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sábado, 16 de septiembre de 2023

La vampira de Barcelona (2020)




Director: Lluís Danés
España, 2020, 106 minutos

La vampira de Barcelona (2020) de Lluís Danés


Una puesta en escena deliberadamente teatral (en el buen sentido de la palabra) permite que la acción de La vampira de Barcelona (2020) transcurra en la Ciudad Condal de principios del siglo XX sin menoscabo de la verosimilitud o credibilidad de su trama. Que, como todo el mundo sabe a estas alturas, recrea un caso real que en su momento hizo correr ríos de tinta: el de Enriqueta Martí Ripollés (1868-1913), más conocida como «La vampira de la calle de Poniente (hoy Joaquín Costa)» o «La vampira del Raval».

Jugando continuamente con el contraste entre las secuencias en color (pocas, con predominio del rojo) y el blanco y negro de la práctica totalidad del relato, el realizador Lluís Danés firmaba una interesantísima cinta, en formato panorámico, en la que lo histórico y lo onírico se daban la mano con absoluta naturalidad. A este respecto, la dirección artística del propio Danés destaca por una imaginativa concepción de los decorados que en ocasiones rehúye el realismo para adentrarse por unos vericuetos que pudieran recordar remotamente a los de la estética del expresionismo.



Sin embargo, el guion de Lluís Arcarazo y la novelista María Jaén no hace recaer el protagonismo sobre la susodicha Enriqueta (Nora Navas), sino que convierte a Sebastià Comas (Roger Casamajor), un oscuro reportero adicto a la morfina, en el centro de la investigación. A su vez, el periodista frecuenta la compañía de Amèlia (Bruna Cusí), una prostituta con ínfulas de cantante de ópera que lucha denonadamente por dejar atrás los sinsabores de su sórdido pasado.

Y es que en los bajos fondos de aquella Barcelona aparentemente próspera se daban cita las altas personalidades de una sociedad tan corrupta como ostentosa. Caldo de cultivo, pues, para que la depravación de la selecta burguesía saciase su sed de vicio gracias a una siniestra red de tráfico de menores encargada de abastecer a las casas de lenocinio más distinguidas de la ciudad. Supuestos raptos, crueles tormentos y otras aberraciones que la inoperancia de las autoridades policiales, encabezadas por el comisario Amorós (Sergi López), y el sensacionalismo de la prensa local, liderada por Méndez (Mario Gas), contribuirían a elevar a la categoría de leyenda urbana.



sábado, 13 de mayo de 2023

El buen patrón (2021)




Director: Fernando Léon de Aranoa
España, 2021, 120 minutos

El buen patrón (2021) de Fernando León de Aranoa


Julio Blanco es uno de esos individuos que siempre tiene la palabra fidelidad en la boca. Pero no porque crea realmente en ella, sino porque dicho concepto le permite manipular a los demás a su antojo. Y es que bajo el aparente carácter afable y algo paternal de este empresario, dueño de una reconocida fábrica de balanzas, se esconde un mafiosillo de medio pelo cuyo afán por la excelencia no es más que otro subterfugio para tenerlo todo bajo su control.

Tras la aclamada Los lunes al sol (2002)Loving Pablo (2017), la asociación entre Fernando León de Aranoa y Javier Bardem volvía a dar como resultado otra película notable, en esta ocasión en torno a la figura de un personaje que encarna la quintaesencia del cinismo. No hay más que ver, a este respecto, las relaciones que establece con sus empleados, a quienes él llama su familia, aunque luego los mangonea según su conveniencia. Especialmente a aquellos que a priori resultan más vulnerables. Tal sería el caso, por ejemplo, del viejo Fortuna (Celso Bugallo) o de las becarias que, como la sensual Liliana (Almudena Amor), van desfilando por la empresa.



Sin embargo, y por muy omnímodo que sea el poder de este capitalista provinciano, hay elementos que se le resisten, ya sea en forma de "hijo pródigo", cuando un trabajador al que ha despedido (Óscar de la Fuente) se instala frente a la factoría en señal de protesta, o de arrogante "hijo adoptivo" (Tarik Rmili) que no se deja dominar fácilmente. Con todo, será Miralles (Manolo Solo), casi un "hermano", siguiendo con esa particular red de parentescos, el que más quebraderos de cabeza le va a dar.

