jueves, 10 de agosto de 2017

El sargento York (1941)




Título original: Sergeant York

Director: Howard Hawks
EE.UU., 1941, 134 minutos

El sargento York (1941) de Howard Hawks


Cuando se estrenó El sargento York, los Estados Unidos aún no habían entrado en guerra. De hecho, ni siquiera se había producido el ataque a Pearl Harbor. Y, sin embargo, ya había grupos que clamaban a favor del intervencionismo americano en el conflicto, siendo uno de ellos el de los productores de Hollywood. De ahí que idearan una superproducción bélica como ésta en aras de influir sobre el conjunto de la opinión pública americana.

Y, a tal propósito, la figura de Alvin Cullum York venía que ni pintada: héroe de guerra en la primera contienda mundial, ampliamente condecorado y laureado por sus acciones militares, la meca del cine ya le iba detrás desde que regresara del frente en 1919. Pero York, hombre puritano criado en las profundidades de los valles de Tennessee, siempre rechazó la oferta. Hasta que la inminencia de la Segunda Guerra Mundial le hizo cambiar de parecer, aunque imponiendo sus propias condiciones: la primera y más importante era que no aceptaría ser interpretado por otro actor que no fuese Gary Cooper, algo que complicaba un poco las cosas dado que el bueno de Coop ya rondaba los cuarenta años por aquellas fechas; la segunda, que ninguna actriz de vida licenciosa (ni siquiera fumadora) interpretase a su mujer, lo cual se solucionó eligiendo a la angelical Joan Leslie, entonces una adolescente de apenas dieciséis primaveras.

"A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César..." 


La jugada salió redonda: once nominaciones a los premios de la Academia que se saldaron con dos Óscar: mejor actor para Cooper y mejor montaje para William Holmes. Aunque no reside ahí lo principal, sino que lo más relevante fue la cantidad de espectadores que, tras ver la película, acudieron de inmediato a alistarse. Porque Sergeant York iba especialmente dirigida a todos aquellos jóvenes de la América profunda que, como el protagonista, eran temerosos de Dios y fieles cumplidores de sus mandamientos. Los mismos que, en atención al quinto de dichos preceptos, difícilmente hubieran empuñado un arma para quitarle la vida al prójimo. Es por eso que buena parte del filme está destinado a reflejar el hondo dilema moral que se le plantea a York, llevándole desde su inicial objeción de conciencia hasta la fenomenal gesta en la que él y unos pocos soldados son capaces de capturar a todo un batallón de alemanes.

Dividida en cuatro partes bien delimitadas, El sargento York comienza como un wéstern para convertirse, sucesivamente, en una película de reclutas, luego en un filme bélico al estilo de Sin novedad en el frente aunque desprovisto de su carga crítica y, por último, en el recibimiento triunfal del héroe. En resumen, un puro ejercicio de propaganda aderezado con algunas escenas memorables, entre las que destacan la de la conversión de Alvin (con el siempre histriónico Walter Brennan ejerciendo de pastor de la comunidad) o la de los ejercicios de tiro durante la fase de instrucción militar, en la que York deja boquiabiertos a sus superiores haciendo diana hasta en cinco ocasiones consecutivas.


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