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sábado, 31 de mayo de 2025

Vidas rebeldes (1961)




Título original: The Misfits
Director: John Huston
EE.UU., 1961, 125 minutos

Vidas rebeldes (1961) de John Huston


Muchas y variadas son las razones que explicarían esa aureola de malditismo que desde siempre ha pesado sobre The Misfits (1961). De entrada porque el propio guion, escrito por Arthur Miller (reputado dramaturgo y, en aquel entonces, como todo el mundo sabe, marido de Marilyn Monroe), gira en torno de unos "inadaptados" cuyo mundo se halla al borde de la extinción. Un aire crepuscular que el fallecimiento de la pareja protagonista tras la que había de ser la última película de ambos (Clark Gable, de hecho, murió pocos días después de la finalización del rodaje) contribuyó a elevar a la categoría de mito, dando pie a todo tipo de rumores acerca de una supuesta maldición.

Leyendas al margen, lo cierto es que el proceso de filmación resultó un verdadero infierno a causa de las continuas desavenencias entre un John Huston en horas bajas y un elenco de intérpretes aquejado de adicciones y problemas mentales de diversa índole. Si a ello se le suma que la temperatura media en el desierto de Nevada en el que se rodaron los exteriores no bajó de los cuarenta grados, se comprenderá que la cinta estaba predestinada a ser un fracaso comercial.



Aun así, el paralelismo entre los mustangs (nombre con el que se conocen los caballos salvajes que habitan en las praderas) y los últimos cowboys, representados en el filme por el veterano Gay Langland (Gable) y el atormentado Perce (personaje idóneo para Montgomery Clift, en el declive de su carrera), actúa de motor de un drama en el que una divorciada tan bella como hipersensible (Monroe), su casera (Thelma Ritter) y un veterano piloto de guerra que se gana la vida como mecánico (Eli Wallach) completan la galería de perdedores.

La soberbia banda sonora de Alex North subraya el carácter trágico de una historia en la que no faltan, sin embargo, guiños cinéfilos como las fotografías de Marilyn que la protagonista femenina tiene colgadas en la puerta del armario o la alusión a unas cicatrices en la cara durante la conversación telefónica que el personaje de Monty Clift, víctima años antes de un grave accidente de tráfico, mantiene con su madre. Pinceladas cómicas, tal vez sarcásticas, en el contexto del retrato amargo de una realidad cuya belleza, presente en tantos wésterns, tocaba entonces a su fin porque el avance imparable del progreso dictaba que los jóvenes prefiriesen montar en motocicleta y que la carne de los corceles terminase siendo comida para perros.



sábado, 8 de junio de 2024

Freud, pasión secreta (1962)




Título original: Freud
Director: John Huston
EE.UU., 1962, 140 minutos

Freud, pasión secreta (1962) de John Huston


Mi intención no es más que la de presentar claramente, desde diversos puntos de vista, una cuestión nueva, nunca expuesta hasta ahora, y por este motivo me habré de permitir la libertad de continuar en páginas posteriores tales comparaciones, a pesar de su reconocida imperfección.

Sigmund Freud
Estudios sobre la histeria (1895)
Traducción de Luis López-Ballesteros y de Torres

Tres son los pensadores, nos dice la voz en off del propio John Huston al inicio de Freud (1962), que con sus teorías revolucionarias hicieron añicos la vanidad humana: Copérnico, Darwin y, por último, el médico vienés y padre del psicoanálisis (1856-1939). Así de contundente se muestra el director de este atípico biopic, academicista y un tanto plúmbeo, cuyo guion fue inicialmente escrito por el mismísimo Jean-Paul Sartre (ahí es nada), si bien después de múltiples retoques y desavenencias el nombre de este último quedaría fuera de los créditos oficiales.

El caso es que para el papel principal se eligió a un Montgomery Clift frágil y aquejado por diversos problemas de salud que, a diferencia de su experiencia previa en el rodaje de The Misfits (1961), donde Huston se habría mostrado más bien paternalista con él, tuvo que soportar ahora las iras (y aun el sadismo, según algunas fuentes) de un cineasta obsesionado con recalcarle continuamente su homosexualidad reprimida.



De todos modos, la interpretación del actor resulta más que convincente, quizá gracias a esa mirada perdida, fruto de un carácter atormentado por innumerables factores, entre ellos (aparte del alcoholismo y su ya mencionada orientación sexual) el aparatoso accidente de tráfico que tiempo atrás le había desfigurado por completo el rostro. Probablemente, nadie en Hollywood era el más indicado en aquel entonces para meterse en la piel de un personaje tan íntimamente ligado a la psicología moderna y al propio concepto de Inconsciente.

Filmada en elegante blanco y negro (con la figura del protagonista insistentemente encuadrada en ángulo contrapicado), la cinta combina el clasicismo de su puesta en escena con secuencias de carácter onírico en las que se representan los sueños y demás traumas de una sociedad burguesa, cargada de prejuicios retrógrados y, por ende, incapaz de asumir la trascendencia de las teorías freudianas. A este respecto, son especialmente memorables los episodios en los que Freud recibe los abucheos de sus propios colegas, así como la tensa relación entre el neurólogo y su colaborador, el doctor Breuer (Larry Parks).



domingo, 17 de febrero de 2019

Los ángeles perdidos (1948)




Título original: The Search
Director: Fred Zinnemann
Suiza/EE.UU., 1948, 104 minutos

Los ángeles perdidos (1948) de Fred Zinnemann


¿Cómo ver al Soldado Stevenson enseñando a hablar a ese chiquillo desamparado y no acordarse del doctor Itard y del pequeño Víctor en L'enfant sauvage? Truffaut, cinéfilo empedernido, a buen seguro que conocía esta película, máxime si se tiene en cuenta que fue todo un éxito comercial, avalado por el Óscar al mejor guion y un premio especial de la Academia para el niño Ivan Jandl.

