Director: Luis Buñuel
Méjico, 1947, 92 minutos
Gran Casino (1947) de Luis Buñuel |
Para mi primera película mejicana, Gran Casino, Óscar Dancigers tenía contratadas a dos grandes figuras latinoamericanas, el cantante Jorge Negrete, extremadamente popular, verdadero charro mejicano que cantaba el Benedicite antes de sentarse a la mesa y no se separaba nunca de su profesor de equitación, y la cantante argentina Libertad Lamarque. Se trataba, pues, de una película musical. Yo propuse una historia de Michel Veber que se desarrollaba en los medios petrolíferos. La idea fue aceptada. […] Yo no había estado detrás de una cámara desde Madrid, desde hacía quince años. No obstante, si bien el argumento de la película no tiene ningún interés, creo que la técnica es bastante buena.
Luis Buñuel
Mi último suspiro
Traducción de Ana Mª de la Fuente
Pudiera pensarse que a Buñuel, exiliado republicano recién llegado a su país de adopción, debieron de caérsele los anillos por tener que aceptar la dirección de un producto comercial al servicio de las estrellas de la canción del momento. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Cuando, a mediados de los años treinta, se hizo cargo de la compañía Filmófono, ése fue, precisamente, el tipo de películas que produjo. Cierto que también contaba en su haber con los experimentos surrealistas que él y Dalí habían sacado adelante en el contexto de las vanguardias, pero eso no impidió que el director aragonés se integrase en la industria cinematográfica con la naturalidad de quien busca un medio de vida.
No puede decirse que su debut en tierras mejicanas fuese lo que se dice un éxito. Más bien al contrario. La prueba está en que tardaría dos largos años en rodar otra película. En cualquier caso, escuchar a Jorge Negrete cantando aquello de "Dueña de mi amor", junto al Trío Calaveras, mientras sus compañeros de celda se dedican a limar los barrotes para poder huir de la cárcel nos da una idea de la inconsistencia de una historia donde lo de menos es la verosimilitud de los hechos que se narran.
Negrete en el papel de Gerardo Ramírez |
Una vez fugados, y ya trabajando a las órdenes del argentino don José Enrique (Francisco Jambrina) en los pozos de La Nacional, Gerardo y los suyos tendrán que habérselas con el propietario del casino que da título a la película: un tal Fabio (José Baviera) que, además de regentar el local, actúa como capo de una mafia empeñada en impedir la actividad petrolífera en aquellos terrenos. Dimes y diretes que no harán sino agravarse cuando el susodicho José Enrique desaparezca misteriosamente, y sin dejar huella, poco antes de la ansiada visita de su hermana Mercedes (Libertad Lamarque).
Ésta, artista de variedades, recela, en un principio, de las intenciones de Gerardo. Aun así, y pese a que su relación no había comenzado con buen pie, el consabido idilio entre los protagonistas, ineludible en este tipo de producciones, terminará cuajando finalmente: broche agridulce para un filme en el que la mujer debe renunciar a las propiedades que heredó de su hermano a cambio de la libertad del hombre al que ama.
Mítico director pero no más que lo que fue Libertad Lamarque en nuestro país ja. Inmensa. Estos encargos solo son por dinero pero bueno tendrá la calidad de su director.
ResponderEliminarGracias por darte cuenta de que no había hecho entrada por un tiempo ja. Abrazo grande!!!
Libertad Lamarque fue ciertamente una artista notable, tal vez el equivalente femenino de Carlos Gardel.
EliminarContento de recibir de nuevo tus comentarios, JLO.
¡Un abrazo!
Quizá, lo más llamativo, la pareja protagonista, más que por sus interpretaciones mejores o peores, porque son nombre míticos.
ResponderEliminarNombres míticos y, por ende, el reclamo ideal para que la gente fuese a ver la película.
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