Director: Manuel Gutiérrez Aragón
España, 1977, 89 minutos
Camada negra (1977) de Gutiérrez Aragón |
Un grupo de hermanastros que lo mismo atacan librerías que interpretan canto gregoriano son liderados por una especie de madrina ya entrada en años que los alecciona y les obliga a comerse los guisos que cocina para ellos. Tal sería, a grandes rasgos, el argumento de Camada negra (1977). Sin embargo, lo que podría parecer una extraña alegoría con aires de cuento macabro, se presta, no obstante, a una lectura perfectamente lógica en el contexto de la convulsa transición política que siguió a la muerte del general Franco.
Así pues, esa camarilla de macarras que en la ficción se deja dominar por los dictados de la vieja Blanca (María Luisa Ponte) tendría su correlato real en los pistoleros que, por aquellos mismos días, sembraban el terror en pleno centro de Madrid al masacrar a los abogados laboralistas de Atocha. Huelga decir que la película, pese a haber sido premiada en el Festival de Berlín, sufrió los envites de la censura, que prohibió durante meses su exhibición pública, y que, una vez estrenada, fue objeto de múltiples ataques por parte de grupúsculos de extrema derecha.
Concebida entre Borau y Gutiérrez Aragón, como ya hicieran previamente en la mítica Furtivos (1975), la cinta responde al clima de crispación que se respiraba en una sociedad a caballo entre dos mundos antagónicos: la patria moribunda de los viejos falangistas ("¡que entre unos y otros me estáis crucificando viva!", se lamentará amargamente Blanca en varias ocasiones) y un esperanzador régimen democrático de ansiadas libertades cuya fragilidad es simbolizada por el personaje de Rosa (Ángela Molina).
Dentro de ese mismo discurso metafórico, el impetuoso Tatín (José Luis Alonso) vendría a representar a los herederos del fascismo, más alborotadores que otra cosa, mientras que el maquiavélico José (Joaquín Hinojosa), bastante más ladino en sus intenciones, sería, por el contrario, el trasunto de una vieja guardia que, cambiándose de chaqueta, aspira a conservar intactos sus privilegios de clase cuando se consolide el nuevo escenario político y social.
Una especie de cuento de Blancanieves en clave perversa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Algo muy propio, por otra parte, de los primeros filmes de Gutiérrez Aragón.
EliminarUn abrazo.
Una parábola sobre la transición.
ResponderEliminarQue no fue, precisamente, un cuento de hadas.
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