The Search (que aquí se tituló Los ángeles perdidos) fue también el filme debut de un jovencísimo Monty Clift, quien encarna al convincente redentor de Karel: una de tantas criaturas desvalidas que, tras finalizar la guerra, habitaban las calles de la Alemania arrasada por las bombas. Los mismos inocentes, de hecho, que también protagonizaron otro título destacable de aquel 1948: la mítica Germania, anno zero de Roberto Rossellini.



Zinnemann, sin duda uno de los grandes directores de la historia del cine, conduce con suma maestría una trama que, como su propio nombre indica, gira en torno a una búsqueda: la de una madre desesperada (Jarmila Novotna) a la que los oficiales nazis separaron de su hijo de nueve años en Auschwitz.

Como es obvio, con semejantes elementos se podría haber caído muy fácilmente en el melodrama lacrimógeno. Sin embargo, y tal vez debido a la proximidad temporal de los hechos que se relatan, el director austriaco optó por un cierto toque documental, subrayado mediante una ocasional voz en off femenina que nos pone en situación ya desde los primeros instantes del filme. Hay, por cierto, un remake de The Search: lo dirigió el francés Michel Hazanavicius en 2014 y en Georgia, tras el éxito internacional cosechado con su anterior The Artist (2011).


domingo, 6 de enero de 2019

¿Vencedores o vencidos? (1961)

















Título original: Judgment at Nuremberg
Director: Stanley Kramer
EE.UU., 1961, 186 minutos

¿Vencedores o vencidos? (1961)
de Stanley Kramer

Hay películas que, por la especial relevancia del tema abordado, merecen que se las considere aparte. Algo que ya dijimos semanas atrás al comentar Senderos de gloria (1957) y que hoy no tenemos inconveniente en repetir a propósito de otro monumento cinematográfico en favor de la libertad: Judgment at Nuremberg (el programa de la Filmoteca de Catalunya hace notar, con muy buen criterio, que eso de ¿Vencedores o vencidos? no fue más que un título "tendencioso" auspiciado por las autoridades franquistas en el momento de su estreno en España).

¿Qué decir de un reparto tan abrumador, en el que se dan cita nombres de la talla de Spencer Tracy, Burt Lancaster, Marlene Dietrich, Monty Clift, Judy Garland o Richard Widmark? Uno sólo de ellos bastaría para que se aguantase cualquier producción medianamente importante, por lo que conviene tener en cuenta que el productor/director Stanley Kramer no se anduvo por las ramas a la hora de poner toda la carne en el asador, si bien la mayoría de dichas estrellas se avino a rebajar sus honorarios por el orgullo que suponía ser parte de un filme de tales características.



Se dice que hasta Marlon Brando suspiraba por el papel de fiscal, pero que Kramer y su equipo, conmovidos por la soberbia actuación del joven intérprete austriaco Maximilian Schell —que ya había participado en la versión televisiva— no dudaron en mantenerlo, pese a tratarse de un perfecto desconocido para el gran público. Intuición que, al fin y a la postre, se acabaría revelando del todo acertada, habida cuenta del Óscar con el que Schell fue finalmente recompensado.

Como el guionista Abby Mann (1927–2008), el otro agraciado de entre las once nominaciones a las que optó la película y autor de frases tan memorables como aquella que le espeta el veterano e insobornable juez Haywood (Spencer Tracy) a su homólogo Janning (Burt Lancaster) justo antes de abandonar la celda de este último: "Herr Janning, se llegó a eso [a tolerar el exterminio de millones de personas] la primera vez que usted condenó a muerte a un hombre aun a sabiendas de que era inocente..."


miércoles, 27 de julio de 2016

De repente, el último verano (1959)




Título original: Suddenly, Last Summer
Director: Joseph L. Mankiewicz
EE.UU., 1959, 114 minutos

De repente, el último verano (1959) de J.L. Mankiewicz


Palabras mayores: una película cuyos protagonistas demuestran poseer una psicología densa y compleja. En realidad, todo ello obedece a un subterfugio de guionistas y productores para evitar la estricta censura del Código Hays. Porque de lo que habla en realidad Suddenly, Last Summer (1959), aunque el término no se llegue a mencionar en ningún momento, es de homosexualidad. Puede que hasta de relaciones incestuosas. Y de cómo la madre y la prima del malogrado Sebastian le proporcionaban contactos durante sus viajes...

Tiene la historia, como todo lo concebido por Tennessee Williams, un halo impenetrable de trauma no resuelto, máxime si su colaborador en esta ocasión fue Gore Vidal. De ahí que las alusiones al canibalismo y otros extraños elementos presentes en el relato de la atormentada Catherine (Elizabeth Taylor) deban ser interpretados, en realidad, en clave sexual.



Pero es que el reparto también se las trae: Clift, Taylor, Hepburn... Apellidos con tanto peso como los traumas que martirizan a los personajes que interpretan: trastornos obsesivos que sólo podrán ser curados gracias a las lobotomías que practica el dulce doctor Cukrowicz (su apellido significa "azúcar" en polaco).

Un aire de pesadilla flota en el sanatorio de Nueva Orleans en el que transcurren los hechos, pero también en la mansión de la viuda Violet Venable: es antológica la escena en la que la vieja dama desciende de las alturas en un ascensor, siempre hablando antes de que los demás la vean...

Algunas secuencias de De repente, el último verano se rodaron en la Costa Brava, concretamente en Begur y S'Agaró, y otras en Mallorca, aunque en la ficción representa que se encuentran en un lugar llamado Cabeza de Lobo, donde el sol abrasa con el mismo brío que el hambre que azuza a las cuadrillas de muchachos.