Director: José Luis Sáenz de Heredia
España, 1963, 95 minutos
Los derechos de la mujer (1963) |
Un primer acercamiento a Los derechos de la mujer apuntaría en la dirección de su indisimulada factura teatral. Y, sin embargo, si la película revela bien a las claras el sustrato escénico del que proviene (la comedia homónima de Alfonso Paso), ello no es tanto por demérito, sino porque así lo quiso su director, un José Luis Sáenz de Heredia que acometió la adaptación cinematográfica con el firme propósito de sacarle partido a la misma fórmula que previamente había conocido el éxito en los escenarios madrileños.
En dicho sentido, es básicamente la artificiosidad de las interpretaciones, sobre todo en el caso de la pareja protagonista, lo que hoy pudiera achacarse a falta de pericia por parte de los actores cuando, en realidad, se trataba de recrear la inmediatez de las tablas para, una vez captada y trasladada al celuloide, su posterior explotación comercial en salas. A ello contribuye, en buena medida, la utilización del sonido directo en múltiples escenas, recurso que la televisión, todavía en ciernes en aquel lejano 1962, acabaría de explotar en años venideros.
Mucho menos asumible, en cambio, es un planteamiento cuya comicidad reside en que el marido adopte roles tradicionalmente asociados a la mujer. Así pues, lo que ya desde el título semeja el anuncio de alguna reivindicación feminista no es más que el reflejo de una sociedad abiertamente patriarcal, documento impagable a propósito del franquismo sociológico en el que la figura de una mujer abogada, tan adicta al trabajo que pasa la noche de bodas atareadísima resolviendo un pleito en compañía del servicial Ortiz (López Vázquez), se contempla como algo exótico y hasta cierto punto antinatural.
Aunque lo más rancio del argumento reside en la trampa que concibe la esposa (Mara Cruz) con el objetivo de poner en aprietos al solícito Juan (Javier Armet), intriga para la que requiere los servicios de una prostituta (Lina Canalejas) que deberá tentar al varón, a cambio de cinco mil pesetas, y así pescarlo en adulterio infraganti. Curiosa inversión de papeles, en contraposición a lo que dictaban las leyes de aquel entonces en materia de infidelidad conyugal, en una comedia que se abre con una cita bíblica a propósito de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso.
Bueno, ya suponemos que dado el año, el realizador y demás, la película no va exactamente de los derechos de la mujer.
ResponderEliminarSi bien es cierto que se aprecia una cierta apertura de miras al presentar un modelo de mujer con estudios universitarios y una brillante carrera profesional, en el fondo se deja entrever un ligero tufillo paternalista. Algo así como "cuidado con éstas, que se nos están subiendo a las barbas..."
EliminarCreo que todo l oque contás en la reseña está mal visto hoy jaja. Acá con los militares y la censura cinematográfica fue imposible hacer nada interesante, pocas cosas, me imagino que allí pasó lo mismo. Saludos
ResponderEliminarSí, claro. Otro tema es que, pese a lo discutible de sus valores, el paso del tiempo haya convertido a aquellas películas en interesantes documentos históricos.
EliminarSaludos.
Hola Juan!
ResponderEliminarPues no la conocía. Es muy curioso e interesante lo que cuentas, tratare de buscarla.
Saludos!
Pues lo tienes muy fácil, Fran. Aquí te dejo el enlace: https://www.rtve.es/alacarta/videos/historia-de-nuestro-cine/derechos-mujer/5770005/
EliminarEspero que la disfrutes.
Saludos y buen fin de semana.