Título original: En mai, fais ce qu'il te plaît
Director: Christian Carion
Francia, 2015, 114 minutos
Mayo de 1940 (2015) de Christian Carion |
Desde que estrenara La chica de París (Une hirondelle a fait le printemps) en 2001, los filmes del francés Christian Carion (Cambrai, 4 de enero del 63) han ido llegando puntualmente a nuestras pantallas: Feliz Navidad (Joyeux Noël, 2005), El caso Farewell (L'affaire Farewell, 2009) y ahora Mayo de 1940. No es una filmografía extensa, cierto. Pero en ella se aprecia ya, a excepción de la primera película, una predilección por los temas históricos y políticos. Si en Feliz Navidad abordó la Gran Guerra, ahora le toca el turno a la IIª Guerra Mundial, basándose en las vivencias de sus propios padres.
Dos son las tramas principales de En mai fais ce qu'il te plaît (como salta a la vista, el título español es mucho más pedestre): por una parte se nos cuenta la historia de Hans (August Diehl) y Max (Joshio Marlon), padre e hijo de nacionalidad alemana que, huyendo del régimen Nazi, se refugian en Francia para después padecer las consecuencias de la ocupación; por otra, los habitantes del pueblo de Lebucquière (Pas-de-Calais) se echan a la carretera con sus pertenencias, alarmados ante el avance de las tropas enemigas. Hay también un oficial escocés, una maestra de escuela y una gaita, pero eso son cosas que descubrirá quien vaya a ver la película.
Y embadurnándolo todo, como un tarro de melaza desparramado, lo que se supone que debería ser uno de los puntos fuertes de la peli: la empalagosa banda sonora de Ennio Morricone. Hombre, sí: que el italiano te componga la música le da caché a la producción, qué duda cabe. Pero cuando vuelve, por enésima vez, a repetir el mismo esquema sensiblero de tantas y tantas partituras, al final uno acaba por tener la sensación de que al oscarizado Morricone hace tiempo que se le agotaron las ideas.
De modo que, en líneas generales, Mayo de 1940 no llega a convencer. Y no porque los actores lo hagan mal (Olivier Gourmet, Mathilde Seigner y la joven Alice Isaaz se mantienen en sus registros habituales) sino más bien por esa sensación de déjà vu que se apodera del espectador de principio a fin, de que al guion le falta alma, y que nos deja con la triste impresión de que con semejantes ingredientes se le podía haber sacado más partido a todo.
Los habitantes de Lebucquière en pleno éxodo |
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