miércoles, 8 de julio de 2015

La guerra de los botones (1962)




Título original: La guerre des boutons
Director: Yves Robert
Francia, 1962, 93 minutos

La guerra de los botones de Yves Robert (1962)


Era una mañana de octubre. Un cielo atormentado por grandes nubes grises limitaba el horizonte en las colinas próximas y daba al campo un tono melancólico. Los ciruelos estaban desnudos, los manzanos amarilleaban, las hojas del nogal caían en un vuelo planeado, al principio largo y lento, que se acentuaba de repente como una zambullida de un gavilán en cuanto el ángulo de caída se hacía menos obtuso. El aire era húmedo y tibio. A intervalos venían ráfagas de viento. El zumbido monótono de las trilladoras daba una nota sorda, que se prolongaba de vez en cuando al ser devorada la gavilla, en una queja lúgubre, como un sollozo desesperado de agonía o un vagido doloroso.

El verano acababa de terminar y el otoño nacía.

Serían las ocho de la mañana. El sol erraba triste tras las nubes y una angustia imprecisa y vaga pesaba sobre el pueblo y sobre los campos.

Así arranca La guerra de los botones, la célebre novela de Louis Pergaud publicada en 1913 (la traducción anterior es de Amparo Azcona, Alborada Ediciones, S.A.) Hasta tres versiones cinematográficas distintas se han llevado a cabo de este clásico de la literatura juvenil, la primera de las cuales es ésta que comentamos hoy. 

En espíritu es una película que conectaría plenamente con el imaginario de François Truffaut. Pero, lo que son las cosas, no la dirigió Truffaut sino Yves Robert. De hecho, existe toda una tradición de películas francesas que toman la rebeldía infantil y juvenil como eje central: Cero en conducta (1933) de Jean Vigo, Les enfants terribles (1950) de Jean-Pierre Melville y buena parte de la producción del ya citado Truffaut: Los mocosos (1957), Los cuatrocientos golpes (1959), El pequeño salvaje (1970) o La piel dura (1976), por poner solo algunos ejemplos (aunque la preocupación por la educación de la infancia está presente en casi toda su filmografía).

Criaturicaaas...

De todas formas, en el caso concreto de La guerra de los botones, si bien se mira, la rivalidad entre los muchachos de estos dos pueblos no es más que un reflejo inocente del mundo de los adultos. Es un planteamiento con el que fácilmente se identifica el espectador y que, por ello, se ha utilizado hasta la saciedad, a veces llevándolo al extremo. Ese sería el caso de Buda explotó por vergüenza (2007), dirigida por la iraniana Hana Makhmalbaf. Sin embargo (y valga el tópico), a veces la realidad supera a la ficción. Véase si no el titular que recientemente publicaba La Vanguardia: "Jugando al secuestro: un grupo de chicos y chicas mata en México a un niño de seis años emulando a los sicarios" (miércoles, 20 de mayo de 2015).

Mejor regresar a las cándidas imágenes en blanco y negro de Yves Robert, pues todas las gamberradas que cometen estos muchachos, las aventuras que viven, las correrías que perpetran una y otra vez nos devuelven la imagen de la libertad de la que un día gozamos y que se fue esfumando, imperceptiblemente, conforme fuimos creciendo.

"¡Vivan los longevernos!"

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