martes, 4 de junio de 2024

Salir del armario (2001)




Título original: Le placard
Director: Francis Veber
Francia, 2001, 84 minutos

Salir del armario (2001) de Francis Veber


Comencemos por la banda sonora, un guiño cinéfilo a cargo de Wladimir Cosma que remite directamente al Chaplin de Tiempos modernos (1936). Y no sólo porque la partitura se inspira claramente en la de aquella película, sino sobre todo debido a la conexión con el mundo del trabajo de un filme cuyo protagonista principal, el gris François Pignon (Daniel Auteuil), tiene además, como Charlot, un innegable toque caricaturesco, entre lo patético y lo poético, de perdedor entrañable.

Se da la circunstancia de que a ese pobre diablo, al que dos años atrás abandonó su esposa y al que su hijo adolescente apenas hace caso, lo quieren ahora echar de una empresa donde nunca ha pintado gran cosa. Harto de tanta invisibilidad, el hombre está a punto de tomar una decisión drástica, pero un vecino más experimentado y más avispado que él (Michel Aumont) irrumpe de improviso en su camino para proponerle una argucia que dará un vuelco de 180 grados a la hasta entonces insulsa existencia del modesto contable.



Comedia ácida en la línea de lo ya ensayado por Francis Veber en la célebre Le dîner de cons (1998), la cinta disecciona con suma habilidad las incongruencias de lo políticamente correcto, la doble moral de una sociedad donde el respeto a los colectivos tradicionalmente minorizados, ya sea por motivos raciales o de orientación sexual, esconde muchas veces intereses en absoluto inocentes. Por no hablar de la visión corrosiva del machismo estructural representado en la película a través del rudo Santini (Gérard Depardieu), al que una broma de los compañeros, unida a su estrechez de miras, conducirán a un trastorno obsesivo compulsivo y el posterior colapso del interfecto.

Estrenada en un momento en el que el auge del movimiento LGTBI comenzaba a intuirse, el trasfondo de Le placard (2001) nos habla en realidad del anonimato del individuo que pasa desapercibido entre la multitud. De cómo, en ocasiones, la reputación de las personas depende más de la mirada de los otros que no de sus propias virtudes. En ese sentido, el verdadero drama de Pignon, como le ocurrirá también al personaje principal de Mon meilleur ami (2006), otra cinta protagonizada por Auteuil, estriba en su falta de habilidad a la hora de relacionarse con los demás, ya sea en el ámbito laboral o familiar.



8 comentarios:

  1. Celebro que te gustase esta película, para mi de las escasas comedias que, en lo que llevamos de siglo, son capaces de aunar diversión, inteligencia y sentido crítico. Y con el mérito añadido de tratar un tema delicado en estos tiempos de dictadura de lo políticamente correcto.

    Un abrazo.

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    1. La verdad es que la veo cada año con mis alumnos de francés de 4º de la ESO. Y siempre les encanta, lo cual demuestra que para las buenas películas no pasa el tiempo.

      Un abrazo.

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  2. Peliculón! diríamos acá.
    Muy divertida, y creo que es de actualidad, creo que incluso más con los vientos que soplan por estas tierras donde se está atacando al colectivo LGTBI, esos mismks vientos que observo que vuelven a soplar sobre Europa.
    Habrá que repasarla para no quedar obsoleto.

    Abrazos, querido Juan!

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    1. Lo de "peliculón" tal vez resulte un tanto exagerado. Yo para estos casos prefiero el término "pequeña gran película". Pero sí, el caso es que mantiene intacta su vigencia.

      Saludos.

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    2. Si, tal vez exageré un poco. Debería volver a verla y te confirmo o me retracto.
      Abrazos, Juan

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    3. Bueno: cada cual es libre de tener su propia opinión.

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