Director: Manuel Gutiérrez Aragón
España, 2002, 122 minutos
El caballero Don Quijote (2002)
de Manuel Gutiérrez Aragón
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—Señores —dijo don Quijote—, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco, y ya soy cuerdo: fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía, y prosiga adelante el señor escribano.
Acaso porque el proyecto tenía que haber sido inicialmente dirigido por Mario Camus, lo cierto es que El caballero Don Quijote, a diferencia de su primera entrega televisiva, deja traslucir una cierta apatía en la puesta en escena. Y es que, ya fallecido Fernando Rey y habiendo cambiado a Alfredo Landa por el más histriónico Carlos Iglesias, en el momento de su estreno dio un poco la impresión de que esta segunda parte llegaba a destiempo.
Miguel de Cervantes Saavedra
El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (1615)
Capítulo LXXIV
Acaso porque el proyecto tenía que haber sido inicialmente dirigido por Mario Camus, lo cierto es que El caballero Don Quijote, a diferencia de su primera entrega televisiva, deja traslucir una cierta apatía en la puesta en escena. Y es que, ya fallecido Fernando Rey y habiendo cambiado a Alfredo Landa por el más histriónico Carlos Iglesias, en el momento de su estreno dio un poco la impresión de que esta segunda parte llegaba a destiempo.
Juan Luis Galiardo encarnó un hidalgo más bien taciturno, sin que sea posible discernir en qué medida ello es inherente al personaje o hasta qué punto fue el actor quien terminó inoculando su propio carácter al caballero andante. En cualquier caso, hay que decir en favor de Galiardo que al Quijote de 1615 le sienta bien ese toque desencantado, quizá como consecuencia de los muchos palos recibidos en "recompensa" por su afán altruista de desfacer entuertos y liberar princesas cautivas. Tal vez por ello, José Luis Alcaine consideró necesario darle a la dirección de fotografía (por la que acabaría obteniendo el Goya) esa pátina color miel que todo lo impregna, como de puesta de sol, en clara referencia al ocaso, real y metafórico, del protagonista.
De ahí que este Don Quijote, al que derrotarán en las playas de Barcelona y que recobrará la cordura justo antes de fallecer, ya no proyecte con tanta frecuencia sus delirios en el mundo que lo rodea, sino que son sus vecinos —el barbero (Víctor Clavijo), el cura (José Luis Torrijo) y, sobre todo, Sansón Carrasco (Santiago Ramos)— quienes transforman la realidad para él, así como los duques (Joaquín Hinojosa y Emma Suárez), responsables, a su vez, del notable embrollo de la ínsula de Sancho.
Tal y como acontece en el texto original de Cervantes, donde las muchas y variadas aventuras de 1605 contrastan con la pausada reflexión de diez años después, Gutiérrez Aragón (con el auxilio de Félix Murcia en la dirección artística) nos muestra a la singular pareja por caminos polvorientos, con la armadura abollada el uno y cada vez más contagiado el otro de la sinrazón de su amo.
Òndia, hi volia anar i al final no vaig poder.
ResponderEliminarNo t'amoïnis: la tornen a fer el divendres 21 de juny a les 19:30.
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