Director: Luis Buñuel
Méjico, 1962, 95 minutos
El ángel exterminador es una de las raras películas mías que he vuelto a ver. Y [...] lo que veo en ella es un grupo de personas que no pueden hacer lo que quieren hacer: salir de una habitación. Imposibilidad inexplicable de satisfacer un sencillo deseo. Eso ocurre a menudo en mis películas. En La edad de oro, una pareja quiere unirse, sin conseguirlo. En Ese oscuro objeto del deseo, se trata del deseo sexual de un hombre en trance de envejecimiento, que nunca se satisface. Los personajes del Discreto encanto quieren a toda costa cenar juntos y no lo consiguen. Quizá pudieran encontrarse otros ejemplos...
¿Con la que está cayendo, qué película podría haber más oportuna que El ángel exterminador? Oportuna y oportunista, lo admito, pero ¿cómo no sucumbir, hallándose la práctica totalidad del país en un apuro remotamente parecido al de sus protagonistas, a la tentación de revisar, por enésima vez, uno de los clásicos incontestables de la historia del cine? Y debo confesar que, dadas las circunstancias, hoy me ha parecido menos surrealista que nunca.
De hecho, Luis Buñuel negó siempre que hubiese ningún tipo de simbolismo oculto ni en el oso (que algunos identificaron con la Unión Soviética) ni en el rebaño de ovejas, que podría pasar perfectamente por una metáfora del cristianismo. Como baldío resulta todo intento por esclarecer qué fuerza suprema es la que impide a "los náufragos de la calle Providencia" abandonar la mansión en la que se hallan recluidos.
Se intuye, eso sí, una inquina considerable contra el orden establecido, fundamentalmente hacia los burgueses, a quienes el genio de Calanda, a fuerza de despojarlos de su refinamiento, degrada hasta la animalidad, y una jerarquía eclesiástica que tiene toda la pinta de ser la próxima víctima propiciatoria a juzgar por ese final, con los borregos entrando en el templo, tan turbador como abiertamente blasfemo (¿o es que lo que va a ocurrir allí adentro distará gran cosa de lo acontecido en la casa?).
Y, sin embargo, parece que el cineasta no quedó muy satisfecho con el resultado final, habida cuenta de la escasez material en la que se desarrolló el rodaje (es proverbial la anécdota, que recogen la mayor parte de fuentes, según la cual sólo dispusieron, para la escena del banquete, de una servilleta de encaje, que hubo de ser filmada en primer plano cada vez que el encuadre cambiaba de comensal). Buñuel consideraba que ésta era una historia para haberla filmado en Francia o en Inglaterra, en un lugar en el que la gente supiera cómo se lleva un frac. Y aunque el productor Gustavo Alatriste le dio libertad creativa total, años más tarde declararía que tal vez tendría que haber hecho que los invitados acabasen cometiendo canibalismo. Desde luego, el hombre no se andaba con chiquitas...
Luis Buñuel
Mi último suspiro
Traducción de Ana María de la Fuente
¿Con la que está cayendo, qué película podría haber más oportuna que El ángel exterminador? Oportuna y oportunista, lo admito, pero ¿cómo no sucumbir, hallándose la práctica totalidad del país en un apuro remotamente parecido al de sus protagonistas, a la tentación de revisar, por enésima vez, uno de los clásicos incontestables de la historia del cine? Y debo confesar que, dadas las circunstancias, hoy me ha parecido menos surrealista que nunca.
De hecho, Luis Buñuel negó siempre que hubiese ningún tipo de simbolismo oculto ni en el oso (que algunos identificaron con la Unión Soviética) ni en el rebaño de ovejas, que podría pasar perfectamente por una metáfora del cristianismo. Como baldío resulta todo intento por esclarecer qué fuerza suprema es la que impide a "los náufragos de la calle Providencia" abandonar la mansión en la que se hallan recluidos.
Se intuye, eso sí, una inquina considerable contra el orden establecido, fundamentalmente hacia los burgueses, a quienes el genio de Calanda, a fuerza de despojarlos de su refinamiento, degrada hasta la animalidad, y una jerarquía eclesiástica que tiene toda la pinta de ser la próxima víctima propiciatoria a juzgar por ese final, con los borregos entrando en el templo, tan turbador como abiertamente blasfemo (¿o es que lo que va a ocurrir allí adentro distará gran cosa de lo acontecido en la casa?).
Y, sin embargo, parece que el cineasta no quedó muy satisfecho con el resultado final, habida cuenta de la escasez material en la que se desarrolló el rodaje (es proverbial la anécdota, que recogen la mayor parte de fuentes, según la cual sólo dispusieron, para la escena del banquete, de una servilleta de encaje, que hubo de ser filmada en primer plano cada vez que el encuadre cambiaba de comensal). Buñuel consideraba que ésta era una historia para haberla filmado en Francia o en Inglaterra, en un lugar en el que la gente supiera cómo se lleva un frac. Y aunque el productor Gustavo Alatriste le dio libertad creativa total, años más tarde declararía que tal vez tendría que haber hecho que los invitados acabasen cometiendo canibalismo. Desde luego, el hombre no se andaba con chiquitas...
siempre esta en toda lista de lo mejor del cine y la verdad que hasta hoy no sabía de que trataba asì que gracias. Claro que hoy no suena descabellado el argumento... ¿estaremos todos dentro de un film hoy? saludos...
ResponderEliminar¿Quién sabe, JLO? Cosas más raras se han visto... En todo caso, sobre el tema de la dicotomía realidad-ficción, te recomiendo el cuento de Cortázar "Continuidad de los parques" (si es que no lo conoces ya).
EliminarGracias por tu comentario y hasta pronto.
¿El film más inquietante de Buñuel?
ResponderEliminarSaludos.
Si no el que más, probablemente uno de los que más. Y con un sentido del humor bastante ácido, por cierto.
EliminarSaludos.
Hola Juan!
ResponderEliminarCreo que es una de esas películas que a cada visionado descubres detalles, matices y sacas una nueva conclusión. Sobre esto ultimo y al hilo de lo que afirmaba Buñuel, independientemente de lo que considere el autor yo creo que las lecturas son libres, incluso diría que hay películas que se adaptan a los tiempos.
De lo que no cabe duda es del buen ojo que has tenido con esta entrada.
Pues nada, en unos minutos salgo a trabajar, me espera una ciudad solitaria y fantasma...
Saludos!
Hola, Fran: espero que tú y los tuyos estéis bien.
EliminarUn abrazo.