Valiéndose de una dicción y de una parsimonia un tanto pintorescas que pudieran recordar remotamente al Vito Corleone de El padrino (1972), Javier Bardem compone uno de los tipos que a buen seguro quedarán en el recuerdo de su, por otra parte, portentosa galería de personajes.



lunes, 8 de abril de 2019

7 razones para huir (de la sociedad) (2019)




Título original: 7 raons per fugir (de la societat)
Directores: Gerard Quinto, Esteve Soler y David Torras
España, 2019, 75 minutos

7 razones para huir (2019)


El foc s'encomanà als mobles i al cap de cinc minuts cremava tota la casa, de la qual escapàrem l'artista i jo per miracle.
Aquell vespre mateix la gent tenia notícies que havia cremat un bloc de cases i que moriren més de tres-centes persones, totes de bona família.

Pere Calders
"Coses aparentment intranscendents"
Cròniques de la veritat oculta (1942)

La cartelera barcelonesa tiene el honor de contar, desde el pasado viernes, con uno de esos títulos que logran que el cine sea algo más que un mero entretenimiento de masas. Afortunadamente. Porque los creadores de 7 raons per fugir (de la societat), todos ellos debutantes en el noble arte de la dirección de largometrajes, se aventuran en ésta su ópera prima por los tortuosos senderos del sarcasmo y de la mala leche que, en el pasado, frecuentaron nombres ilustres como Buñuel, García Berlanga o el mismísimo Marco Ferreri.

Quinto, Soler y Torras podrían haber sido una delantera mítica del Barça (o incluso un afamado trío de compositores de coplas). Pero no: por de pronto son los responsables de estas siete historias con el denominador común de hacer que el absurdo irrumpa en lo cotidiano. Se diría que la sombra de Pere Calders (1912-1994), avezado cronista de lo real maravilloso que compartiera exilio mejicano con el ya mencionado cineasta de Calanda, planea sobre muchas de ellas. Aunque en el turbador epílogo, que aquí no desvelaremos, se deja sentir también la impronta remota y sutil de aquella inquietante alegoría de la soledad humana que fue La cabina (1972) de Mercero.



El proyecto, cuya génesis se remonta al corto Interior. Família. (2014) germen que daría pie al primero de estos siete relatos fue presentado en la última edición del Festival de Málaga, así como en el South by Southwest Film Festival de Austin (Texas). En esencia, y hasta cierto punto, recupera la estructura de aquellos filmes de episodios que durante la década de los sesenta —Boccaccio '70 (1962), Ro.Go.Pa.G. (1963), Historias extraordinarias (1968) supusieron una vuelta de tuerca a la hora de lograr que las películas no sólo divirtieran sino que, sobre todo, incomodasen.

Comedia negra (y aun negrísima por momentos), 7 razones para huir se atreve a cuestionar, mediante la mordacidad sin cortapisas de sus diálogos, los pilares básicos de una sociedad en la que los padres se sublevan contra los hijos, el tercer mundo irrumpe (literalmente) en el salón de casa, las novias se declaran en rebeldía justo antes de dar el "sí quiero" y los vecinos de una comunidad (como sucedía en el buñueliano Ángel exterminador) no sólo son incapaces de cruzar el umbral del rellano, sino que únicamente saben contar hasta seis.


viernes, 23 de febrero de 2018

Pont de Varsòvia (1989)




Título en español: Puente de Varsovia
Director: Pere Portabella
España, 1989, 85 minutos

Pont de Varsòvia (1989) de Pere Portabella


Intentar traducir en palabras las películas de Pere Portabella puede ser tan sencillo o tan complejo (como todas las cosas, esto es según se mire) como definir qué es la lluvia o el mar o la brisa agitando las ramas de los árboles. Porque el cineasta catalán filma como quien respira, con una naturalidad sólo al alcance de los más grandes.

La Barcelona que aquí vemos es la ciudad inmediatamente anterior a los Juegos Olímpicos del 92, es decir, la impulsada por el alcalde Maragall y su campaña Posa't guapa ('Ponte guapa'). Un espacio urbano presidido por la elegancia del Pabellón Mies van der Rohe y en cuya majestuosa magnificencia se recrea la cámara de Portabella con el mismo detenimiento que dedica a la fachada de edificios quizá no tan emblemáticos, pero no menos interesantes (caso de la actual sede de la Fundación Tàpies).



