Título original: Le jeune Ahmed
Directores: Jean-Pierre y Luc Dardenne
Bélgica/Francia, 2019, 90 minutos
El joven Ahmed (2019) de Jean-Pierre y Luc Dardenne |
Fieles a la habitual inmediatez de cámara en mano pegada a la espalda de sus personajes, los Dardenne contraatacan de nuevo con el enésimo caso moral de una filmografía tan extensa como admirable. Y lo hacen, en esta ocasión, abordando el siempre espinoso asunto del integrismo islámico en su faceta más desgarradora: la radicalización de un adolescente musulmán, como consecuencia del adoctrinamiento a que es sometido por parte del líder espiritual de su mezquita, en el seno de la en teoría tolerante y próspera sociedad europea. Inquietud que, en el ámbito francófono y a raíz de la amenaza terrorista, adquiere tintes aún más dramáticos si cabe.
El protagonista, un joven atolondrado que se toma muy en serio la doctrina coránica (por lo menos la versión que le ha inculcado su imán), da muestras de una incapacidad preocupante a la hora de empatizar con otros seres humanos, sobre todo si pertenecen al sexo opuesto. En ese orden de cosas, y considerando a la mujer un ser impuro al que ni siquiera se le puede dar la mano, Ahmed irá sucesivamente eludiendo el más mínimo vínculo afectivo con su profesora, con su madre y hasta con una granjera de su misma edad que a punto está de hacerle caer en la tentación.
Aunque ya se sabe que esa pretendida objetividad de los hermanos belgas encierra, en realidad, una flagrante toma de partido en favor de posiciones mucho más avanzadas que la intransigencia del niño mártir. A este respecto, Le jeune Ahmed no se libra de la consabida moralina ("esto es lo que le ocurre a los chicos malos") cuando el protagonista termine maltrecho tras haber huido de los agentes de la fiscalía de menores que lo custodiaban.
Porque desde el minuto uno se masca la tragedia, preparando al espectador para algo grave que se intuye pasará de un momento a otro. Sin embargo, está por ver si el arrepentimiento de un asesino en potencia merece toda la credibilidad que cabría esperar por parte de un individuo que ha sido sometido a unos planes de reinserción social que, tal vez, pecan de ingenuos al considerar que basta con el contacto con los animales de una granja para rehabilitarlo de su fanatismo religioso.
El protagonista, un joven atolondrado que se toma muy en serio la doctrina coránica (por lo menos la versión que le ha inculcado su imán), da muestras de una incapacidad preocupante a la hora de empatizar con otros seres humanos, sobre todo si pertenecen al sexo opuesto. En ese orden de cosas, y considerando a la mujer un ser impuro al que ni siquiera se le puede dar la mano, Ahmed irá sucesivamente eludiendo el más mínimo vínculo afectivo con su profesora, con su madre y hasta con una granjera de su misma edad que a punto está de hacerle caer en la tentación.
Aunque ya se sabe que esa pretendida objetividad de los hermanos belgas encierra, en realidad, una flagrante toma de partido en favor de posiciones mucho más avanzadas que la intransigencia del niño mártir. A este respecto, Le jeune Ahmed no se libra de la consabida moralina ("esto es lo que le ocurre a los chicos malos") cuando el protagonista termine maltrecho tras haber huido de los agentes de la fiscalía de menores que lo custodiaban.
Porque desde el minuto uno se masca la tragedia, preparando al espectador para algo grave que se intuye pasará de un momento a otro. Sin embargo, está por ver si el arrepentimiento de un asesino en potencia merece toda la credibilidad que cabría esperar por parte de un individuo que ha sido sometido a unos planes de reinserción social que, tal vez, pecan de ingenuos al considerar que basta con el contacto con los animales de una granja para rehabilitarlo de su fanatismo religioso.
Ya la comenté en su día en el blog, cuando hablaba del festival de cine de Sevilla donde se presentó la película. Allí dije que el final me pareció falso (tal como habían planteado la película, no se lo creen ni los Dardenne), por lo demás, los hermanos belgas parecen haber cambiado ligeramente la forma sutil, pero siempre realista, de su cine. Saludos
ResponderEliminarHombre, sí: es una película tramposilla, para qué nos vamos a engañar. Pero tal y como están las cosas por allí, a ver quién es el guapo que se atreve a mostrar según qué imágenes en pantalla. Los Dardenne están ya muy consagrados y tal vez han optado por la solución fácil de un desenlace conciliador que evitase la controversia. No sé: es una suposición que yo hago.
EliminarGracias por tu comentario, Fernando.
Saludos.