martes, 15 de agosto de 2017

Sayat Nova. El color de la granada (1969)














Título original: Sayat Nova / Սայաթ-Նովա. Նռան գույնը
Director: Sergei Parajanov
Unión Soviética, 1969, 79 minutos

Sayat Nova. El color de la granada (1969)

Un rótulo previo nos da la clave para desentrañar la significación genuina de Sayat Nova, rebautizada por la censura soviética como El color de la granada: "Esta película no intenta contar la vida de un poeta. En su lugar, el cineasta intentó recrear el mundo interior del poeta a través de las aprensiones de su alma, sus pasiones y tormentos, usando ampliamente el simbolismo y las alegorías propias de la tradición de los trovadores de la Armenia medieval". Ahí es nada...

Y todo eso en pleno proceso de estancamiento durante la era Brézhnev. Como es natural, las autoridades culturales mutilaron y luego prohibieron un filme cuya sensibilidad artística estaba a años luz de las gélidas consignas imperantes. Vista con el margen que da el casi medio siglo transcurrido desde que fuera concebida, la obra cumbre de Sergei Parajanov se nos aparece como un primoroso estampido de color y hermosura, delicadamente estilizado en su voluntad de infundir vida a la imaginería armenia de iconos y efigies religiosas.



No en vano, si el elegido como leitmotiv fue un trovador del siglo XVIII que vivió a caballo entre Georgia y Armenia es porque el propio Parajanov, que era hijo de armenios, había nacido, sin embargo, en Tiflis al igual que el poeta. Y el misticismo de sus versos, además, se adecuaba a la poesía visual del realizador como anillo al dedo.

En los cuadros vivientes ideados por el director, tanto el diseño de vestuario como la composición espacial adquieren una enorme importancia, dando lugar, en varios momentos, a imágenes que por su apariencia vagamente surrealista hacen pensar en la posible influencia de Buñuel (por ejemplo, en la escena en la que un rebaño de ovejas invade el interior de una iglesia). De hecho, es bien sabido que la religión ejerció un enorme influjo como fuerza inspiradora sobre el genio de Calanda. Con todo, la creatividad de Parajanov, si bien se vio refrenada por el talante coercitivo de un régimen político que no le permitía expresarse a su entero albedrío, sí pudo, al menos, legarnos un esbozo aproximado de una película inclasificable por lo insólito de su puesta en escena.


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