Comentaba el director en la presentación previa de esta tarde en la Filmoteca que su cine no obedece a un planteamiento aristotélico de causa y efecto (en realidad, no es la primera vez que le oímos decir esto). De hecho, Pont de Varsòvia carece de un argumento definido y, aunque en esta ocasión se sirvió de actores profesionales (algo no muy frecuente en su filmografía), las escenas inconexas que la forman son apenas una parodia de situaciones que van desde la concesión de un premio literario a un novelista de éxito (Jordi Dauder) hasta la noticia de un submarinista que fue absorbido por un hidroavión y posteriormente arrojado sobre un bosque en llamas. También hay lugar para la música de su habitual colaborador Carles Santos, al que vemos dirigiendo una composición propia encaramado en un andamio frente al escaparate de la chocolatería Fargas en el carrer del Pi.

Amante de las imágenes insólitas, Portabella no duda en mostrar el interior de la lonja de pescado al son de las notas del Tristán e Isolda wagneriano. O a La Fura dels Baus destrozando un vagón del metro de Berlín. Se atreve, incluso, con un cuadro viviente al estilo de la puesta en escena que Godard llevara a cabo en Passion (1982): concretamente, se trata del célebre Baño turco de Ingres. Todo suma, en definitiva, en un proyecto cuya subvención pública superó, según confesión del propio cineasta, el presupuesto inicialmente previsto, si bien la carrera comercial del filme gozó de una cierta repercusión internacional, llegando a ser presentado en el MoMA con el beneplácito de Scorsese.


domingo, 18 de febrero de 2018

A tiro limpio (1996)




Director: Jesús Mora
España, 1996, 87 minutos

A tiro limpio (1996) de Jesús Mora


Remake de la muy notable cinta homónima del policíaco barcelonés que, en esta ocasión, a pesar de abrirse con el mismo plano secuencia desde el asiento trasero de un automóvil y posterior atraco a un garaje, el debutante Jesús Mora se llevó hasta Las Palmas de Gran Canaria.

Si el largometraje original tenía el aliciente de mostrar cómo era la Barcelona del momento, esta nueva versión también deja entrever algunos aspectos de lo que fue la cultura del pelotazo en los años noventa, representada por unos personajes que recurren a la delincuencia como vía directa para ver cumplidos sus sueños de pequeño burgués.



He ahí donde reside la diferencia esencial entre una y otra película: si los atracadores de 1964 tenían conexiones con el maquis y la resistencia antifranquista, Martín (Adolfo Fernández) y los suyos aspiran a vivir sin dar ni golpe. El caso paradigmático del grupo es Román (Toni Cantó), hijo de un pequeño empresario que posee una fábrica de hielo, pero que, en lugar de heredar el modesto negocio familiar, fantasea con la posibilidad de comprarse un barco de segunda mano.

Los siete millones que lo separan de dicho anhelo tal vez salgan del golpe que le propone su amigo Martín, recién llegado de Brasil tras once años de ausencia. Este último, perteneciente a una de las familias más adineradas de la isla, mantiene con ellos, sin embargo, una relación distante: lo suyo fue siempre el ir por libre, aunque ahora le interese retomar el contacto con su primo Fito 'Vitamina' (Francesc Orella), promotor musical a punto de organizar un multitudinario macroconcierto.


jueves, 17 de agosto de 2017

Asalto al Banco Central (1983)




Director: Santiago Lapeira
España, 1983, 94 minutos

Asalto al Banco Central (1983)


—Esa foto no debe salir nunca de aquí, Andrés. 
—¿Por qué? 
—Por el bien de todos. Porque a veces la paz está por encima de la verdad. La paz bien vale este silencio...

Quienes estén más o menos habituados al universo literario de Juan Marsé o hayan leído novelas como Crónica sentimental en rojo de Francisco González Ledesma o la serie Carvalho de Vázquez Montalbán seguro que encontrarán elementos que les resulten familiares en Asalto al Banco Central (1983) de Santiago Lapeira. Aunque sólo se trate de las calles de una Barcelona un tanto cañí y muy anterior a la diseñitis que nos legaron los Juegos Olímpicos y demás fastos del 92.

