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jueves, 3 de enero de 2019

Cuenta atrás (1967)




Título original: Countdown
Director: Robert Altman
EE.UU., 1967, 101 minutos

Cuenta atrás (1967) de Robert Altman


Diversas razones hacen de Cuenta atrás (1967) una película de culto. De entrada, el hecho de que se trate de uno de los títulos menos populares de la filmografía de su director, quizá porque Robert Altman fue despedido por la Warner debido a la incomprensión de los ejecutivos ante el hecho de que optase por incluir en escena a varios personajes que parloteaban al mismo tiempo (rasgo, por lo demás, habitual en su estilo y una de las más reconocibles marcas de fábrica que lo caracterizan). 

Aunque, por otra parte, el que los hechos narrados se avanzasen un año y medio a la llegada del hombre a la luna también ha contribuido enormemente a mitificar la película. En ese aspecto, el equipo contó con el asesoramiento de la NASA, permitiéndosele, incluso, la filmación de exteriores en Cabo Cañaveral. Y, en tercer lugar, Countdown representa un documento histórico inestimable para hacerse una idea de lo que supuso la carrera espacial en términos de contrarreloj entre las potencias de la Guerra Fría por ver cuál de ellas conseguía llegar antes a nuestro astro vecino. 

Chiz (Robert Duvall)

Ahora que China acaba de situar un satélite en su cara oculta, parece muy oportuno recordar con este filme que hubo una vez en que los EE.UU. y la URSS rivalizaron a muerte por un objetivo similar. Amén de que, en lo que es la estructura interna del guion, basado en una novela de Hank Searls (1922–2017), son en concreto dos astronautas norteamericanos —interpretados, respectivamente, por James Caan y Robert Duvall— quienes se disputan la gloria de estampar su huella sobre los cráteres del suelo lunar.

Con todo, el implacable paso del tiempo ha hecho que Cuenta atrás envejezca mal. No sólo porque nos habla de un antagonismo entre Occidente y el bloque comunista que ha quedado obsoleto, sino, sobre todo, porque sus anticuados efectos especiales no aguantan la comparación con los de la Odisea en el espacio de Kubrick, estrenada apenas dos meses después y cuya fuerza arrolladora e imperecedera ha terminado por eclipsar a las demás películas que se atrevieron, en aquel entonces, a abordar el mismo tema.

Stegler (James Caan)

viernes, 25 de agosto de 2017

El Dorado (1967)




Director: Howard Hawks
EE.UU., 1967, 126 minutos

El Dorado (1967) de Howard Hawks


Si El gran combate (1964) de John Ford ya había sido el último gran wéstern, ¿qué sería entonces, tres años después, El Dorado de Howard Hawks? Pues probablemente una broma de su director, la autoparodia de Rio Bravo o, en definitiva, un producto ya más cercano a cualquier episodio de la serie televisiva Bonanza que no a las gloriosas producciones del más mítico de los géneros jamás alumbrado en Hollywood.

En el momento de su estreno, se la acusó de pasada de moda y no era para menos. Sin embargo, costó cuatro millones y medio de dólares y recaudó seis. Luego no puede decirse que el público la ignorase precisamente. En cualquier caso, sus protagonistas son hombres que padecen los achaques de la edad, ya sea porque necesitan muletas para caminar o debido a una inoportuna parálisis derivada de un balazo en la cadera. Y los jóvenes no parecen asegurar el relevo generacional: Mississippi (el personaje interpretado por James Caan) puede que sea muy bueno con el cuchillo, pero es un pésimo tirador.

Mississippi (James Caan)


Es en esos pequeños detalles donde se aprecia el sentido del humor de un Hawks cuya cabezonería le lleva a seguir haciendo películas aun a sabiendas de que su mundo está condenado a la desaparición. Otro ejemplo: Cole Thornton (Wayne) golpea en la mollera al alcoholizado sheriff J.P. Harrah (Mitchum) con una cacerola. Resultado: el agredido ladea la cabeza, bizquea exageradamente y cae sobre su lecho como un pelele. Sin duda, parece un gag salido de los cartoon de Tom y Jerry o el Pato Lucas. Pero Hawks se divertía, ya que, a fin de cuentas, él era también el productor de la película. 

Aparte de los arriba mencionados, en El Dorado tuvo ocasión de contar con actores que la televisión haría célebres. Es el caso de Edward Asner (Jason), el mismo que, ya en la década siguiente, participó con notable éxito en la serie sobre periodistas Lou Grant. O el veterano Arthur Hunnicutt (Bull), cuyo estrafalario personaje es heredero del que interpretara Walter Brennan en Rio Bravo: siempre acompañado de una corneta, es capaz, a su vez, de arrancar cualquier melodía de las campanas de la iglesia disparando sobre ellas a tiro limpio.

De izquierda a derecha: Hunnicutt, Holt, Wayne, Fix y Mitchum