona que cabría esperar de ellos. Y es que, considerando el pasado republicano de Antonio del Amo y otros miembros del equipo que participaron en el rodaje, el hecho de que Enrique Guitart interprete a un vulgar ladrón (o "registrador de la propiedad", como él mismo se define en un alarde de cinismo) que, gracias a su comportamiento heroico bajo tierra, logrará redimirse ante la opinión de sus compañeros de cautiverio debe interpretarse, en clave política, como el intento de absolver a tantísimos represaliados por el régimen franquista.
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