sábado, 1 de noviembre de 2025

La tragedia de la Bounty (1935)




Título original: Mutiny on the Bounty
Director: Frank Lloyd
EE.UU., 1935, 132 minutos

La tragedia de la Bounty (1935) de Frank Lloyd


Cinta de aventuras marítimas por excelencia, Mutiny on the Bounty (1935) ha terminado convirtiéndose además en un clásico inmortal que, con sus dos millones de dólares de presupuesto (todo un récord por aquel entonces), elevó el estándar del cine épico de Hollywood de la época. Ganadora del Óscar a la Mejor Película, esta superproducción de la Metro-Goldwyn-Mayer, con el sello inconfundible del productor Irving Thalberg, logró un impacto dramático que perdura hasta hoy sin haber perdido ni un ápice de su encanto.

La fuerza central de la película reside en el memorable enfrentamiento entre sus dos protagonistas: Charles Laughton, como el Capitán William Bligh (un tiránico, cruel e inflexible individuo cuya maldad fría y calculada sobre sus hombres genera repulsión en el espectador) y Clark Gable como Fletcher Christian, primer oficial de la nave que, movido por la defensa de la tripulación, se erige como el héroe. De hecho, el conflicto moral que aqueja a este último es, en realidad, el catalizador de la rebelión. A ellos se une Franchot Tone como Roger Byam, guardiamarina encargado de confeccionar un diccionario de tahitiano y que representa el dilema entre la lealtad y la justicia.



La película relata la travesía del HMS Bounty hacia Tahití a finales del siglo XVIII en busca del árbol del pan (con el que se pretendía alimentar a los esclavos) y el posterior y famoso motín a bordo. El director Frank Lloyd logra imprimir a la narración un ritmo ágil aprovechando localizaciones naturales de las islas del Pacífico que aportan un realismo documental impresionante para la época. Asimismo, la tensión dramática se construye magistralmente a través de las constantes humillaciones y castigos que Bligh inflige a sus subordinados, lo que hace que el inevitable clímax del motín constituya una liberación esperada.

Si bien el guion se toma algunas licencias históricas en favor del drama (especialmente en lo que concierne a la figura de Fletcher Christian como defensor de los derechos de la tripulación), su mensaje contra el abuso de poder mantiene plena vigencia. Lo cual, unido al mito del buen salvaje y a la idealización de un mundo paradisíaco habitado por bellísimas mujeres, hace de la cinta un hito ineludible del cine de aventuras y del cine clásico en general. Hasta el extremo de que su solidez narrativa, la calidad de su producción y el ya mencionado duelo interpretativo la convierten en la versión de referencia de esta conocida historia, incluso por encima de posteriores remakes.



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