Título original: Masculin féminin
Director: Jean-Luc Godard
Francia/Suecia, 1966, 100 minutos
¡Hay que ver cómo se parece Chantal Goya en esta película a Bruna Cusí! O hasta qué punto el cine de muchos jóvenes realizadores de hoy en día, supuestamente modernos, vuelve a recorrer, por enésima vez, un camino que Godard ya se atrevió a trazar, hace más de medio siglo, en genialidades como Masculin féminin. Lo primero es completamente fortuito y anecdótico (y hasta tiene su gracia). Lo segundo, en cambio, resulta cuando menos preocupante...
Rodada a finales de 1965 como si se tratase de una encuesta-testimonio a propósito de la juventud francesa, la cinta podría haber llevado por título Les enfants de Marx et du Coca-Cola. Que es como decir que quienes en un par de años estarían protagonizando las protestas estudiantiles del mayo parisino se hallaban también bajo el influjo del imperialismo yanqui. De hecho, serán varios los momentos, a lo largo de la cinta, en los que se dejen oír proclamas contra la guerra de Vietnam, en lo que supone un claro anticipo de las posturas abiertamente combativas del Godard de La Chinoise (1967) y ulteriores proyectos en el seno del colectivo Dziga Vertov.
Se trata, en todo caso, de un experimento pop, vagamente inspirado en relatos de Maupassant, repleto de las habituales referencias cinéfilas, muchas de ellas dedicadas a compañeros de viaje y generación: en un momento de arrebato, Paul (Jean-Pierre Léaud) invoca a cierto general Doinel, quien comparte apellido con el personaje que el mismo actor interpretaría en no pocas ocasiones para Truffaut (también hay guiños similares en referencia a Pierrot le fou o À bout de souffle, del propio Godard).
En otras secuencias, la efigie del candidato Mitterrand se entrevé en la portada de los periódicos; se alude a Bob Dylan; Brigitte Bardot y Françoise Hardy aparecen en fugaces cameos; los protagonistas van al cine (otra escena recurrente en la filmografía godardiana) donde se está proyectando una película de contenido erótico que lo mismo podría remitir a Vivre sa vie (1962) o al Bergman de El silencio (1963). Madeleine (Chantal Goya) interpreta a una aspirante a estrella de la canción cuyas melodías servirán de hilo conductor para este peculiar sondeo en el que otra joven, de diecinueve años, responde alegremente, frente a la cámara, a las preguntas capciosas que Paul le formula fuera de campo: "¿Tiene el socialismo futuro? ¿Qué significa para ti la palabra reaccionario? ¿Dónde hay guerra, ahora mismo, en el mundo?" La chica, como las mises en esos certámenes de belleza que intentan poner a prueba la cultura general de las candidatas, apenas sabe qué contestar. Muy elocuentemente, Godard tituló este segmento Dialogue avec un produit de consommation…
Rodada a finales de 1965 como si se tratase de una encuesta-testimonio a propósito de la juventud francesa, la cinta podría haber llevado por título Les enfants de Marx et du Coca-Cola. Que es como decir que quienes en un par de años estarían protagonizando las protestas estudiantiles del mayo parisino se hallaban también bajo el influjo del imperialismo yanqui. De hecho, serán varios los momentos, a lo largo de la cinta, en los que se dejen oír proclamas contra la guerra de Vietnam, en lo que supone un claro anticipo de las posturas abiertamente combativas del Godard de La Chinoise (1967) y ulteriores proyectos en el seno del colectivo Dziga Vertov.
Se trata, en todo caso, de un experimento pop, vagamente inspirado en relatos de Maupassant, repleto de las habituales referencias cinéfilas, muchas de ellas dedicadas a compañeros de viaje y generación: en un momento de arrebato, Paul (Jean-Pierre Léaud) invoca a cierto general Doinel, quien comparte apellido con el personaje que el mismo actor interpretaría en no pocas ocasiones para Truffaut (también hay guiños similares en referencia a Pierrot le fou o À bout de souffle, del propio Godard).
En otras secuencias, la efigie del candidato Mitterrand se entrevé en la portada de los periódicos; se alude a Bob Dylan; Brigitte Bardot y Françoise Hardy aparecen en fugaces cameos; los protagonistas van al cine (otra escena recurrente en la filmografía godardiana) donde se está proyectando una película de contenido erótico que lo mismo podría remitir a Vivre sa vie (1962) o al Bergman de El silencio (1963). Madeleine (Chantal Goya) interpreta a una aspirante a estrella de la canción cuyas melodías servirán de hilo conductor para este peculiar sondeo en el que otra joven, de diecinueve años, responde alegremente, frente a la cámara, a las preguntas capciosas que Paul le formula fuera de campo: "¿Tiene el socialismo futuro? ¿Qué significa para ti la palabra reaccionario? ¿Dónde hay guerra, ahora mismo, en el mundo?" La chica, como las mises en esos certámenes de belleza que intentan poner a prueba la cultura general de las candidatas, apenas sabe qué contestar. Muy elocuentemente, Godard tituló este segmento Dialogue avec un produit de consommation…
no sabía que hacía cine político Godart... tanto con el como con Bergman -que lo nombrás me debo ver sus películas porque son grandes referentes... saludos
ResponderEliminar"Cine político" se queda corto, JLO: a finales de los sesenta y en los primeros setenta Godard se hizo trotskista y maoísta, inundando sus películas de proclamas anti Vietnam y en contra del imperialismo yanqui. Lo que ocurre es que estos panfletos tienen un voluntario tono yeyé que, a mi juicio, los hace irresistiblemente divertidos (aunque la mayoría de la gente los encuentre soporíferos, ja).
EliminarSaludos.
Hola Juan!
ResponderEliminarCierto lo del parecido entre Chantal y Bruna, muy atractivas ambas. No he visto esta película pero leer tus impresiones ha despertado mi curiosidad. Mucho se ha hablado sobre la deriva ideológica de aquellos que buscaban la playa debajo de los adoquines, no se, supongo que en cierto modo nos pasa a todos, ademas ahora con esa hemeroteca global que es la red resulta fácil comprobar las evoluciones de las personas. Por cierto, suelo coger alguna nota de tus post, casi siempre descubro cosas nuevas.
Venga, saludos!
Evolucionar es natural y hasta necesario. En cualquier caso, un cineasta tan provocador (y tan inteligente) como Godard siempre aprovecha para sacarle punta a todo.
EliminarGracias por tus comentarios y fidelidad, Fran (y encantado de que tomes todas las notas que quieras, sólo faltaría).
Saludos.
El diálogo-encuesta, otra de las aportaciones de Godard al séptimo arte.
ResponderEliminarComo sabes, estoy comentando algunos títulos de la etapa más moderna del director. Pronto estarás pisándome los talones, jajaja.
Un abrazo.
¡Nada más lejos de mi intención, jeje! Simplemente he aprovechado para revisar los DVD que tengo en casa de Godard. Próximamente haré lo propio con Truffaut.
EliminarUn abrazo y hasta pronto.