Directora: Josefina Molina
España, 1989, 101 minutos
Esquilache (1989) de Josefina Molina |
ENSENADA. Has hecho perfectamente: esa medida se echaba de menos desde hace años, y ya es hora de aplicarla con mano dura.
ESQUILACHE. Pero si no se trata de mano dura...
ENSENADA. No se puede reformar de otro modo. Recuerda nuestra divisa: "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo". El pueblo siempre es menor de edad.
ESQUILACHE. No me parece que les des su verdadero sentido a esas palabras... "Sin el pueblo", pero no porque sea siempre menor de edad, sino porque todavía es menor de edad.
Antonio Buero Vallejo
Un soñador para un pueblo
La pirueta escénica propuesta por Buero a finales de los cincuenta con el título de Un soñador para un pueblo (1958), fresco histórico cuya apariencia rococó escondía, en realidad, un velado paralelismo entre el despotismo ilustrado y el régimen de Franco, sirvió de base para que la directora Josefina Molina, el productor José Sámano y el guionista Joaquín Oristrell llevasen a cabo la muy notable Esquilache (1989). Cinta que, además de ser una costosísima superproducción ambientada en el Madrid dieciochesco, contaba con un reparto inigualable, compuesto por algunos de los mejores intérpretes de su generación.
Hoy en día se asocia el nombre de Esquilache a un motín, apenas una página de nuestra historia a propósito de unos altercados acaecidos en marzo de 1766. Sin embargo, Leopoldo de Gregorio (1699-1785), el marqués que ostentó dicho título, fue algo más que un ministro empeñado en erradicar el uso de la capa larga y el chambergo. Muy al contrario, su programa de modernización de la villa de Madrid, auspiciado por el rey Carlos III, contribuyó decisivamente a mejorar las condiciones de vida en la capital del reino.
En líneas generales, tanto la puesta en escena como el tratamiento del guion resultan bastante dignos pese al encorsetamiento que implica el haber partido de una obra de tesis. En ese sentido, son muchas las ocasiones en las que los personajes tienden a hablar con una intencionalidad que deja entrever el maniqueísmo propio de una dramatización de hechos históricos. Lo cual no es óbice para que Fernando Fernán-Gómez encarne magistralmente las tribulaciones del hombre que comprueba con amargura el desagradecimiento de un pueblo incapaz de valorar el esfuerzo que por él se hace.
Tal vez por ello, se introdujo el recurso de la estructura circular y la elogiosa carta del monarca que un moribundo Esquilache escucha postrado en su lecho de muerte. También el detalle proustiano del chocolate que solía servirle Fernanda (Ángela Molina): elementos ausentes en la obra teatral, pero que desde el punto de vista cinematográfico ayudan a visualizar la acción mediante recursos que vayan más allá de la fastuosidad de las localizaciones en enclaves palaciegos (básicamente de Aranjuez) o el elaborado diseño de vestuario a cargo de Javier Artiñano.
Hola Juan!
ResponderEliminarLa desconocía, me la apunto en "preferente". Desde luego el reparto es para tener en cuenta.
Saludos!
Hola, Fran:
EliminarSólo por el empeño y el despliegue de medios que pusieron para rodar la película, ya merece la pena recuperarla. Contiene, por otra parte, escenas de gran intensidad dramática, como, por ejemplo, la que protagonizan Amparo Rivelles y Fernando Fernán-Gómez.
Saludos.