Título original: Twelve Monkeys
Dirección: Terry Gilliam
EE.UU., 1995, 129 minutos
Doce monos (1995) de Terry Gilliam |
Viendo la fotografía —un inmenso primer plano del rostro de Terry Gilliam, que ocupaba esta tarde la pantalla de la Sala Chomón— a uno, que tiene tendencia a establecer enseguida comparaciones y sacar parecidos razonables, le ha dado por pensar que el ex Monty Python se trae un cierto aire con el Orson Welles ya entrado en años del final de sus días. Debe de ser que los cineastas cuya especialidad es afrontar descomunales proyectos imposibles se acaban todos pareciendo (o que los sinsabores de ver cómo tus planes no salen según lo previsto provocan similar impacto sobre la expresión facial, ¡quién sabe!).
En todo caso, un experto consumado en la obra del director de Ciudadano Kane, Esteve Riambau, presentaba a Gilliam en la que ha sido la segunda (y última) de las jornadas de la visita de éste a la Filmoteca de Catalunya. Y tras la sui géneris recreación del universo cervantino en The Man Who Killed Don Quixote, hoy le ha tocado el turno a uno de los filmes más insólitos de su carrera: la distopía futurista Doce monos.
Un despliegue barroco e imaginativo, en la línea de títulos como La cité des enfants perdus (1995) de Jean-Pierre Jeunet, que optó a dos premios Óscar y por el que Bruce Willis estuvo dispuesto a renunciar a su sueldo de superestrella. Lo mismo que un joven Brad Pitt al que Gilliam, inquieto por si el actor sería capaz de recrear convincentemente la vertiginosa verborrea de su personaje (según confesaba a los asistentes antes de la proyección), sugirió el auxilio de un profesor de dicción que le ayudase a perfeccionar la manera de decir el texto.
El estado de divergencia mental que aqueja al protagonista, así como sus inauditos desplazamientos a través del espacio y del tiempo (1917-1990-1996-2035) y un mortífero virus capaz de acabar con la vida de cinco billones de personas son sólo algunos de los ingredientes de esta compleja producción, predecesora en muchos aspectos de las realidades paralelas de Matrix (1999) e inspirada libremente en Vértigo (1958) de Hitchcock y La jetée (1962) de Chris Marker, en la que la locura y la ciencia ficción se mezclan hasta el punto de desdibujar la tenue frontera que las separa.
Hola Juan!
ResponderEliminarPues precisamente no hace mucho volvi a ponerme con ella. No habia vuelto a verla desde su estreno en cine, no sabria que decir. En su momento (tambien era mas joven...) no me acabo de convencer y a decir verdad esta segunda vez tampoco termino por fascinarme. Cierto es que conocer aspectos como los que comentas añaden interes.
Saludos!
Comprendo lo que comentas. Pero es que yo creo que eso está hecho a propósito: se trata de un filme voluntariamente complejo, que requiere de varios visionados y que se presta a diversas interpretaciones. Luego, claro está, el espectador es soberano y es quien tiene la última palabra.
EliminarGracias por comentar, Fran.
Saludos