Título original: C'eravamo tanto amati
Director: Ettore Scola
Italia, 1974, 124 minutos
Nos habíamos amado tanto (1974) de Ettore Scola |
Un flashback de más de dos horas: la versión sofisticada del neorrealismo italiano llegando a su punto álgido. Quizá por ello Ettore Scola incluye en su película cameos, entre otros, de Fellini, Mastroianni y Vittorio De Sica, que fallecería al cabo de poco y a quien está dedicado el filme. Y es que C'eravamo tanto amati no es sólo un portento narrativo dotado de una soberbia puesta en escena de singular barroquismo en la que se alternan color y blanco y negro o en la que los actores, valiéndose de la técnica del aparte, le hablan al presente desde el pasado.
No, no: por encima de cualquier otra consideración, nos hallamos frente a un sentido homenaje a la edad dorada del cine italiano. Más aún: a toda una generación. La que, tras haber derrotado al fascismo en la Segunda Guerra Mundial, se buscaría la vida como supo (o como pudo) durante las tres décadas posteriores, marcadas por sucesivos gobiernos de la Democracia Cristiana. De ahí la diversa suerte que corre cada uno de los protagonistas: Gianni el trepa (Vittorio Gassman), Antonio el camillero (Nino Manfredi) y Nicola el crítico de cine (Stefano Satta Flores). Por no hablar de la bella Luciana (Stefania Sandrelli), que los lleva a todos de cabeza, motivo por el que la cinta también es conocida con el título de Una mujer y tres hombres.
Con una estructura similar a la de una novela río, el espectador asiste a los avatares de los personajes al mismo tiempo que en la pantalla se desarrolla una lección de historia contemporánea. Procedimiento, por cierto, muy caro al cine italiano y que Bertolucci acabaría de perfeccionar dos años después en Novecento (1976). Ilusiones perdidas, ideales traicionados: en realidad, no sólo vemos envejecer a un grupo de pobres diablos, sino que sus respectivas trayectorias, con sus luces y sombras, representan la metáfora precisa de lo que fue Italia durante el margen temporal que abarca la trama.
Y la conclusión a la que llega Scola, tan lúcido como siempre, no puede ser más desoladora. Porque ver a Gianni suspendido en el aire, sobre las aguas de la piscina de su mansión (heredada/robada del suegro), apunta inequívocamente a un perfil muy determinado de la clase política y empresarial italiana, salpicada por cuantiosos casos de corrupción que en años venideros se irían destapando. A este respecto, C'eravamo tanto amati ni descubre ni vaticina nada en especial, sino que se limita a plasmar, con suma elegancia y en tono de comedia, algo que no era más que un secreto a voces.
No l'havia vista quan es va estrenar i em va encantar, l'he de tornar a veure quan pugui.
ResponderEliminarSí: ja vaig llegir el teu post a propòsit d'Ettore Scola i Ozu. La pel·lícula bé que s'ho val i tota la sala Chomón, que estava plena a vessar, va aplaudir al final.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarMe has despertado el interes con tu reseña, no la conocia. Se me plantea una duda, ¿crees que el cine italiano es el gran desconocido?
Saludos y feliz semana!
Hombre, no: yo diría que el gran desconocido es el cine de Azerbaiyán.
EliminarSaludos,
Juan