Director: Fernando Fernán Gómez
España, 1958, 90 minutos
La vida por delante (1958) de Fernán Gómez |
No lo tuvo fácil Fernando Fernán Gómez a la hora de estrenar sus proyectos, ya que cuando no era por la censura eran las productoras las que le ponían innúmeras trabas amparándose en una supuesta falta de rentabilidad comercial o incluso de calidad artística de sus filmes.
Un caso sintomático de esto último es La vida por delante, título que tendría continuación en la secuela La vida alrededor (1959). Quizá por el cinismo indisimulado de sus diálogos o tal vez por la enorme carga crítica que se desprende de las situaciones en ella expuesta, lo cierto es que, antes de convencer, la película hubo de vencer no pocas reticencias.
De entrada, no es habitual que un film empiece por el final o que en sus títulos de crédito iniciales se incluyan advertencias como los que siguen:
El director y la casa productora agradecen al actor don José Isbert que se haya hecho cargo de un papel inferior a su categoría artística.
Manifestamos nuestro agradecimiento al ciudadano norteamericano William Smith, que para la realización de una escena del film nos prestó un automóvil muy grande y muy bonito.
Es decir: el estilo tronado de su director se manifiesta ya desde el primer fotograma, con lo que ello implica a la hora de incordiar a quienes defendían la imagen oficial de una España en pleno desarrollismo. La visión que se nos ofrece aquí, sin embargo, dista mucho de ser idílica, con esa pareja "feliz", interpretada por Analía Gadé y el propio Fernán Gómez, que se las ve y se las desea para lograr tener un trabajo y una vivienda dignas.
Aunque, claro está, ellos tampoco son muy hábiles que digamos: una doctora (y pésima conductora) que hace enfermar a sus pacientes en lugar de sanarlos y un abogado que ni es capaz de ganar un pleito ni de imponerse a sus alumnas cuando pase a dar clases en la facultad de Magisterio.
Porque para triunfador ya está Manolo Estévez (Manuel Alexandre), ese vividor entrañablemente ridículo que casi habla en verso, siempre rodeado de bellas mujeres, y que es el rey de los enchufes.
Por su crítica irreverente y su humor ácido, La vida por delante enlaza a la perfección con otras películas de Fernando Fernán Gómez como El mundo sigue (1965) o El inquilino (dirigida por José Antonio Nieves Conde en 1958).
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