domingo, 4 de diciembre de 2016

El abanderado (1943)




Director: Eusebio Fernández Ardavín
España, 1943, 85 minutos

El abanderado (1943) de Fdz. Ardavín


Sólo con revisar el elenco de El abanderado habría más que suficiente para darse cuenta del tipo de película de la que se trata: Alfredo Mayo, José Nieto, Julio Rey de las Heras, Raúl Cancio... ¿Qué tienen todos ellos en común? Pues que ya habían actuado juntos un año antes en Raza. De modo que, por muy ambientada que esté la historia en 1808, enseguida saltará a la vista que la invasión napoleónica no era más que un pretexto para llevar a cabo un paralelismo de lo más interesado:

Se trata de promover un alzamiento nacional para oponernos por las armas al avance de los invasores. Así salvaremos la virilidad y la independencia de España.

Quien así se expresa en el conciliábulo de un ventorrillo no es otro sino el héroe decimonónico Velarde. Pero, en cambio, la retórica que utiliza suena, y mucho, a un conflicto muy posterior (sobre todo por lo de "alzamiento nacional"). De hecho, el actor que lo interpreta, José Nieto, ya había sido el díscolo hermano republicano que acababa pasándose al bando sublevado al final de Raza.

No es un caso aislado: todo el filme se halla plagado de guiños y semejanzas por el estilo. Javier Torrealta, por ejemplo, el teniente abanderado del título, al que da vida Alfredo Mayo, está comprometido con una francesa (interpretada, por cierto, por una catalana: Isabel de Pomés). Pero no dudará en faltar a la palabra dada cuando se trate de defender a su país. La correspondencia con el proceder del bando nacional es inequívoca: ¿qué hizo el General Franco sino quebrantar el juramento de fidelidad para con la República en aras de "salvar" a la patria?

Isabel de Pomés (Renata) y Alfredo Mayo (Javier)

Al margen de su dudoso contenido ideológico, El abanderado destaca por su banda sonora a cargo de Jesús García Leoz y Joaquín Turina. Y también, en otro orden de cosas, por el siempre eficiente Manolo Morán, que en esta ocasión se ponía en la piel del saleroso Sargento Marchena, fiel edecán del Teniente Torrealta y andaluz de verbo grácil, capaz de requebrar a las mozas de la villa con piropos como el que sigue:

Ahí va la maja, 
maja del Manzanares, 
que pierden por ella el seso 
los militares.


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