Título original: The New World
Director: Terrence Malick
EE.UU./Reino Unido, 135 minutos
El nuevo mundo (2005) de Terrence Malick |
Las imágenes fluyen, discurren sobre la pantalla deslizándose, manan en un movimiento continuo que se propaga perpetuamente en su eterno canto de alabanza a la creación... Sí: quien haya visto alguna película de Terrence Malick sabe a qué nos referimos. Pocos son los cineastas (y menos aún en Hollywood) que puedan presumir de tener un estilo reconocible. En el caso concreto del director americano, se diría que el suyo consiste en un epinicio exuberante y ampuloso. Casi, llevando al límite la peculiarísima personalidad que rezuman los fotogramas de sus filmes, podríamos calificarlo de delirio panteísta.
Además, buena parte de ello es debido a la música, ya que la banda sonora que el recientemente desaparecido James Horner compuso para El Nuevo Mundo contribuye a enfatizar lo arriba indicado, siendo la historia de amor entre el Capitán John Smith y la princesa india Pocahontas un mero pretexto para que Malick dé rienda suelta a sus habituales devaneos.
Se aprecia, por otra parte, una ligera voluntad de verismo a la hora de retratar lo que debió suponer en realidad la llegada de los pioneros ingleses a Virginia en 1607, sobre todo en lo concerniente a cómo son presentadas las tribus indígenas, algo más lejos de la imagen estereotipada que la industria del cine les había tradicionalmente reservado y un poco más cerca de lo que pudiera considerarse una aproximación hasta cierto punto antropológica.
Se aprecia, por otra parte, una ligera voluntad de verismo a la hora de retratar lo que debió suponer en realidad la llegada de los pioneros ingleses a Virginia en 1607, sobre todo en lo concerniente a cómo son presentadas las tribus indígenas, algo más lejos de la imagen estereotipada que la industria del cine les había tradicionalmente reservado y un poco más cerca de lo que pudiera considerarse una aproximación hasta cierto punto antropológica.
Pocahontas, en particular, tras la huella indeleble que deja en ella el contacto con Smith, seguirá un largo proceso de aculturación que la llevará desde las lagunas de su tierra natal, en las que fluctúa libremente al compás de los elementos de la naturaleza, hasta la encorsetada corte en el Viejo Continente.
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