Basada en el libro homónimo del italiano especializado en best-sellers sensacionalistas Alberto Speratti, la película pretendía, sin embargo, aportar un cierto tono de docudrama al ir puntualmente consignando los acontecimientos tal y como se produjeron en mayo de 1981, llegando incluso a valerse del recurso de los titulares sobreimpresos, como si de un reportaje televisivo se tratase. Realismo que también se procuraba transmitir con la participación de auténticos periodistas en el reparto, siendo Carlos Herrera el que posee mayor protagonismo (con un breve diálogo con Isabel Mestres), pero no el único: fugazmente veremos, entre otros, a Chelo García-Cortés (luego catapultada a la popularidad por la prensa del corazón y los programas de cotilleos) e incluso se puede escuchar la voz de una jovencísima Julia Otero.

Molinero (Sacristán) tras visitar al Seta en el cementerio


Pepe Sacristán, el actor estrella del cine de la Transición, encarna al reportero de investigación Andrés Molinero, empeñado en destapar un oscuro complot para el que fueron reclutados delincuentes comunes (ahí están, en sendos papeles, Arnau Vilardebò y Francesc Orella, este último sólo de pasada), pero cuyos cerebros apuntaban mucho más alto, con conexiones con la intentona golpista del 23-F incluidas. Se habla hasta de un maletín el contenido del cual podría comprometer seriamente a altas instancias del Estado. Quizá por ello, en un afán por demostrar las implicaciones de la conspiración a escala internacional, los guionistas situaron parte de la trama en Roma, adonde se rodaron algunas escenas.

De entonces a esta parte, el paisaje urbano barcelonés ha cambiado muchísimo: la sede del Banco Central pertenece ahora a El Corte Inglés: de hecho, todo el perímetro de Plaza Catalunya (antaño monopolizado por entidades bancarias) hace ya tiempo que fue copado por FNAC, Apple, el Hard Rock Cafe e incluso un Zara en lo que fueran las oficinas del Banco de Bilbao.


domingo, 12 de febrero de 2017

Truman (2015)




Director: Cesc Gay
España/Argentina, 2015, 108 minutos

Truman (2015) de Cesc Gay


Que una película comience con una melodía de Toti Soler es el mejor de los presagios. Que se irán gradualmente confirmando a medida que avanza el metraje de Truman, vencedora en la edición de los premios Goya del año pasado con cinco galardones y un elenco de actores que tira de espaldas: Ricardo Darín, Javier Cámara, Eduard Fernández, Àlex Brendemühl, José Luis Gómez, Pedro Casablanc, Javier Gutiérrez, Àgata Roca, Francesc Orella, Silvia Abascal...

Decir a estas alturas lo bien que actúan Darín y Cámara puede sonar a broma, pero es que realmente es así: qué fácil hacen que parezca y qué complejo, a la vez, meterse en la piel de unos personajes con semejante carga emocional. Y si, por otra parte, ya de por sí resulta complicado definir la verdadera amistad, sobre todo cuando se mezcla con la enfermedad irreversible de uno de los protagonistas, Cesc Gay acierta, sin embargo, a plasmarla en imágenes como si tal cosa.



La mayoría de críticas, elogiosas (por otra parte), que recibió Truman coincidían en señalar la habilidad del realizador catalán a la hora de eludir el drama lacrimógeno en que podría haberse convertido un planteamiento de tales características. Pero a partir del instante en el que se sitúa al perro en el centro de la trama, como testigo mudo del vendaval de emociones suscitado a raíz del diagnóstico de su amo, la cosa se suaviza. Porque ya no se trata tanto de la aflicción motivada por los problemas de salud de Julián (Darín) en su entorno más inmediato, con las consiguientes muestras de afecto (las que se exteriorizan y, más significativas aún, las palabras que no se pronunciarán jamás), sino de la comicidad a que dan pie las situaciones que se viven al intentar buscarle un nuevo hogar al dogo.

Con todo, que nuestra atención se desvíe momentáneamente del amo al perro no es óbice para que la verdad incómoda siga ahí. En ese sentido, quizá sería interesante analizar la actitud de la pareja protagonista desde la perspectiva de la inteligencia emocional: en el caso de Tomás (Javier Cámara), porque considera más sensato desplazarse desde Canadá para apoyar a su mejor amigo; y en el de Julián, porque no le importa ir hasta Ámsterdam para celebrar el cumpleaños de su hijo. Es decir: ambos son capaces, en un momento crítico, de saber priorizar qué cosas valen realmente la pena. Y de ahí el éxito cosechado por la película, ya que el común de los mortales (como tal vez le ocurre a Paula, el personaje encarnado por la argentina Dolores Fonzi) no sabríamos encajar con esa mezcla de humor y filosofía una disyuntiva de dicho calibre.