Título original: Jigoku de naze warui?
Director: Shion Sono
Japón, 2013, 129 minutos
F R i K A D A S N i P O
N A S …
Desde que se emitiera el espacio televisivo Humor amarillo en España, en los primeros noventa, el estándar de lo que son capaces los japoneses en cuestiones de diversión se reducía a gymkhanas más o menos despiadadas, donde lo supuestamente gracioso era ver los batacazos de los participantes, a menudo revolcándose en el barro. Sin embargo, se confirman los peores pronósticos: siempre puede ser peor...
En ¿Por qué no jugamos en el infierno?, el director Shion Sono ha dado rienda suelta a su imaginación bajo el lema de "No hay límites": ultraviolencia, sangre a raudales, adolescentes cinéfilos, disputas entre clanes yakuzas y una niña promesa que anuncia dentífrico. Y, a pesar de lo variopinto de la mezcla, el resultado final funciona en esta comedia alocada plagada de referencias cinematográficas: la inundación de sangre de El resplandor (1980) de Kubrick, el chándal amarillo de Bruce Lee o el de Uma Thurman en Kill Bill de Tarantino, los combates de samuráis de Zatoichi (2003) de Kitano... Hasta El globo rojo de Lamorisse (1956) o el de Hsiao-hsien Hou (2007) están presentes.
Vale la pena, por tanto, relajarse durante un rato con las paridas que nos propone Shion Sono. A fin de cuentas, el suyo es, por encima de todo, un homenaje al cine. La carcajada está asegurada.
Sobran palabras |
¡Al ataqueee! |
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