Directora: Rosa María Almirall
España, 1982, 10 minutos
I
Habiéndome robado el albedrío
un amor tan infausto como mío,
ya recobrada la quietud y el seso,
volvía de París en tren expreso.
Y cuando estaba ajeno de cuidado,
como un pobre viajero fatigado,
para pasar bien cómoda la noche,
muellemente acostado,
al arrancar el tren, subió a mi coche,
seguida de una anciana,
una joven hermosa,
alta, rubia, delgada y muy graciosa,
digna de ser morena y sevillana.
Ramón de Campoamor (1817-1901)
El tren expreso
Canto primero
"La noche"
Pequeña pieza de orfebrería, hábilmente pergeñada por la pareja Rosa María y Juan Almirall, que no eran otros sino Lina Romay y Jesús Franco, parapetados tras alguno de las decenas de heterónimos de los que se sirvieron a lo largo de su prolífica carrera. De hecho, hasta la música incidental (una bella melodía que a ratos suena como Vangelis y, a ratos, hasta le da un aire a King Crimson) fue compuesta por Jesús Franco bajo el pseudónimo de Pablo Villa. Y la locución corresponde a Laura Arias, quien recita los célebres versos del poeta Campoamor que ya inspiraron el largometraje homónimo de León Klimovsky en 1955.
El cortometraje (incluido en los extras del DVD de Labios rojos) consta, en realidad, de imágenes procedentes de la exposición sobre el ferrocarril que, por aquel entonces, organizara la Diputación de Benalmádena en el Castillo de Bil-Bil. Un collage tan sugerente como hermoso a base de detalles extraídos de evocadores carteles de época y que, por lo efectivo de su sencillez, pone de manifiesto la sagacidad de quien aprendió de Orson Welles a crear una joya en la mesa de montaje a partir de anodinos elementos cotidianos.
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