Título original: L'extraordinaire voyage de Marona
Directora: Anca Damian
Francia/Rumanía/Bélgica, 2019, 92 minutos
Las vidas de Marona (2019) de Anca Damian |
Hacer que un animal explique, en primera persona, el transcurso de su propia existencia en función de cómo le fue con cada uno de los amos a cuyo servicio ha estado responde a un antiquísimo planteamiento narrativo que se remonta, en última instancia, a El asno de oro de Apuleyo. Y eso es, precisamente, lo que en su última película propone la directora rumana Anca Damian (Cluj-Napoca, 1962), especialista en filmes de animación y de la que ya tuvimos ocasión de comentar su documental La montaña mágica (2015).
Ana, Sara, Marona... Pese a recibir un nombre distinto cada vez que cambia de propietario, la protagonista, una perrita de raza indeterminada, se llama a sí misma Nueve, que es el número que, al nacer, ocupó entre sus hermanos de camada. Pero eso nunca llegarán a saberlo sus sucesivos dueños, ya sean el acróbata Manole, el basurero Istvan o la niña Solange. Todos ellos le darán su afecto en un primer momento, aunque, transcurrido el período de novedad, la presencia del animal en sus respectivas vidas pasa a ser invisible, con lo que el proceso vuelve a comenzar y la historia se repite...
"Ella nunca lo haría..." Y, sin embargo, la lealtad del animal acaba siempre por chocar con la indiferencia humana. Marona es capaz de cruzar la ciudad entera y arriesgar sobre el asfalto su integridad física con tal de seguir a la adolescente Solange; Sara se tira las noches en vela con tal de proteger a la anciana madre de Istvan; Ana, siendo apenas un cachorro, pasa contenta el sombrero tras la actuación de Manole para recibir las monedas de la concurrencia...
Toda una explosión de colorido y creatividad, aderezada con la música del compositor Pablo Pico, que nos depara, no obstante, un desenlace tan crudo como la vida misma. A buen seguro que los espectadores que se enfrenten a esta odisea canina, desde Annecy hasta los jóvenes asistentes a El Meu Primer Festival (que tiene lugar estos días en la Filmoteca de Catalunya), experimentarán la misma sensación agridulce una vez finalizada la película.
Ana, Sara, Marona... Pese a recibir un nombre distinto cada vez que cambia de propietario, la protagonista, una perrita de raza indeterminada, se llama a sí misma Nueve, que es el número que, al nacer, ocupó entre sus hermanos de camada. Pero eso nunca llegarán a saberlo sus sucesivos dueños, ya sean el acróbata Manole, el basurero Istvan o la niña Solange. Todos ellos le darán su afecto en un primer momento, aunque, transcurrido el período de novedad, la presencia del animal en sus respectivas vidas pasa a ser invisible, con lo que el proceso vuelve a comenzar y la historia se repite...
"Ella nunca lo haría..." Y, sin embargo, la lealtad del animal acaba siempre por chocar con la indiferencia humana. Marona es capaz de cruzar la ciudad entera y arriesgar sobre el asfalto su integridad física con tal de seguir a la adolescente Solange; Sara se tira las noches en vela con tal de proteger a la anciana madre de Istvan; Ana, siendo apenas un cachorro, pasa contenta el sombrero tras la actuación de Manole para recibir las monedas de la concurrencia...
Toda una explosión de colorido y creatividad, aderezada con la música del compositor Pablo Pico, que nos depara, no obstante, un desenlace tan crudo como la vida misma. A buen seguro que los espectadores que se enfrenten a esta odisea canina, desde Annecy hasta los jóvenes asistentes a El Meu Primer Festival (que tiene lugar estos días en la Filmoteca de Catalunya), experimentarán la misma sensación agridulce una vez finalizada la película.
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