sábado, 12 de agosto de 2017

Las brujas de Zugarramurdi (2013)













Director: Álex de la Iglesia
España/Francia, 2013, 112 minutos



Al incorregible y siempre excesivo Álex de la Iglesia le dio por arrancar Las brujas de Zugarramurdi con una escena que recuerda al inicio de Macbeth: un grupo de nigrománticas arrojando ingredientes al interior de una negra marmita pestilente. Pero ni de la Iglesia es Orson Welles ni sus películas obras maestras indiscutibles. Tendrán momentos más o menos acertados, podrán ser todo lo divertidas que se quiera (eso nadie se lo discute), pero el cine, el CINE con mayúsculas, debería ser otra cosa.

A la vista de los diálogos, de la estética o incluso de algunos actores de los que se rodea, queda claro que con una película de estas características buscaba un perfil de espectador muy de la calle (o muy de bar: no en vano, su último filme estrenado se titula precisamente así). Todo ello absolutamente respetable. Lo malo es que, en este país, cuando se busca de forma tan deliberada conectar con los sectores del público más populares se corre el riesgo de que el resultado final se parezca peligrosamente a las parodias televisivas de Los Morancos o de José Mota (quien, por cierto, trabajó a las órdenes del director en La chispa de la vida, 2011). Ése es el tono en Las brujas de Zugarramurdi, por lo menos el del humor utilizado.



Ahora bien: si el objetivo era dotar a la peli de un ritmo trepidante, sin duda que lo consigue. Por lo menos hasta la escena del aquelarre, momento en el que la canción "Baga biga higa" de Mikel Laboa interrumpe un tanto la acción. Con todo, hay que reconocer que es impactantemente soberbia la irrupción de la venus de Willendorf gigante (los efectos especiales de Arenas, Molina y Rodríguez lo son en general), poniéndose a la altura de títulos como El laberinto del Fauno (2006).

En fin, es lo que tiene Álex de la Iglesia: un estilo muy definido que o te chifla o no lo soportas. Así, sin término medio. Le pasa como a Tarantino (otro que tal baila), seguramente uno de sus directores de referencia. En cualquier caso, y obviando lo hasta aquí expuesto, ver a Carmen Maura o a la recientemente desaparecida Terele Pávez subirse por las paredes o caminar por los techos como si nada ya sería suficiente motivo para darle una oportunidad a una película que, quizá por algo, se llevó en su momento ocho Goyas de diez nominaciones.

Terele Pávez (1939-2017)

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