miércoles, 16 de agosto de 2017

Manchester frente al mar (2016)














Título original: Manchester by the Sea
Director: Kenneth Lonergan
EE.UU., 2016, 137 minutos

Manchester frente al mar (2016)
de Kenneth Lonergan

Para quien no haya visto todavía Manchester frente al mar conviene, antes que nada, hacer un par de aclaraciones: 

1. El Manchester al que alude el título no es la ciudad inglesa, sino una pequeña localidad del estado de Massachusetts de apenas cinco mil habitantes y cuyo nombre oficial completo es justamente Manchester-by-the-Sea.

2. Ésta es una de aquellas películas puzle: así que no te líes y ve ordenando en tu cabeza los continuos saltos temporales.

Tras la decepción que nos llevamos hace un par de días con Lion, los dos Óscar de Manchester... (Mejor actor y Mejor guion) nos hacían temer lo peor. Pero no: en este caso, la expectación sí que era bien merecida. Y, además, sus 137 minutos se le pasan a uno volando, quizá porque la historia es suficientemente envolvente como para que el espectador pierda la noción del tiempo.

Y ¿qué es lo que le ocurre a este Lee (Casey Affleck), que da la impresión de que todo le dé igual? Pues sencillamente que padece un bloqueo emocional y, a medida que vayamos conociendo su pasado, iremos comprendiendo el porqué de tanto aislamiento, qué vivencias traumáticas le han llevado hasta la situación actual. He ahí uno de los puntos fuertes del filme: la habilidad con la que se desglosa la información manejando simultáneamente dos planos temporales, saltando del uno al otro sin previo aviso.



El otro foco de interés es la relación que se establece entre tío y sobrino. Las circunstancias obligan a Lee a hacerse cargo del adolescente Patrick (Lucas Hedges) y ni él se encuentra en su mejor momento de forma ni el chaval parece dispuesto a renunciar a su modo de vida. De manera que, a lo largo de un dilatado período y superando no pocos altibajos, ambos deberán hacer un esfuerzo por adaptarse el uno al otro.

Por último, una banda sonora con selectas piezas vocales de Händel, Massenet y hasta el Adagio de Albinoni y Giazotto aporta a la película el tempo pausado que requieren las historias emocionalmente intensas cuando se quiere evitar que deriven hacia un patetismo excesivo. Puede que le sobre alguna discusión de bar, es cierto, pero la sangre no llega al río. Sólo una curiosidad más, a raíz de esto último: en la escena en la que un transeúnte increpa a Lee diciéndole que es un mal padre por cómo le habla a su sobrino, llegando casi a las manos, el hombre en cuestión es el propio director (Kenneth Lonergan) en un breve cameo.


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