Título original: The Straight Story
Director: David Lynch
EE.UU./Francia/Reino Unido, 1999, 112 minutos
Una historia verdadera (1999) de David Lynch |
Asociar el universo de un cineasta tan iconoclasta como David Lynch con los productos convencionalmente familiares de la factoría Disney no parece que, a priori, pudiera dar como resultado una película de las proporciones de The Straight Story (1999). Y, sin embargo, el periplo del anciano protagonista a lomos de una destartalada cortadora de césped que lo llevará desde Laurens (Iowa) hasta Mount Zion (Wisconsin) acaba adquiriendo una trascendencia cercana, en su patetismo, a las andanzas de un don Quijote moderno.
Porque las reflexiones del susodicho Alvin (Richard Farnsworth), lento y cachazudo como un veterano cowboy, en nada desmerecen a las de aquel Alonso Quijano que un buen día se echó a los caminos emprendiendo una empresa no menos descabellada que la suya. "¿Qué es lo peor de la vejez, Alvin?", le pregunta un mozalbete imberbe cargado de cinismo. Y el interfecto, que será septuagenario pero no tonto, le suelta sin inmutarse: "Lo peor de ser viejo es que te acuerdas de cuando eras joven…" Memento mori, como dirían los clásicos, que deja sin palabras al curioso impertinente y, de paso, al propio espectador.
Resulta, asimismo, admirable el motivo por el que semejante testarudo se empeña en llevar a cabo tamaña proeza. Una demostración de amor fraternal cuyo mérito es aún mayor si se tiene en cuenta que ambos hermanos llevaban una década sin dirigirse la palabra. De modo que el hecho de que el pobre Lyle (Harry Dean Stanton) haya padecido un infarto será la ocasión propicia para que Alvin se arme de valor y decida ponerse en marcha pese a sus evidentes problemas de movilidad.
Ni que decir tiene que serán cuantiosos los obstáculos que le vayan surgiendo a lo largo del trayecto, aunque no faltarán almas caritativas que lo acojan y ayuden con suma amabilidad y comprensión (caso del matrimonio en cuyo jardín acampa durante varias noches). Otras veces, en cambio, será el propio Alvin quien logre iluminar, gracias a la sabiduría que dan los años, a alguna autoestopista en horas bajas. Y como en todo filme lyncheano no podía faltar lo enigmáticamente inexplicable, como aquella infeliz conductora predestinada a atropellar a todos los ciervos que se le crucen por delante.
Una película magnífica en un registro insólito tratándose de Lynch, casi fordiano, pero que, como bien dices, preserva sus señas de identidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
En efecto. Una road movie con aires de wéstern crepuscular y ecos de títulos tan heterogéneos como "El mago de Oz" y hasta "Carretera perdida" del propio Lynch.
EliminarUn abrazo.
Hola Juan!
ResponderEliminarPoco o nada que añadir a tu reseña, coincido de principio a fin. Hace mucho tiempo que la vi y ya no recordaba esa magnifica frase sobre la vejez, la verdad que me ha dejado planchado...
Por cierto, estaba comprobando en Google maps la distancia entre Laurents y Mount Zion, la ruta mas rápida en coche es de 4 horas y 47 minutos.
En relación al post anterior, me refería al paso por España en 1992 de Mickey Rourke (en Oviedo se monto un combate que mas bien resulto un circo...), al parecer (o al menos eso lei...) se junto con Poli Diaz y anduvieron de garito en garito, que desde luego debía de ser todo un espectáculo ver a esa pareja...jeje
Saludos!
¡Cuatro horas! El protagonista tardó varias semanas...
EliminarMuy interesante la anécdota que detallas (gracias por compartirla): debió de ser un encuentro memorable. No me extrañaría que, más tarde o más temprano, se acabe convirtiendo en un guion cinematográfico.
Saludos.