sábado, 18 de julio de 2015

Still Walking (2008)




Título original: Aruitemo aruitemo
Director: Hirokazu Koreeda
Japón, 2008, 115 minutos

Still Walking (2008) de Hirokazu Koreeda


El conflicto generacional entre padres envejecidos e hijos cuya vida se aparta de las costumbres tradicionales de sus ancestros es un tema recurrente al que el cine japonés vuelve una y otra vez. Señal de que es una fórmula de éxito garantizado, antes y ahora. No solo se sirvió de ella Yasujirô Ozu en repetidas ocasiones (de entre las cuales quizá la más célebre sea Cuentos de Tokio, 1953) sino que recientemente lo han hecho también algunos cineastas contemporáneos de aquel país, entre los cuales podemos citar los casos de Yôji Yamada y Una familia de Tokio (2013, remake del film de Ozu antes citado) o Still Walking (2008) de Hirokazu Koreeda.

En esta última película, una reunión familiar servirá para que afloren entre sus miembros rencillas largamente incubadas. Como la que enfrenta al paterfamilias, un anciano médico bastante huraño, y a su hijo Ryota. Este último no quiere explicarle a su padre que se ha quedado en paro, por miedo a su reacción. Tampoco Yukari, la mujer de Ryota, parece que acabe de encajar del todo con sus suegros, a pesar de que se deshagan en halagos con ella. En fin, la sombra del hijo difunto (fallecido quince años atrás en un accidente) planea continuamente sobre ellos. Y no solo porque su fotografía presida el altar familiar sino sobre todo porque Ryota y Yukari tienen a su cargo a Atsushi, su huérfano.

Sin embargo, no llega la sangre al río. A pesar de lo que puedan recriminarse, se podría decir que la relación entre los miembros de la familia Yokoyama es dichosa a su manera (de ahí el título original, "Caminando"): la vida continúa y no conduce a nada martirizarse por lo que callamos o no hicimos a su debido tiempo. No hay más que ver cómo cocina la abuela para su prole para darse cuenta de que, quizá en el fondo, aunque la comunicación entre ellos no sea muy fluida y sus relaciones estén presididas por la pasividad, los jóvenes recogerán igualmente el testigo de sus mayores. Como la creencia de que tras las mariposas amarillas se esconde el espíritu de los difuntos: la abuela Toshiko se lo explicó a Ryota cuando éste era niño y, a su vez, él se lo cuenta a su hija, la nieta que ella ya nunca conocerá.

Yukari y Ryota en la habitación de invitados
Kyohei: el abuelo huraño
Convite familiar en casa de los Yokoyama
Madre e hija preparando la comida

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