Título original: Amoureux de ma femme
Director: Daniel Auteuil
Francia, 2018, 84 minutos
Enamorado de mi mujer (2018) de Daniel Auteuil |
A pesar de lo previsible y trillado del argumento, no deja de tener su encanto la que de momento es la última propuesta cinematográfica de Daniel Auteuil como director y protagonista. Una comedia basada en la pieza teatral L'envers du décor del joven dramaturgo y novelista Florian Zeller (nacido en 1979) y que gira en torno a la fascinación enfermiza que la exuberante novia española de su mejor amigo ejerce sobre un hombre de cierta edad (que es como se suele llamar a los viejos cuando se resisten a admitir que lo son).
Dado su origen escénico, el reparto de la película —integrado por el ya mencionado Auteuil, más Adriana Ugarte, Sandrine Kiberlain y el orondo Gérard Depardieu— es reducido y se reúne en el apartamento de una de las parejas con motivo de una cena. Planteamiento que suena a cosa ya vista y que remite a clásicos que van desde Le dîner de cons (1998) de Francis Veber hasta Un dios salvaje (2011) de Polanski, pasando por Barbacoa de amigos (2014) de Éric Lavaine o El nombre (2012) de Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte.
Vemos, pues, cómo la puesta en escena de Daniel Auteuil se inscribe en una larga tradición del cine francés comercial, si bien se las ingenia para colar localizaciones rodadas en Venecia, así como una lujosa residencia veraniega supuestamente ubicada en Ibiza. Porque la característica más llamativa del personaje central es una imaginación desbordante que le hace hilar una ensoñación tras otra de un modo absolutamente enfermizo. En cierta manera, y aunque se trate de filmes pertenecientes a registros completamente opuestos, le ocurre lo mismo que al personaje de Gad Elmaleh en El capital (2012) de Costa-Gavras, ya que ambos visualizan sus ensueños confundiéndolos (y confundiéndonos) con la realidad.
Un cúmulo, por tanto, de fantasías que emparenta a Daniel con el Gene Wilder de La mujer de rojo (1984): de hecho, Emma (Adriana Ugarte) irrumpirá en casa de Isabelle y Daniel vestida de ese mismo color, por lo que el guiño parece evidente. De la misma forma que algunos, aunque en este caso la referencia sea mucho más velada, no podrán evitar pensar en el Jean-Pierre Bacri de Para todos los gustos (2000) de Agnès Jaoui cuando a Daniel, sentado entre el público de un pequeño teatro parisino, se le salten las lágrimas viendo a Emma representar el papel de Sonia en Tío Vania de Chéjov.
¿Por qué el filme se titula, entonces, Enamorado de mi mujer? Pues por la sencilla razón de que, de tanto fantasear, Daniel acaba por darse cuenta de que lo suyo con Emma no podría funcionar debido a la diferencia de edad, de modo que durante algo menos de hora y media habremos estado asistiendo a un romance paralelo que muy probablemente sólo haya existido en la imaginación febril del protagonista (aunque alguna puerta quede abierta para pensar lo contrario). Con todo y con eso, al final son Daniel y su esposa Isabelle (Sandrine Kiberlain) quienes gozarán de una segunda luna de miel surcando en góndola los mismos canales que el editor cruzó con anterioridad en su mente en compañía de la idealizada Emma.
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