Título original: Deux moi
Director: Cédric Klapisch
Francia/Bélgica, 2019, 110 minutos
Tan cerca, tan lejos (2019) de Cédric Klapisch |
Dos historias paralelas que algún día acabarán confluyendo... La última propuesta del realizador francés Cédric Klapisch (Neuilly-sur-Seine, 1961) termina con el, no por previsible menos anhelado, encuentro de la pareja protagonista. De lo que se desprende muy fácilmente que, si la cosa funciona, habrá segunda parte de Deux moi. De hecho, Klapisch ya sabe lo que es eso, puesto que de su película L'auberge espagnole (2002) llegó a rodar dos secuelas: Les poupées russes (2005) y Casse-tête chinois (2013).
Rémy (François Civil) y Mélanie (Ana Girardot) viven muy cerca el uno del otro, en el mismo barrio parisino. Incluso frecuentan el mismo colmado, cuyo simpático propietario (Simon Abkarian) les coloca los productos más caros con ese savoir faire que sólo poseen los vendedores más expertos. Sin embargo, no adquirirán conciencia el uno del otro hasta la última escena. Aunque a partir de ese preciso instante puede que dé comienzo otra película totalmente distinta.
A través de esta peculiar "pareja" que vive de espaldas (en ese aspecto, el cartel es muy elocuente) el director y su guionista Santiago Amigorena pretenden hablarnos de la soledad en una gran ciudad; de la incomunicación que, paradójicamente, han traído las redes sociales o, derivado de todo ello, del auge de un determinado tipo de patologías mentales entre los millennials de la Generación Y. A este respecto, tanto ella como él visitan con regularidad la consulta de sendos psicoterapeutas, espacio en el que irán surgiendo muchos de los lastres que atenazan sus respectivas conciencias.
Contrariedades que, sin embargo, no son óbice para sentirse liberado gracias al anonimato que proporciona vivir en el seno de una megalópolis tan aparentemente deshumanizada. De ahí que, en un momento clave, mientras pasea junto a su familia por un paisaje de montaña totalmente nevado, Rémy le confiese a su hermano que en París el aire tal vez sea menos puro, pero que, no obstante, allí se "respira" mejor que en un pueblo donde todo el mundo se conoce (y se critica).
Contrariedades que, sin embargo, no son óbice para sentirse liberado gracias al anonimato que proporciona vivir en el seno de una megalópolis tan aparentemente deshumanizada. De ahí que, en un momento clave, mientras pasea junto a su familia por un paisaje de montaña totalmente nevado, Rémy le confiese a su hermano que en París el aire tal vez sea menos puro, pero que, no obstante, allí se "respira" mejor que en un pueblo donde todo el mundo se conoce (y se critica).
No hay comentarios:
Publicar un comentario